Sería una estupidez hacerse el inocente, por más que ella tuviera diecinueve años y que muchos dijeran que aún era una niña, él sabía muy bien que no lo era. Vio cómo la joven se daba la vuelta y su rostro angelical estaba inescrutable, era como si no le importara
- Yo... Cielos Christine nunca quise que te enterarás -fue lo único que salió de su boca
- Estoy segura de eso -dijo con tristeza- siempre he sabido que no seríamos un matrimonio feliz, llegué a pensar que tuvieras una amante pero no con quien se suponía era mi amiga -Ian lo entendió, ella pensaba que la relación de Almerind y él había comenzado después del matrimonio
- La conozco de mucho antes, Christine... -parecía que ella ataba cabos, él le estaba casi afirmando que su relación con ella había sido antes de su matrimonio, entonces cayó en la cuenta de que Almerind había sido una descarada al presentarse ante ella como una amiga, le había confiado secretos, cosas que no le contaba casi a nadie, y sin embargo, ella sólo se le acercaba para estar cerca de su esposo
- Enfrente de mis propias narices... -susurró débilmente mirando hacia la ventana
- No, no -se apresuró a decir- escúchame Christine -dijo seriamente- nunca he estado con ella desde que nos casamos, te lo juro
- Es que no puedo creerte -sollozó- Hasta creí que me amabas... ¿Acaso querías estar con las dos al mismo tiempo?
- Christine... -Ian sintió ganas de abrazarla y consolarla pero sabía que eso sólo empeoraría las cosas. Se sentía un desgraciado por hacerla sufrir así- claro que no, estoy diciendo la verdad cuando digo que desde que nos casamos no he estado con ella, por favor piénsalo, he estado contigo siempre, en la casa, en Kent, viajando -ella se volvió hacia la ventana como si analizara la situación, en ese sentido sí tenía razón
- Pero no dudaste en encontrarte con ella hoy... no sé qué pensar Ian... yo... -sentía que ella estaba aguantándose las lágrimas
- Lo hice para decirle que no podíamos vernos nunca más-se excusó
- Por favor no digas más, sólo empeoras las cosas -entonces ella se dio la vuelta- sé que nos casamos teniendo yo sólo dieciocho años y no es que fuera muy madura ni estuviera ya convertida en una mujer, como ella -dijo con los ojos llenos de lágrimas- pero estamos casados y merezco que me respetes, incluso los más despiadados hombres que conozco ocultan a sus amantes, no creí que tú pudieras hacerme algo así, y aunque nuestra diferencia de edad sea tan grande y sientas más afecto por Almerind, soy yo quien está obligada a darte hijos, y recuerda que debemos tener dos herederos varones. Y no voy a permitir que estés conmigo mientras estés con ella, así que deja a Almerind o puedes olvidarte de un heredero para el marquesado de Kent y piensa una excusa para mi padre por el heredero de Layes.
Y sin más explicación que esa Christine volvió a la cama, él se quedó inmóvil junto a la ventana.
- No pensaré en nada para decirle a tu padre -dijo él- porque tan pronto quedes embarazada de mi heredero, le daremos a tu padre el heredero de Layes -concluyó, sabía que la culpa era de él, pero quería dejarle claro que la opción de tener hijos no estaba en discusión.
Esperó una respuesta de parte de ella, pero dudaba que lo hiciera, pasaron unos segundos hasta que ella se sentó en la cama.
- ¿Pretendes que soporte que estés con ella y conmigo? Puedo tolerar muchas cosas, pero no eso -sentenció
- ¡Por favor, entiéndeme! desde que nos casamos sólo he estado contigo -dijo mucho más sereno arrodillándose junto a la cama para estar a la altura de Christine, ella sólo lo miró
- No puedes pretender que te crea, Ian -dijo más tranquila, con una lágrima asomándose
- Con la única mujer que me he acostado desde que nos casamos, ha sido contigo -dijo él suavemente, ignorando que esa era la primera vez que hablaba con tanta sinceridad, deseando profundamente que ella le creyera. Ella lo miró como si intentara creerle
- ¿Entonces ya no es tu amante? Porque si no lo es, no puedo entender para qué te juntaste con ella a estas alturas de la noche -Ian intentó interrumpirla pero no lo dejó- me dices que la única mujer con la que has estado desde que nos casamos he sido yo, no te imaginas cuanto me gustaría creerte porque eso significaría que hasta ahora yo he sido suficiente para ti -finalmente ella no pudo contenerse más y las lágrimas comenzaron a brotar- incluso llegué a pensar que éramos un matrimonio de verdad, como si ese acuerdo no existiera -Él extendió su mano para acariciar su mejilla, pero no pudo decir nada- aún si es verdad lo que me dices y sólo has estado conmigo, no puedo ignorar que también estuviste con otra y que te reuniste con ella a escondidas
- Sólo está en ti si confías en mí o no -los ojos verdes de su esposa estuvieron sobre él varios segundos en completo silencio, analizando sus palabras. Él se veía muy seguro.
Sin decir nada Christine volvió acostarse. ¿En qué diablos estaba pensando cuando decidió reunirse con Almerind? Si no lo hubiera hecho Christine no se habría enterado de nada. Pero algo le quedó dando vueltas en la cabeza, su esposa había estado extraña desde el día que habían llegado a la casa de Colin, algo había ocurrido o sospechado. Más tarde volvió a la cama, estar tan alejado de su esposa ahora le resultaba raro, llevaba más de un mes durmiendo con ella a diario, y tenerla tan alejada no le era satisfactorio. Pensó largo rato la situación, si Christine ya lo sabía quizá sería más fácil estar con Almerind, pero por otra parte estaba el no poco importante tema de su heredero, y además el heredero de Layes, maldito el día que su suegro había pedido un permiso especial al rey para que su heredero fuera uno de sus nietos, el ambicioso hombre no quería que el título de su familia cayera en manos distintas a la de su familia directa y dado que Christine era su única hija -legítima- el título recaería en el segundo hijo varón que ella engendrara. Sólo tuvo que pensar en William para tomar una decisión.
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El Amor De Una Lady
أدب تاريخيLady Almerind Hastings, una joven con carácter y seguridad, está a punto de ser una solterona en su época, pero todo podría estar a punto de cambiar al reencontrarse con el que fuera su amor platónico de la niñez, Ian Cavendish. Una relación clandes...