Kent, 17 de Julio de 1800

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Imagen: Ian y Christine hablando sobre lo sucedido años antes

En Kent hacía una noche espléndida, echaba de menos a Alm, era cierto. Pero estar en su casa de campo era la mejor sensación que podía tener y sin duda la luna llena le entregaba una luz que iluminaba de manera hermosa el campo durante la noche, además el aire fresco se sentía maravilloso cada vez que inspiraba, nada que ver con lo que se sentía en Londres, era sin duda una gran diferencia. Había trabajado arduamente, sin duda había descuidado bastante esa casa.

Continuó caminando por la propiedad tranquilamente, hacia donde la noche lo llevara pensando en las nuevas medidas que iba a adoptar para mejorar la calidad de vida de los pobladores. Rodeó la casa hasta llegar a la parte trasera que tenía un jardín que estaba construido con una arquitectura perfecta. De pronto una figura contrastaba contra la oscuridad de la casa, se acercó sigilosamente atento a cualquier ladrón que pudiera estar acechándolo, pero para ser un ladrón casi no se movía, ya había descubierto por qué, era Christine. La observó varios minutos antes de hablarla, ella caminaba tranquilamente, aspirando el fresco aire y con una flor en su mano, de pronto se había quedado mirando la luna. Casi sin hacer ruido se acercó a ella.

- ¿Qué haces aquí? -le preguntó, pero al oírlo ella dio un respingo de terror- lo siento, no pretendía asustarte -dijo rápidamente mientras se acercaba a ella y la afirmaba de los brazos para que no perdiera el equilibrio. Ella dio un suspiro de alivio

- Me asustaste -dijo aún impresionada mientras regulaba la respiración

- No creí que te asustarías tanto -le respondió mirándola un largo rato. Parecía que de verdad le había dado un gran susto. Ella sólo le sonrió

- Sólo estoy paseando -respondió mucho más tranquila- ¿y tú? pensé que ya estabas durmiendo

- También, si lo hubiera sabido te habría invitado antes. ¿Te sientes mejor? -ella sólo asintió. Hubieron varios segundos de silencio. Caminaron el uno al lado del otro largo rato sin siquiera hablarse, reinaba una paz sin igual en aquel lugar, entonces la voz de ella interrumpió el silencio

- Ian, hace varios días he querido hablar contigo sobre algo -dijo ella de pronto muy seria. Eso le preocupó y la detuvo con el brazo para que dejara de caminar

- ¿Sobre qué?

- Sobre mi relación con los reyes -dijo al tiempo que caminaba de nuevo, él continuó a su paso

- Te escucho

- Pero prométeme que no harás nada -eso era algo de verdad alarmante y la detuvo nuevamente

- Me estás preocupando, ¿qué pasa?

- Promételo -Ian sólo la miró, no tenía la más mínima idea sobre lo que quería decir y no pensaba prometerle nada

- Dime ahora lo que tienes que decirme, Christine -dijo serio, en un tono que exigía obediencia. Ella dudó

- Espero que después no me arrepienta de habértelo contado -exclamó ella, preparándose para hablar. Esa frase alarmó a Ian- Supongo que has notado la atención que recibo de la reina...

- Todo Londres lo ha notado -dijo él sinceramente- ¿hay algo oculto en esa atención? -la urgió

- Yo... la reina... -Christine no sabía bien por dónde empezar. Ese tema la había atormentado durante meses. Él se estaba desesperando-

- ¿Qué pasa con la reina? -la urgió

- La reina me está protegiendo -dijo ella, soltando el mayor de sus secretos. Ian por primera vez en años se había quedado mudo, literalmente. Sólo el canto de un grillo interrumpió el silencio

El Amor De Una LadyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora