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Elfos, antigua raza casi inmortal que podía usar conjuros que extraía del poder de la tierra y la naturaleza, de apariencia humana salvo por sus orejas puntiagudas que podían ocultar para pasar inadvertidos. Fueron los últimos en caer en la Gran Guerra contra los humanos, con ellos se perdió mucho conocimiento y arte". Enciclopedia de criaturas, Evalio Paez.

El viento soplaba con fuerza sobre la estación de seguridad, de la carroza bajó un hombre alto de pelo corto y hombros anchos. A paso firme, entró en el lugar y se fue directo a la oficina en que lo esperaban.

‒Señores ‒saludó‒. Creo que la situación es clara.

‒Teniente Barras, ojalá su viaje haya estado alejado de percances ‒saludó en forma irónica David, padre de Gustav.

‒No sé si reírme o llorar, capitán David, su distrito parece tener problemas ‒le dijo Barras, mientras lo miraba con sus ojos fríos y juzgadores.

‒Bueno, acompáñeme a la sala de reuniones, teniente, los oficiales están esperando ahí ‒dijo David, mientras daba media vuelta y comenzaba a caminar. A sus cincuenta años, seguía con el pelo de color castaño oscuro, solo unas pequeñas canas se aparecían en su melena, con una estatura un poco sobre la media, se las arreglaba para inspirar respeto con su sola presencia. Llevaba varios años ejerciendo de capitán de distrito en su ciudad, hasta ahora con bastante éxito, sin embargo, los últimos acontecimientos lo habían puesto bajo la lupa, a él y a la ciudad que debía proteger. Índices de magia extrañamente altos en el aire, un extraño incidente en el que se habían visto involucrados los Capas Rojas y en el que, además, esos extremistas habían sido reducidos, todo había puesto intranquilo al Comando Central, quienes habían mandado a revisar la situación con el teniente Barras.

‒Bien, muchachos ‒dijo David, entrando a la sala‒, por favor, pónganse de pie para saludar al teniente Barras ‒diciendo eso, se alejó de la entrada para que Barras pasara.

‒Señores, no vengo a pasear, ahorremos toda esta parafernalia, estoy aquí porque se cree que no han estado haciendo bien su trabajo ‒mientras lo decía, miraba seriamente a cada uno de los presentes, el único que le mantuvo la vista directa a los ojos fue el capitán, que lo observaba con unas pupilas impasibles‒. Al parecer, hay al menos un ser mágico por aquí y he venido a eliminarlo.

‒Señor, si me permite ‒dijo un sargento sentado al final de la mesa, de pelo crespo y rubio‒, ¿es verdad lo que se dice? ¿Se ha encontrado ya con monstruos? ¿Los ha matado?

‒Ja, veo que este chico está bien informado, sí, tuve el placer de ayudar a limpiar este mundo dos veces, un orco y una harpía, eso fue lo que me encontré en los caminos del sur, se pensaba que era una banda de delincuentes, pero por la concentración de magia en el aire yo creía lo contrario y, bueno, al final tenía razón ‒un murmullo generalizado se alzó en la sala.

‒Silencio, ya creo que deben querer preguntarle muchas cosas al teniente, pero no está acá para eso, sino que para encontrar las supuestas bestias que él cree que hay en la ciudad.

‒Veo que sigue sin creerme, capitán ‒dijo Barras con una sonrisa burlona.

‒No hay pruebas suficientes, pero si quiere venir a gastar tiempo es cosa suya, mientras no se entrometa en nuestros procedimientos, puede buscar todo lo que quiera.

‒Capitán, me encantará ver su cara el día que le traiga al vampiro que está viviendo escondido en este lugar ‒dijo Barras, mientras se paraba y luego se retiraba del lugar. El capitán esperó a que se alejara lo suficiente.

‒Ese Barras... ‒dijo el capitán David.

‒Señor, ¿tan mal está la situación que lo envían a él?

‒No, me quieren en otro departamento y harán todo con tal de hacerme enojar para que salga de aquí, es solo eso, las lecturas de energía no han estado sobre lo normal y aparte del incidente de los Legionarios, no ha pasado nada más.

‒Señor ‒dijo uno de los subalternos, mientras se acercaba a David que salía de la sala de reuniones, rumbo a su despacho‒, creo que he sido víctima de un hechizo Amnesia, hay partes de mi memoria que no puedo recordar, parte de los datos de investigación que tengo, no entiendo por qué los tengo.

‒Hechizos de amnesia, son difíciles de aprender. Debe haber sido alguien con mucho talento en las artes mágicas... diablos, ninguna palabra de esto a Barras, trataremos de resolverlo solos. Dame esos datos de investigación, hombre.

‒Tome.

‒Pero qué... ‒dentro de las hojas de investigación estaban los datos de una persona, alguien a la que el capitán conocía... su propio hijo, Gustav.

‒Señor, ¿está bien?

‒Sí, no es nada, es solo que, bueno, me desconciertan un par de estos datos... Envíen a alguien que vigile permanentemente la Universidad... y a mi hijo. 

Monster GirlsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora