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"Lamias, fisiológicamente muy parecidas a las mujeres humanas, solo que en vez de piernas tienen una cola de serpiente. Normalmente pacíficas, se encuentras extintas luego de la Gran Guerra. Tienen la capacidad de aparentar ser una mujer humana completa, gracias al alto poder mágico que poseen". Enciclopedia de criaturas, Evalio Paez.

Sentados en el parque, bajo un árbol, se encontraban Gustav y Anastasia. Gustav recostado sobre un roble, usando el tronco como respaldo, Anastasia sobre él acurrucada, recostada sobre su cuello. Ante la mirada de los curiosos, eran una pareja normal haciendo arrumacos, pero lo que no sabían, y no debían saber, era que en ese momento Anastasia estaba bebiendo un poco de la sangre de su joven novio, con una mordida cariñosa, tierna e íntima, en la que podían ambos conectar sus sentimientos. Luego conversaban, acurrucados uno al lado del otro.  La vida para ambos había tomado un cariz más alegre.

Gustav todos los días seguía asistiendo a la biblioteca para leer sobre su temática favorita, la magia, pero ahora además se enfocaba en vampiros.

‒Hola ‒lo saludó Anastasia, un día en la biblioteca.

‒Oh, hola, no te sentí llegar.

‒Es una de las cosas que solo podemos hacer nosotros, después vas a experimentar otras, je, je, je.

‒Pero qué cosas dices ‒le respondió Gustav, algo sonrojado.

‒Yo debería actuar tímida y tú como el conquistador, aprende a usar bien los roles je, je, je ‒le dijo Anastasia, mientras le guiñaba un ojo.

‒Eh, en fin, no he encontrado lo que me habías pedido, Anastasia. Estuve buscando en la sección de historia y medicina, pero... ‒se detuvo a mitad de lo que tenía planeado decir, Anastasia lo había abrazado tiernamente por detrás.

‒Te quiero, lo sabes, ¿cierto?

‒Sí, a mí también me gustas mucho, Anastasia.

‒Entre "querer" y "gustar" hay harta diferencia ‒le respondió la chica, mientras lo miraba, fingiendo un puchero con su boca.

‒Oh, vamos, sabes a lo que me refiero... me gustas, te quiero, te amo, la semántica puede que me falle, pero lo que siento por ti es eso.

‒Sabes cómo salir de situaciones complicadas, galán ‒le dijo Anastasia, mientras le guiñaba un ojo‒. Y bueno, casanova, me has estado conociendo cada día más.

‒Sí, creo que sí.

‒Entonces, debes saber qué se viene ahora.

‒¿Cómo? ‒Anastasia ocupó su fuerza sobrehumana para tomar a Gustav de los hombros y dejarlo en el suelo, quedando ella sentada arriba‒.¿Q-qué haces? ¡Estamos en la universidad! ‒le dijo Gustav, aunque la situación comenzaba a encenderlo a él también.

‒¿Eh? ¿Acaso no puedo tener la porción de sangre de mi querido novio cuando quiera? ‒dijo Anastasia con un fingido puchero.

‒No es eso, pero... ‒esas palabras no pudieron salir de su boca, Anastasia había bajado su cabeza y le estaba dando un cálido y tierno beso en los labios.

‒Ahora viene lo mejor ‒le dijo, al tiempo que bajaba al cuello del chico y le daba luego de unos tiernos besos una mordida para comenzar a beber un poco de sangre. Luego de eso, se quedaron sentados y abrazados, con un librero como respaldo, conversando de algunos ramos, de ciertos chicos que habían peleado en la hora de almuerzo y de algunas estudiantes de intercambio que habían llegado hacía ya unos meses, pero que eran muy reservadas, nadie sabía mucho de ellas y nadie había logrado establecer amistad con las nuevas, ni siquiera ellas mismas entre sí, cosa que es común cuando se es un grupo de gente que está entrando en un lugar nuevo, los une el desamparo de no conocer al resto y no estar en ningún grupo.

Monster GirlsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora