Ian miraba el fuego de la chimenea arder mientras las chispas le daban algunos destellos de luz a la habitación, hace tan sólo unos minutos habían llegado a la casa. Él y Christine habían asistido a la cena de aniversario de Colin y Prudence Hastings, también había visto a Almerind, pero sólo cruzó con ella un breve saludo, claro que su esposa habló más con ella, la amistad que ellas mantenían no le gustaba, preferiría que no se conocieran, pero era inevitable. La velada había sido muy tranquila, ya comenzaba a acostumbrarse a tantas reuniones sociales y eso le asustaba, no tenían nada que ver con él.
Para su desgracia, a la fiesta había sido invitado Lord Scott, el consejero del rey. Cuánto aborrecía a ese hombre que había ofrecido sin más a una muchacha de dieciocho años a un hombre que la triplicaba en edad, y también estaba ahí su suegro, lo detestaba también, no podía creer que alguien fuera capaz de hacerle eso a su propia hija, se veía tan agradable y correcto, quien podría imaginárselo. Percibió el miedo de Christine al ver a Lord Scott, veía como ella trataba de ocultarlo, pero las miradas que el regordete hombre le dirigía no dejaban indiferente a nadie, incluso Colin le había hecho ver lo mucho que el hombre miraba a su esposa.
- Ese Scott cree que por ser el consejero del rey las mujeres caerán a sus pies -dijo su amigo. Ian sólo lo miró y luego al hombre que miraba a cada jovencita que se cruzara frente a él- si la marquesa estuviera soltera estoy seguro que estaría pretendiéndola, me sorprende que no lo haya hecho
- Ese hombre no quiere una esposa, sólo quiere una mujer con la que divertirse -respondió furioso. Colin lo miró sonriendo
- Amigo mío, el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. No lo puedes culpar, los dos sabemos que no somos unos esposos castos y puros -sonrió Colin con picardía
- Lo sé, pero me refiero a que si quiere estar con una mujer que la busque en un burdel y no miré a mujeres casadas -soltó. Furioso tan sólo de que mirara a Christine
- Muy cierto mi amigo, pero supongo que lograr una aventura con una señorita de sociedad supone un delicioso peligro -Ian se sentía mal por hablar de ese tema con el hermano de su ex amante y más aun siendo su mejor amigo
- Mejor me voy -dijo enfadado- ya he bebido mucho y no quiero hacer un escándalo, si lo hago me colgarían -rió
Caminó para buscar a Christine que estaba en el lado opuesto del salón, estaba hablando con Bianca y otras muchachas de su edad, sin duda irradiaba una juventud sin igual, además de una pureza genuina. Aún era temprano pero por diversas razones ya no soportaba estar ahí, sólo quería llegar a su casa y descansar, últimamente sentía que todo era muy monótono, tal vez un cambio de aire era la solución.
- ¿Pasa algo? -preguntó su esposa cuando vio que se acercaba a ella
- Nos vamos, despídete de tus amigas -dijo acariciándole la mano. Ella lo miró un poco extrañada pero asintió. Tampoco era que le molestara irse tan temprano.
El camino a la casa era corto, por lo que sólo en unos minutos ya se encontraban ahí y pronto en sus habitaciones. Estaba mirando el fuego y desvistiéndose cuando unas risitas lo hicieron fijar su mirada en dirección de la habitación de junto y sin siquiera tocar abrió la puerta, tuvo la visión de Christine parada junto una de las esquinas de la cama mientras su criada desabrochaba los botones de su vestido y hablaban animadamente. De pronto la criada alzó la mirada y se detuvo, poniéndose a un lado e inclinando su cabeza para saludarlo, Christine la miró sorprendida y luego miró hacia dónde ella miraba, y ahí estaba él, con la camisa desabrochada y parado en el umbral de la puerta.
- Retírate -le dijo tranquilamente a Molly. Ella lo hizo sin chistar y salió de la habitación. Christine sólo se quedó parada en el lugar, no sabía a qué había ido a su alcoba y sólo esperó hasta que hablara. Hace mucho tiempo había perdido el miedo a que él quisiera forzarla a algo
- ¿Qué pasa, Ian? -preguntó con amabilidad mientras acomodaba la camisa de dormir en la cama. Él sólo la miraba, de pronto no supo porque estaba ahí, sólo había ido atraído por las risitas.
- Vengo a preguntarte si te gustaría volver a Kent -dijo de inmediato, era algo que venía pensando desde hace algunos días. Ella se sentó en el banco de su tocador y comenzó a sacarse los sujetadores del cabello
- Pero aún es muy pronto -dijo mirándolo a través del espejo- es decir, me encantaría ir, ¿pero por qué ahora?
- Creo que Londres ya me aburrió -él caminó en dirección a ella, que estaba tratando de sacarse un prendedor que no alcanzaba- ¿te ayudo?
Se aproximó y delicadamente quitó el pinche. Al estar tan cerca vio que tenía desabotonados sólo unos cuantos botones, y sus manos se dirigieron a los que aún estaban en su sitio y comenzó a desabrocharlos.
- ¿Qué haces? -requirió ella aun mirándolo a través del espejo. Pero él ni siquiera la miró y continuó en su tarea.
Cuando llegó al último botón se detuvo, y alzó su mirada para encontrar los nerviosos ojos de Christine mirándolo a través del espejo. Sin decir palabra la ayudó para que se pusiera de pie y pudiera mirarlo.
- Ian... -murmuró- ¿quieres que... -él sentía cómo si en ese momento no pensara, tal vez había tomado demasiado o su insipiente bajo estado de ánimo estaba jugando en su contra
- ¿Tú quieres, Christine? -dijo él suavemente mientras se ponía tras de ella, le besaba el cuello y delicadamente comenzaba a quitarle el vestido- ella no había aceptado, pero tampoco había puesto resistencia, y continuó...
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El Amor De Una Lady
Fiksi SejarahLady Almerind Hastings, una joven con carácter y seguridad, está a punto de ser una solterona en su época, pero todo podría estar a punto de cambiar al reencontrarse con el que fuera su amor platónico de la niñez, Ian Cavendish. Una relación clandes...