XXIX: Creí que éramos amigas

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Mientras comíamos tacos, Lizz me envió un mensaje en el que decía que su vuelo iba retrasado y que no llegaría hasta mañana... ni qué hacerle. Al terminar de disfrutar de nuestros deliciosos tacos, regresamos caminando a casa para matar el tiempo.

Ya estando en casa, nos tomamos el tiempo de acomodar nuestras cosas en las habitaciones correspondientes, antes de darnos nuestro merecido descanso después de un vuelo tan largo como el que tuvimos.


Al siguiente día, Víctor y yo despertamos muy temprano gracias al cambio de horario, por lo que estuvimos platicando y viendo la programación navideña en la televisión de mi cuarto.

-¡Ya llegué!- escuché desde mi habitación. Esperen... ¡ya está aquí! Me levanté rápidamente, ignorando por completo a Víctor, que se encontraba sentado en la alfombra diciendo algo sobre... algo.

-¡Está aquí!- exclamé a la vez que salía de la habitación, dejando a un Víctor un tanto confundido.

-¿Lizz?- escuché que preguntó, pero no obtuvo respuesta alguna de mi parte, ya que me encontraba más ocupada en llegar hasta donde estaba mi mejor amiga.

Prácticamente corrí de mi habitación hasta la puerta de la casa y, a punto estuve de hacernos caer a Lizz y a mí, pero supongo que ella lo vió venir, ya que de alguna extraña manera alcanzó a sostenerse de la pared y evitar la caída.

-¡Te extrañé, Lizz!- exclamé con emoción.

-No ha pasado tanto, no exageres.- dijo sonriendo, y yo la mire de mala gana.

-Para mí se sintió como una eternidad, ¿de acuerdo?- digo, volviendo a abrazarla.

-Para ti es siempre una eternidad cuando no ves a alguien.- dice Víctor, llegando a donde estamos. -Hola, Lizz.- saluda.

-Hola, idiota número dos.- lo saluda ella.

-¿Quién es el número uno?- pregunta el idiota, un tanto confundido, recibiendo una mirada de "¿es en serio?" por parte de Lizz, que me señala.

-Paula es la número uno.- suelta de repente, ganándose un gesto de sorpresa y falsa indignación de mi parte.

-Creí que éramos amigas.- digo, llevando una mano a mi corazón, dejándome caer con gracia en el sofá, para añadirle más drama al asunto.

-Es el punto... somos amigas.- dice ella. -Mejores amigas, hermanas... todo.- agrega.

Ese "todo" me recuerda a cuando éramos pequeñas, mucho antes de conocer a Víctor. Ambas decíamos que éramos mejores amigas/primas/hermanas, aun cuando no hay sangre de por medio que nos una, pero hay lazos mucho más importantes que la sangre misma, lazos que nos han mantenido unidas sin importar los kilómetros que suelen cuando vivimos en distintas partes del mundo.

De la nada, mi celular comienza a sonar, lo que logra exaltarme y sacarme de mi mundo de pensamientos. Lo saco del bolsillo de mi pantalón y me doy cuenta de que se trata de un número desconocido, pues no lo tengo registrado en mis contactos.

Desconocido: No me extrañes, aún no comienzo a hacer tu vida imposible.

Yo: ¿Quién eres y por qué diablos tienes mi número?

Desconocido: Ahora resulta que no sabes quién soy. 

La respuesta me desconcertó un poco, por lo que decidí poner mi celular en modo vibrador y no contestar en ese momento.

Caí en cuenta de que Lizz y Víctor estaban en completo silencio, observándome.

-¿Qué?- dije, guardando mi celular de nuevo.

-¿Quién era?- preguntó mi mejor amigo con obvia curiosidad por saber.

-La verdad, no tengo ni idea... algún idiota queriendo hacer bromas.- contesté, queriendo convencerme de eso.

Sentí mi celular vibrando y no pude evitar soltar un suspiro de frustración; volví a sacarlo de mi bolsillo, porque la curiosidad puede más que mi voluntad en algunas ocasiones.

Desconocido: Vaya, no creí que fueras alguien de vistos. Te daré una pista: si no fuera por mí, uno de tus libros estaría perdido en algún lugar de Berkley.

Claramente sentí el imaginario balde de agua fría cayendo sobre mi cabeza al darme cuenta de quien era el emisor de esos mensajes.

-Este idiota.- solté.

-¿Quién? ¿Yo?- escuché a Víctor preguntar, por lo que solo atiné a reírme y negar con la cabeza.

-Tú no.- aclaré. -De alguna manera, el idiota de Selley consiguió mi número.- explico.

-¿El que aparentemente la tiene contra tí?- preguntó Lizz.

-Yup. No sé cómo o por qué lo hace, pero ya me tiene hasta la...-

-Hey.- me reprendió Víctor antes de siquiera poder terminar la frase. -Son vacaciones, puedes simplemente ignorarlo y disfrutar de los días en los que no hay que ir a Berkley. No pienses en cosas que te alteren... Ben Selley, por ejemplo.-

-Tienes razón, le diré que deje de estar ching...-

-¡Paula!- me reprende Víctor de nuevo, a lo que Lizz ríe.

-¡Perdón! Es que me saca de mis casillas.- respondo.

-No deberías interrumpirla cada que quiera decir malas palabras.- le dice Lizz a Víctor. -Vas a lograr que la pobre se frustre más.-

-¡No estoy frustrada!- suelto y ella me lanza esa mirada de "no-finjas-que-yo-te-conozco-bien". -De acuerdo, quizá solo un poco.-

-Lo sabía.- dice ella y yo ruedo los ojos.

Decido no contestar el mensaje de Ben y no estresarme por cosas que no valen la pena. Mejor preocuparme por la pronta llegada de mamá y mi hermana y la planeación de los días libres que tenemos por delante.

Lizz, Víctor y yo, tomamos la inteligente decisión de no intentar quemar la casa en nuestro primer día estando juntos y salir a desayunar a algún restaurante de comida mexicana, para luego ir en la extensa búsqueda de algunos regalos para Navidad.

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⏰ Última actualización: Dec 20, 2017 ⏰

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