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Gustav dejó activados todos los hechizos defensivos que pudo recordar en el departamento de las chicas y les hizo prometer que serían en extremo cuidadosas, si es que llegaban a salir. Así pudo volver a su casa más tranquilo, todo lo que había pasado lo tenía bastante preocupado, se sentía de manos atadas, si es que comenzaban a llegar más enemigos que usaran reliquias no podría hacer mucho, sin importar cuanto entrenara. La única solución posible era que encontrara una reliquia para hacer frente a las de los enemigos.

A medio camino, cerca de un paradero de bus, un hombre estaba de pie, observándolo, no le costó reconocerlo. Era Barras, el tipo que lo había atacado en la universidad hacía ya unas semanas. El joven siguió caminando, acercándose al hombre, tratando de ignorarlo para llegar a su casa, no tenía ganas de tener discusiones sin sentido. Cuando pasó por su lado, este le cortó el paso, extendiendo su mano.

‒Niño, ¿qué le hiciste a mis hombres?

La pregunta quedó flotando en el aire, "sus hombres". ¿Qué hombres? Y, de pronto, las piezas calzaron, el tipo estaba tras los seres mágicos, quizás ya sospechaba de Ani y Anastasia, quizás, aquellos desconocidos eran esbirros de él, verdugos que querían ejecutar sus órdenes.

‒No sé de qué me habla ‒le respondió el chico, mientras la rabia lo comenzaba a invadir.

‒No te hagas el desentendido, hace mucho que sospecho de la rubia colegiala y de tu novia, tengo hombres que han estado siguiéndolas, pero hoy perdí contacto con dos, no aparecen por ningún lado y en el parque de tu universucha encontramos restos de lo que parece ser una batalla. REPETIRÉ LA PREGUNTA, ¿qué le hiciste a mis hombres?

‒¿Debo asumir esto como una confesión? Mandaste a dos tipos armados a una universidad a atacar a una menor de edad y ahora estás preguntando qué les pasó, ¿correcto?

‒Solo la seguían, las labores de vigilancia de sospechosos no son ilegales, tu padre estaba informado de todo esto. Por lo que dices, tengo que inferir que entablaste pelea contra oficiales uniformados, resistirse a un arresto es una falta grave.

‒No, no vi ningún uniformado, tal vez un par de asesinos con capuchas, pero no estaban uniformados.

‒Me colmaste la paciencia ‒Barras sacó su varita, Gustav dio un salto hacia atrás y sacó la suya.

Barras lanzó un hechizo, de su varita comenzó a salir un humo verde, el lugar rápidamente comenzaba a ser llenado por aquella neblina verdosa. Gustav lanzó un hechizo, un rayo azul salió rumbo a Barras que lo bloqueó con su varita. El hombre contestó, lanzándole un gran rayo rojo, pero Gustav, gracias a su agilidad sobrehumana, lo esquivó con facilidad y se acercó, cuerpo a cuerpo sería fácil deshacerse de Barras, más que mal y a diferencia de él, su oponente era totalmente humano.

‒Puede que seas incluso un prodigio, pero no eres más que un principiante, no hay ninguna forma en la que puedas ganarme.

‒Todo lo que has hecho hasta ahora raya siempre en lo ilegal, atacar a un civil como yo, sin pruebas ni un permiso oficial, es ya de frente algo penado por ley.

‒Mis métodos no son muy ortodoxos, pero funcionan.

‒Veamos cómo te va con esto ‒Gustav sabía que estaba en desventaja, había estado buscando información sobre Barras, el oficial era conocido por su gran habilidad para la lucha mágica, además de tener un gran talento para improvisar. El chico recitó un hechizo y sintió como los músculos de su cuerpo se tensaban, ahora sus habilidades físicas se habían potenciado. Dando un salto hacia adelante, acortó enormemente la distancia que lo separaba de su oponente.

‒¿No creerás que vine dispuesto a enfrentarte sin tener un plan para frenar la fuerza que conseguiste, vendiendo tu alma al diablo?

‒¡Cierra la boca! ‒le gritó el chico que corrió hacia la derecha, todos los músculos de su cuerpo estaban duros, su mirada quería romperlo todo, hizo una finta y de un salto quedó lo suficientemente cerca como para que sus puños alcanzaran a Barras, amagó a golpearlo de frente y se agachó para atacarlo desde abajo en la boca del estómago de su enemigo, su puño se estrelló contra las costillas de Barras y algo se rompió... pero no fueron las costillas del atacado, sino la muñeca del atacante.

Un grito de dolor llenó la vacía calle, el joven, medio cegado y confundido por el dolor, dio un paso hacia atrás, de nuevo se había confiado de su superioridad física.

‒Un hechizo defensivo Espejo, muchachito, nuestra raza lo creó para defenderse de la fuerza bestial de los monstruos que ahora tú proteges ‒se movió despacio hacia él, mirándolo fríamente-. Te lo pediré una vez más, abandona a esas cosas, únete a mi equipo, mantengamos a salvo la humanidad, no sé si será simple calentura o crees querer de verdad a esas cosas, pero terminarás cambiando la vida de tu familia por ellas, sé racional ‒Barras lo miraba fijo, pero como respuesta el chico le disparó un rayo negro, con su mano buena, mientras su mano izquierda goteaba sangre, hecha añicos por el golpe que él mismo había dado.

Barras bloqueó el rayo negro, al hacerlo se dio cuenta de su error, su varita salió disparada hacia arriba y se quedó flotando, rodeada por una esfera negra semitransparente.

‒Jaque mate ‒le dijo el chico, mientras lo apuntaba con su varita, su cuerpo se tambaleaba ligeramente de un lado a otro, el cansancio hacía mella.

‒Un hechizo muy antiguo y difícil de dominar, tienes talento, es una pena que los humanos no podamos contar con él, con mayor razón aún te tengo que matar, alguien así apoyando a las bestias solo traería ruina a nuestra raza.

‒Ríndete y lárgate, no tengo intención de matarte.

‒Jovencito, no soy ingenuo, apenas me de vuelta tratarás de borrar mi memoria. No estoy derrotado ni mucho menos, con esto solo conseguiste que tenga que luchar en serio ‒el oficial respiró hondo, sin dejar de mirarlo‒. ¡Reliquia, actívate, elimina el mal! ‒la esfera que tenía prisionera a la varita de Barras se resquebrajó para luego desaparecer, la varita cayó a la mano de su dueño y comenzó a brillar para luego transformarse en una pistola.

‒Esta es la famosa Pistola de Londres, eliminadora de males y creadora de sueños, si fuera tú, este sería el momento en que me comenzaría dar miedo ‒le dijo Barras con una sonrisa, mientras lo apuntaba con su reliquia. No se equivocaba, el joven había escuchado y leído respecto a esa reliquia, el panorama se le ponía negro, muy negro. 

Monster GirlsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora