Capítulo 17 "Reconciliaciones" (editado)

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Capítulo 17 “Reconciliaciones”

Me despierto por el ruido de la puerta principal cerrarse, me levanto pesadamente de la cama y con la visión un poco borrosa me pongo lo primero que encuentro, la camiseta de Adrián. Voy hasta el salón y veo el sofá cubierto por una manta y un cojín ¿Había dormido aquí? Me mordisqueo el labio sintiéndome culpable de su seguro dolor de espalda. Me fijo en la puerta, la había oído cerrarse, la abro y sacando la cabeza miro los pasillos y veo a Adrián discutiendo con Lissa, cierro la puerta cuando ambos miran hacia mi dirección. Pongo la oreja e intento escuchar sus antes notables gritos, pero ahora han bajado el volumen.

La puerta se abre y yo me caigo de culo, levanto la mirada y me encuentro con Adrián.

–Cotilla. –susurra con una sonrisa, sonrío por haber sido descubierta.

–Oí la puerta y… me entro curiosidad. –digo con las mejillas rojas de la vergüenza.

–Si te hubiese visto otro que no fuese yo, moriría. –me pregunto por qué lo dice pero al mirar mi vestimenta lo entiendo. Tengo puesta una camiseta de Adrián que a él le queda pequeña, deja ver mi culo y un poco de mi ropa interior rosa bebé con corazones negros.

–Y yo, pero de vergüenza. –susurro, me tiende su mano y yo la agarro, me levanta y con su otra mano cierra la puerta, me aprisiona contra la puerta.

–Dime que me quieres. –me pide.

–Te quiero. –susurro. Se acerca más a mí, consiguiendo extinguir cualquier tipo de distancia entre nosotros dos, sonrío mientras me besa y acabamos sonriendo los dos.

–Y yo a ti. –me susurra al oído–. Vuelve a dormir, en un rato iremos a comer a un sitio. –me da un empujoncito y empiezo a subir las escaleras, pero a la mitad de estas miro hacia atrás con mi labio inferior formando un puchero.

–¿Vienes conmigo? –escucho su risa nada más preguntárselo y sube las escaleras hasta mi altura. Se pone un escalón más abajo que yo y me siento alta, así que sonrío. Me dedica un beso en la mejilla y me coge en brazos a lo que yo grito.

Corre hacia la habitación y me tira sobre la cama.

–Dije a dormir. –dice elevando una ceja y yo río, me hago un ovillo y cierro los ojos dejándome llevar por el cansancio. Lo último que recuerdo es a Adrián tumbarse a mi lado, taparnos con una manta y yo apoyarme sobre su pecho.

***

Escucho un pequeño ruido y empiezo a moverme, pero el brazo de Adrián me aprisiona. Me intento estirar para apagar la alarma pero me atrae más hacia él y acabo tirando el despertador al suelo, lo que despierta a Adrián.

–¿Qué ha sido eso? –esbozo una sonrisa.

–El despertador. –me levanto de la cama y vuelvo a colocar el despertador en su sitio, que por el golpe, había dejado de sonar. Me dirijo hacia las cortinas cerradas y las abro, dejando que la luz entre y ciegue a Adrián. Observo la Torre Eiffel, está a unos kilómetros de nuestro hotel y es preciosa, pero lo es más de noche–. ¿Y si hacemos turismo? –pregunto mientras me dirijo hacia el armario y saco unos vaqueros largos y un jersey beige.

–Me gusta la idea. –se levanta de la cama y se empieza a vestir.

–Y luego… ¡Comemos en un restaurante francés! –digo como si fuese una de las maravillas del mundo.

–Lo que quieras. –me besa la frente–. Me encanta cuando estamos así de bien. –esbozo una cálida sonrisa.

***

Después de una mañana turística, nos encontramos frente a las puertas de un caro restaurante francés que pagaríamos con nuestra paga. ¡Sí! Nuestra paga.

¿Casualidad o Destino? (Editado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora