Capítulo 15. El gimnasio.

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El lunes es un buen día para cambiar. No es normal empezar una dieta un jueves por la tarde. El día ideal es el primero de la semana, y si coincide que es día uno del mes, mejor. Lo malo es que los lunes son tan extremadamente odiosos, que ya pasando hambre son lo máximo. Pero bueno, las cosas hay que hacerlas bien. El fin de semana es, sin duda, el peor enemigo del control de peso, así que la rutina nos da la razón y empezamos con nuestra hojita de dieta, impoluta, un lunes, como Dios manda.

Yo, una vez, empecé un lunes a hacer una dieta que me dieron en el gimnasio. Son raros los del gimnasio, la verdad. Por la mañana me tenía que beber un café solo, con un zumo de pomelo. Y con todo ese derroche de energía que había desayunado, tenía que tirar en el trabajo, hasta que llegaba el medio día, y ahí sí, ahí podía comer arroz con pollo o pasta con ternera. No había más opciones, y naturalmente, todo era hervido. 

Sinceramente, apartando la dieta de la pasa, esa es la peor que he hecho en mi vida. Me puso el entrenador una tabla de ejercicios también. Yo, de verdad, las cosas de gimnasios las veo como de otro mundo. Yo no las entiendo. Me pregunta a mí que qué es lo que quiero. ¿Pues no me está viendo? ¿Qué voy a querer? Pues coger forma de persona humana, y no de botijo.  Le dije que quería adelgazar y me subió en la cinta. No hay nada peor que la cinta esa. Porque es que como no andes, te caes. Vamos, es que te dice alguien algo, y te despistas un poco, y vas de boca contra el filo en medio segundo.

Yo es que los ejercicios cardiovasculares no los llevo nada bien. Que dice que son buenos para ejercitar el corazón. Lo que son es una bomba de relojería. Oye, que el corazón no para quieto desde que naces hasta que te mueres, ¿en serio hace falta también meterle caña? Pues yo he visto gente caer tiesa al suelo por eso, así que procuro no sofocarme. Y luego las máquinas, con las laminillas esas que pesan como el plomo. La verdad es que es agobiante. 

Pero bueno, mientras estás haciendo una tabla, por lo menos vas a tu bola. Lo malo viene cuando te da por meterte a una clase. Ahí sí que tienes que poner toda la carne en el asador. Yo, para la coordinación, soy bastante mala. Así que siempre he tenido que poner más esfuerzo en hacer las cosas bien que en seguir el ritmo. Y es que, por más que diga la gente que es divertido, yo no consigo encontrarle el chiste a una clase de zumba.

Lo que más me ha gustado siempre es el pilates. Eso sí, porque puedes hacer las cosas como hay que hacerlas. Sin prisa, cogiendo la postura. Por lo menos no acabas con la lengua fuera, eso ya es algo. Pero que dicen que en quince días ya empiezas a ver resultados, y eso a mí no me ha pasado nunca. Ni a mí, ni a ninguna de las que iban a mi clase conmigo.

Porque es que hay que ver lo que desanima ver a una mujer entrada en años y en carnes en un gimnasio. Tú llegas, y te pones a su lado, y ves que no tiene en su cuerpo ni un solo músculo en condiciones. La ves colorada como un pavo allí apretando en la máquina, o en la clase, o en donde sea. Y entonces piensas: "será el primer día que viene". Pero no, ella llega, se te presenta, y te dice: "ya verás lo que te alegras de haberte apuntado, yo llevo ya cinco años viniendo todos los días, y no veas lo bien que estoy".

Entonces es cuando el techo se derrumba sobre tu cabeza. ¿Pues no decían que yendo todos los días al gimnasio, y haciendo la tabla que te dan, en tres meses estás hecha un bombón? ¿Y esta mujer, que tiene toda la sangre en la cara del esfuerzo, cuándo va a ver resultados?

A mí me hunde eso. Y además, que yo no he visto nunca ninguna alumna con el culo ni parecido al de la profesora. Pues será que buscan profesoras con el culo redondo para que parezca que eso se pone así de la gimnasia. Que yo me pongo en la última fila, y veo los culos, que no me lo cuenta nadie, y oye, todos aplastados, y cuanto más tiempo lleves yendo, más aplastado que se te pone.

Yo voy a mirar a ver eso de las liposucciones, a ver el presupuesto que me dan por una del cuerpo entero. Voy a tardar menos, y me va a costar más barato, creo.


¡Cómete el bikini!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora