Capítulo 4 "Un recuerdo doloroso"
Un ruido ensordecedor me hace removerme en la cama y así enrollarme en las mantas. Pronto identifico el ruido como una sartén siendo –ruidosamente– golpeada. Gruño y me coloco la almohada en la cara, para amortiguar el ruido, pero noto como la cama se hunde y golpea la sartén más cerca de mí cara.
–¡¿Qué quieres?! –exclamo enfurecida, mientras intento desenrollarme de las mantas sin éxito alguno.
–Son las 8 y hay clase en veinte minutos. –dice y es entonces cuando, alarmada, me levanto de la cama. Pero como seguía enrollada en las mantas, acabé en el suelo.
–¡Argh! Odio tus mantas. –digo entre dientes deshaciéndome de las mantas y corriendo a lavarme los dientes. No hay tiempo para arreglarme el pelo así que me hago un moño y me visto dando pequeños saltos. –¿No te vistes? –le pregunto mientras me pongo una camiseta.
–Está al revés. –me señala la camiseta y yo bizco los ojos y observo la etiqueta sobresaliendo. Me la quito y la vuelvo a poner, esta vez del derecho.
–Vístete, no vamos a llegar a tiempo. –observo cómo se sienta en la cama tal cual una india y una pequeña Jess entra frotándose los ojos en nuestra habitación.
–¿Por qué tanto escándalo? –pregunta y yo miro enfurecida a Emma, quien se encoge de hombros.
–Esta que se cree que hay clase. –dice mientras estalla en carcajadas.
–Hoy es sábado. –me dice la pequeña Jess y se vuelve a su habitación, me giro para mirar directamente a los ojos de Emma y ésta se encoge sobre sí misma.
–Vas a ser comida para los tiburones. –la amenazo mientras la señalo con mi dedo índice para luego tirarme encima de ella y mover mis dedos rítmicamente sobre sus costillas.
–¡P-para! –exclama entre risas pero yo no paro, muevo mis dedos en modo de venganza y luego se me ocurre una idea, paro de mover mis dedos y elevo mis manos a modo de rendición.
–Venga, vamos a la ducha, que hueles fatal. –digo tapándome la nariz y ella se empieza a oler.
–¡Pereza! –dice recostándose en la cama y tapándose hasta la nariz. Ruedo los ojos y tiro de las mantas, a las cuales se aferra como un gato. Sigo tirando hasta que ella deja de agarrarse a las mantas y acabo sentada en el suelo.
–Tú quieres ser comida para tiburones, ¿No? –la fulmino con la mirada.
–Pensándolo mejor, ¡A ducharse! –se levanta de un salto, como si fuese una niña de 9 años, y corre al baño.
«Psicología inversa, como te amo»
Entro detrás de ella en la ducha y escucho el agua empezar a correr.
–Ahora vuelvo, voy a por algo para picar. –le informo.
–Sube el chocolate. –me dice abriendo un poco la cortina de la ducha y yo asiento, bajo hasta la cocina y cojo la tableta de chocolate. La madre de Emma baja y pongo en marcha mi venganza.
–¿La llave del gas? –pregunto con una sonrisa inocente. La madre enarca una ceja y ríe, señalándome un armarito en la entrada. –Gracias. –le digo con una sonrisa y abro el armarito. Miro todas las llaves hasta que encuentro una que en pequeño pone gas. Agudizo el oído y escucho como todavía el agua está corriendo, así que cierro la llave del gas.
–Tres… –empiezo a contar con una sonrisita. –Dos… –y antes de decir el número uno escucho el grito agudo de Emma. –¡Feliz Venganza! –grito y subo las escaleras para esconderme.
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¿Casualidad o Destino? (Editado)
RomanceElla no cree en las casualidades y él no cree en el destino, ¿Su historia ya estará escrita o todo se basa en una improvisación? Obra registrada en Safe Creative, código: 1408211796122