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El impacto era inminente, la victoria segura, pero un rayo azul golpeó la bola de energía, haciendo que desapareciera.

‒¿Dos contra uno? ¡Qué valientes! ‒Gustav se había recuperado del impacto y se acercaba trotando hacia donde estaban peleando.

‒Ese hechizo te debió dejar fuera de la pelea, parece que te gusta poner hechizos defensivos, bastante precavido el mocoso.

‒Gracias, no les será fácil sacarme de esto, en mí he puesto varios hechizos para protegerme. Ahora esto es un dos contra dos ‒Gustav recitó un hechizo, el viento se arremolinó frente a su varita para luego volver a calmarse.

‒Es mi turno ‒quien estaba más a la izquierda, el más tranquilo de los dos atacantes, comenzó a recitar un hechizo, a medio camino salió despedido hacia arriba, mientras el viento se arremolinaba en donde estaba. El otro hombre siguió con su ataque hacia Ani.

‒¡Quédate quieta, perra!

‒¡Qué mala puntería tienes, humano! ‒Ani sabía que estaba en problemas, no lograba acercarse a su oponente, no sabía el impacto que tendría en su cuerpo aquella esfera de energía, si es que lograba impactarla, además, era cosa de tiempo antes de que comenzara a cansarse, en ese momento sería inevitable que su oponente por fin acertara. Era una pelea de resistencia, ¿qué se acabaría primero? ¿La magia del hombre o la resistencia física de la elfa?

Gustav no previó que su oponente, aún en el aire, pudiera atacar. Mientras caía, de su varita salían rayos verdes que Gustav esquivaba como podía. El joven desconocía la potencia de aquel hechizo, no se iba a arriesgar a bloquear los ataques, pues la última vez que lo había hecho había salido disparado, dejando sola a Ani. El hombre cayó al suelo con gracia gatuna y siguió atacando, el mismo rayo, una y otra vez, Gustav esquivaba y contraatacaba. A diferencia de él, el desconocido bloqueaba sus ataques con su varita, así podía responder más rápido. Después de cada intercambio, los proyectiles mágicos del hombre pasaban más cerca de Gustav, el joven se estaba cansando, era cuestión de tiempo para que le fuera imposible esquivar, decidió jugársela por el todo o nada. Comenzó a murmurar un hechizo, el oponente siguió atacando, en vez de esquivar, se quedó de pie, recitando el conjuro.

¡Espejo! ‒gritó, justo cuando el rayo lo iba a golpear, su cuerpo brilló, el rayo le dio de lleno, el joven no se movió, pero sí gimió de dolor y escupió sangre.

‒No sé qué trataste de hacer, pero parece que no resultó ‒diciendo esto, el hombre volvió a lanzar otro hechizo, Gustav no se movió, volvió a recibir el impacto, un grito de dolor salió de su boca, el joven cayó de rodillas.

‒Hasta aquí llega el prodi... ‒el hombre comenzó a tambalearse y cayó tumbado de frente, inconsciente.

El de pelo negro, autoproclamado enemigo de los elfos que estaba luchando contra Ani, vio lo que pasaba y aprovechó la oportunidad. En vez de atacar a Ani, cuando vio que el joven caía de rodillas, lanzó un hechizo contra él, el rayo amarillo fue a toda velocidad hacia su objetivo, golpeándolo en la espada, pero, inesperadamente, rebotó y chocó contra el suelo.

‒Buen intento ‒murmuró Gustav, mientras se ponía de pie.

‒¿Había un hechizo defensivo en su espalda? ‒el hombre se dio cuenta que no veía a la elfa, la chica había aprovechado todo para acercarse a su oponente, ahora en una batalla a corta distancia por fin tenía la ventaja, los elfos tenían mejores reflejos, eran más rápidos y fuertes que cualquier humano, la única forma de derrotarlos era mantenerlos a raya con ataques a distancia.

‒¡Hasta aquí llegaste! ‒Ani esquivó el ataque a quemarropa del hombre y se puso justo debajo de este, empuñó su bella mano y le dio un golpe, dándole de lleno en el abdomen, había usado un hechizo élfico para potenciar sus capacidades físicas, ese golpe debería romperle las costillas a su oponente y dejarle una severa contusión interna, sin embargo, el hombre solo se agachó un poco, como si se hubiera tratado de un golpe normal.

‒Es una pena, bestia, venía preparado contra los sucios ataques cuerpo a cuerpo que tu raza hace ‒el hombre le apuntó con la varita a la descolocada elfa, listo para darle de lleno, cuando un rayo azul lo golpeó en su costado derecho, lanzándolo despedido hacia un árbol.

‒Nada mal ‒el hombre se paró, usando el árbol como apoyo, su respiración agitada confirmaba que no se encontraba bien‒. Tendré que ponerme serio... invocación, activada ‒luego de decir esto, su varita comenzó a emitir un brillo azul y se transformó, tomando la forma de una daga‒. Les presento la Daga del Valle, dense por muertos, ¡daga, actívate! ‒el hombre lanzó el arma al aire, esta quedó flotando y luego salió despedida hacia Ani, la elfa pudo esquivar por poco el filo de la hoja. A una velocidad cada vez mayor, la daga siguió hacia Gustav, el chico, incapaz de esquivarla debido a su estado, le lanzó un hechizo, una bola de energía verde que fue atravesada por el arma. La daga lo golpeó en su costilla derecha, haciendo un corte profundo y tumbando a Gustav, mientras Ani había aprovechado para tratar de acercarse al dueño del arma que parecía indefenso, pero la daga, cada vez más veloz, volvió sobre sí misma y atacó a la elfa antes de que pudiera cubrir el trecho que separaba de su atacante.

Esquivó una y dos veces a la daga. Logró esquivarla una tercera y una cuarta vez. A la quinta, el cansancio se comenzaba a hacer presente, Ani respiraba con dificultad. De pronto, la daga cayó al suelo y desapareció, dando lugar a la varita de su oponente, la chica levantó los ojos y pudo ver a Anastasia, que corría hacia Gustav, y sangraba profusamente. Su oponente yacía inconsciente, con la cabeza herida.

Monster GirlsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora