Capítulo 23. El día de mañana.

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A mí, muchas veces, me entra la duda de saber cómo voy a ser de vieja. Aunque claro, teniendo en cuenta que nadie se ve viejo nunca, creo que la duda no se me va a resolver jamás. Mi abuela, con ochenta años, guardaba unos ahorrillos para el día de mañana. El día de mañana había sido anteayer, pero ella aún se veía joven. 

Una vez escuché que las mujeres, al pasar de cierta edad, se dividen en tres grupos: las que se ajamonan, las que se amojaman y las que se apajarracan. Pues eso es verdad. Yo siempre he soñado con amojamarme, porque sin duda es la mejor opción, por lo menos para mi gusto. Ajamonarme no puedo, porque ya estoy. Lo que me hace sufrir es apajarracarme. Eso me da miedito del de verdad. Y es que tengo yo genes de esos. No quiero ni pensarlo.

Pero claro, también es verdad que una mujer, para mi gusto, a partir de los cuarenta, debe ir cogiendo cinco kilos extra cada década. Porque una mujer mayor y delgada parece un pimiento seco. Y la mayoría no se dan cuenta, oye. Que ves a las actrices ahí adelgazando para que no se les note el lomo ese embuchado que se pone en la espalda por culpa de las hormonas, y se ponen peor. A cierta edad, hay que elegir entre cara o culo, eso lo sabe todo el mundo. Y yo, por ahora, voy eligiendo cara.

Y es que el culo es irrecuperable. Mujer mayor con pantalones es culo sin raja, por muy delgada que esté. A lo mejor es por culpa de las braguitas contentivas esas que se ponen, que aprietan el pellejo y no deja ver formas. O a lo mejor es culpa de las bragas normales. Porque hay que ver las bragas tan grandísimas que se ponen las mujeres algunas veces. Que yo las veo en la tienda y no lo consigo entender. Si la braga es una cosa que no hace falta que llegue a la axila, ¿por qué lo hacen? Y siempre blancas. Ya que se ponen el sujetador color piel, podían conjuntarse, digo yo.

Una amiga mía me enseñó que la braga y el sujetador siempre deben ser del mismo color, y desde entonces yo soy incapaz de ponerme cada cosa de una manera. Pues las mujeres mayores lo hacen, y no les importa. Yo qué sé, supongo que eso tendrá que ir cambiando con los años, porque no me imagino yo a una muchachita de las de hoy, cuando sea mayor, vestida íntimamente con eso. Igual que se han perdido ya, gracias a Dios, las combinaciones esas que se llevaban antes, que eran como un vestidito de tela fina, que se ponía debajo de la ropa para que no se transparentase. Qué cosa más fea, de verdad. 

Las modas van cambiando, y espero yo que, algún día, alguien se dé cuenta por fin de que la faja es una bomba de relojería para la circulación. Pero lo que no entiendo es que, si la ropa ajustada impide que circule bien la sangre, ¿cómo es que las medias esas que venden para descansar las piernas son tan apretadísimas?

Yo un día me puse unas, a ver que tal y, aparte de romperme tres uñas intentando subírmelas, luego no era capaz ni de doblar las rodillas. Y las artistas se las ponen, y bailan con ellas puestas. Porque las piernas que se les ven en la tele, no tienen nada que ver con las que luego lucen en la playa, todas llenas de bultos, como las de toda la gente normal. 

Pues yo creo que, cuando sea ya muy mayor, diré que yo era delgada de joven, y también puedo decir que era alta. Porque la edad encoge, dicen. Una vez ya arrugada, y con tus bragas sobaqueras puestas, puedes decir que eras como te dé la gana decir. Porque, para cuando eso pase, seguro que ya no hay ninguna foto mía para demostrar lo contrario. Que ahora, con los móviles, nos hacemos muchas más fotos que antes, que había que ir cargados con la cámara colgada del cuello, pero la verdad es que luego te quedas sin ninguna. Yo, por lo menos, cuando me hace falta memoria para descargar cualquier aplicación, tiro de galería y la dejo en blanco. 

Pero que, por mucho que desafiemos al tiempo, intentando mantener nuestro cuerpo joven, la edad se nota. Uno sabe que es mayor, cuando empieza a no entender los peinados de los adolescentes. Cuando tú ves un adolescente y te ríes de sus pelos, ya estás en la segunda etapa de la vida. A mí me pasa ya, porque hay que ver los flequillos que se llevan ahora. Me parto.

Pues, al igual que los kilos, la edad hay que llevarla dignamente. Pero que las bragas blancas troqueladas no me las pongo yo ni que me aten.

¡Cómete el bikini!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora