Londres, 12 de Abril de 1800

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Imagen: Amanda y Elizabeth curiosas al ver a Almerind y Christine hablando

Elizabeth y ella se ataviaron para ir a tomar el té a casa de los Harding, decidieron hacerlo a pie, la tarde era hermosa, además que los Harding vivían a una calle de la de ellas, ir en carruaje sería ridículo. Fueron recibidas amablemente por un mayordomo que las condujo al patio de la casa, ahí había una gran mesa llena de exquisitos manjares de colores muy llamativos, al menos diez damas había presentes, además de la señora y señorita Harding. Fueron saludadas con la mayor de las cordialidades, pues eran las hermanas del futuro esposo de Bianca.
El sol pegaba con fuerza a las tres de la tarde, por lo que todas estaban bajo la sombra, sentadas en los sillones puestos para aquello, muchas habían llevado sus bordados y últimas adquisiciones, esa era la ocasión perfecta para mostrarlas.
- ¿Cómo va el embarazo de su cuñada? –le preguntó Amber Wisley, la hermana mayor de Bianca
- Va perfectamente, en su quinto mes. Ha prescindido de venir, el calor no le hace muy bien –dijo excusando a Prudence
- Es totalmente entendible –habló la mamá de Bianca. La conversación siguió así, tranquila aunque hablando algo mal de algunas señoritas que obviamente no estaban presentes- Hija, tu amiga ha llegado –la mujer le habló a Bianca, Almerind miró hacia donde ella señalaba, vio como una hermosa Christine Kensington en un sencillo pero a la vez espectacular vestido rosa hacía su aparición en la reunión de té. Bianca había dado un pequeño salto y casi corrió para ir a su encuentro. ¡No podía ser! la insoportable Bianca era amiga de Christine. Además por lo que la señora Harding daba a entender, ella y Bianca se conocían desde pequeñas.
- Ven por aquí –le decía Bianca a su amiga, que la conducía a su grupo. La joven Christine las saludó a todas con amabilidad.
- Mi madre manda sus disculpas, señora Harding. Pero ha amanecido con un terrible dolor de cabeza hoy
- No te preocupes, ya me ha mandado sus disculpas hoy en la mañana. Posiblemente luego la visite –de seguro las madres también eran amigas- ¿Cómo has estado? –preguntó con toda la amabilidad del mundo pero luego unas palabras con malicia salieron de su boca, quería sacarle toda la información que pudiera- Te has ausentado de algunos eventos sociales últimamente, seguramente por estar con el Marqués de Kent. Te hemos echado de menos –dijo finalmente como para justificar su intromisión
Almerind vio como esa pregunta sorprendía a la joven, y a decir verdad a cualquiera, por lo menos la habría entretenido con otras cosas antes si lo que quería era chismorrear. Sintió pena por ella nuevamente, ¿por qué la atosigaban con ese tipo de preguntas? Pero no se atrevía a defenderla, en el fondo ella también quería saberlo.
- Bueno, no creí que me echaran de menos –dijo sonriendo mientras bebía un poco de agua que una criada le había servido. Todas las presentes en el grupo se quedaron mirándola como si esperaran que dijera algo más, pero no lo hizo
- ¿Tal vez los bailes de sociedad no te han gustado? –insistió la mujer. En ese momento Esther y Elizabeth se pusieron de pie para ir junto a una amiga que tenían en común haciendo más pequeño el grupo, pero fue en vano, dos señoras se sentaron en sus lugares para escuchar lo que se hablaba ahí y parecía tan interesante.
- Claro que no es eso, los bailes son maravillosos –de nuevo dejaba a las demás esperando algo más
- ¿Cómo no van a serlo? –la ayudó Bianca, para que saliera de la situación- Que lástima que no fuiste al último, te perdiste la maravillosa actuación de Lady Carlson al piano –de esa forma Bianca sacó del aprieto a Christine. A pesar de todo, Almerind debía reconocer algo bueno en Bianca. La charla continuó como siempre lo era en temas aburridos y de alguna forma, ella y Christine quedaron sentadas juntas.
- Señorita Hastings, es un placer volver a verla –le dijo la joven con amabilidad
- Igualmente –respondió. Pero la chica justo le había hablado cuando pretendía ir a otro lugar, se vio en la obligación de invitarla
- ¿Le gustaría acompañarme por algunos bocadillos?
- Por supuesto –respondió la muchacha poniéndose de pie y acompañándola sonriente. Vio cómo su cuñada Elizabeth y Amanda la miraban sorprendidas, pero las ignoró. Ella no había planeado hablar a Christine, pero la oportunidad se había dado.
- ¿Cómo se encuentra su familia? –Almerind se sintió una tonta preguntando eso, la chica ya había dicho que su madre tenía un dolor de cabeza
- Están bastante bien –dijo y luego pareció como si dijera algo inapropiado- la verdad es que a mi madre no le duele la cabeza –ella sonrió como si hiciera una travesura- sólo no quería venir a la reunión. Espero lo guarde en secreto
- Por supuesto –exclamó Almerind sonriendo, y la verdad es que no juzgaba a la mamá de Christine por no haber ido- estas reuniones algunas veces se tornan sólo en chismorreos
- Es exactamente lo que mi madre dice –Christine se sirvió un dulce de anís delicadamente en el plato- y la verdad es que ella está más que aburrida de todo esto –Almerind percibió algo en esa frase, había enfado en sus palabras, como si ella sintiera lo mismo
- ¿Sí? ¿Por qué? –preguntó, se sentía como una copia de la señora Harding, pero debía preguntar. Cuando Christine oyó su pregunta pareció haberse arrepentido de haber hablado, parecía como si juzgara seguir con la conversación o no
- Bueno Lady Hastings, usted es bastante sensata –dijo con honestidad- creo que no me censurará si digo que la insistencia de estas señoras a veces colman mi paciencia y últimamente también la de mi madre –Alm se esperaba eso, pero quería saber por qué tanto desagrado
- Veo que aún la siguen abrumando
- Es sólo que antes sentía que era mi culpa, era yo la que me aparecía en los eventos sociales, daba las instancias para que se hablara de mí, por eso no me sentía en derecho de reclamar. Pero ahora que he decidido pasar más tiempo en casa, hablan aún más –Almerind entendió por un momento a lo que ella se refería.
- La verdad es que la comprendo, no debe ser fácil ser el tema principal de Lady Sparrow –dijo Alm mientras le hacía un gesto para que tomaran asiento, claro que ahora alejadas de las demás
- A eso me refiero, a diario habla de mí y de… -Alm notó de inmediato como la joven se detenía, la miró a los ojos y continuó hablando- Usted sabe, del Marqués de Kent –no percibió ninguna emoción en los ojos de Christine, eso la tranquilizaba enormemente
- ¿Y es cierto? –preguntó en voz temblorosa. Pero se arrepintió, de repente la joven la miró inquisitivamente, sabía que le agradaba a Christine porque ella no la abrumaba con preguntas sobre el marqués, y ahora estaba haciendo lo mismo que las demás- Lo siento, ahora soy yo la que la llena de preguntas
- No, Lady Hastings. No se preocupe, usted es de las personas más sensatas de todo Londres y hablar con usted me gusta, no me siento interrogada como con las demás –Alm dio un suspiro de tranquilidad, pero a la vez se sentía mal, esa muchachita creía que hablaba con ella porque buscaba su amistad, si supiera que era para saber más sobre el marqués- Sobre lo que se dice en el diario, sí es verdad –Alm sintió un escalofrío por el cuerpo
- Entonces Lady Sparrow no miente tanto como yo creía –dijo tratando de parecer graciosa
- No sé cómo se enterará de tanto, debe tener espías –rió ella- Yo creía que las visitas del marqués pasaban desapercibidas –Alm nuevamente sintió un escalofrío, quería saber exactamente qué pasaba en esas visitas
- Bueno, que ambos se ausenten de las reuniones sociales habría causado rumores aunque Lady Sparrow no existiera –vio como Christine pensaba un poco, y luego asentía
- Creo que tiene razón
- Supongo entonces que pronto recibirá una proposición de matrimonio –Alm esperaba atenta su respuesta, pero la muchacha no respondía- ¿O ya se lo ha pedido? –preguntó casi en un susurro, sentía los latidos de su corazón en la cabeza
- ¡Oh no! –dijo Christine con suma rapidez, y aliviada de que fuera así. Alm respiró con tranquilidad, estaba confirmado: no había ocurrido ninguna propuesta de matrimonio- Si eso llegara a pasar, ojalá sea en mucho tiempo más. ¿Sabe? He pensado lo que hablamos en el picnic, y creo que tiene razón. Debería aprovechar mi soltería un poco más –De verdad que Christine no era nada tonta, y eso en esta oportunidad le convenía a sobremanera.
- Me alegro que haya considerado mi consejo. Si me lo permite, ¿puedo preguntarle algo? –requirió mucho más tranquila, pero debía saber en qué “circunstancias” se habían conocido
- Por supuesto, Lady Hastings, pregunte lo que guste
- ¿Es cierto que usted conocía al marqués desde antes que llegara a Londres? –la tranquilidad de su expresión cambió totalmente, parecía como si ese fuera un tema del que no pudiera hablar
- ¿Por qué lo pregunta? –requirió la joven algo preocupada, como temiendo que Almerind supiera algo. Eso era extraño, nunca la había visto así
- Por nada, supongo que sólo por curiosidad –dijo sonriéndole despreocupadamente, Christine al verla así se tranquilizó también
- Es cierto que nos conocimos antes –dijo sinceramente. La preocupación de Almerind regresó, pero siguió hablando. Mal que mal la joven ya le había dicho que quería aprovechar su soltería. La miró inquisitivamente, para que ella siguiera hablando sin la necesidad de insistirle- el Marqués de Kent pasó la navidad en la casa de campo de mi familia, lo conocí ese día y desde entonces nos hemos visto bastante seguido durante el invierno –Alm no supo qué decir a eso, Ian se había ido sólo un par de días antes de navidad, lo que quería decir que apenas se fue había conocido a Christine y desde entonces la había estado frecuentando. Cuando supo que ella parecía no querer dar más detalles tuvo que intervenir
- Entonces supongo que ahí el marqués se enamoró de usted –le dolió decir esas palabras, pero debía sonar como si no le importara. Christine ni siquiera sonrió a eso, comió un pedazo de pastel tranquilamente
- Enamorarse es una exageración, pero sí, supongo que fue ahí cuando se interesó.
La reunión de té había servido para llegar a una sola conclusión, Christine Kensington no estaba en lo absoluto enamorada de Ian, y eso la tranquilizaba, pero no lo suficiente. Al menos, Ian podría insistir todo lo que quisiera pero la joven sin duda alguna no quería casarse.

El Amor De Una LadyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora