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VIII

‒Vaya, vaya, así que este humano era quien nos seguía.

‒¿Qué? ‒se escuchó la voz de Anastasia en algún lugar.

‒Mantente escondida, no sabemos cuántos más puede haber.

‒¿Qué les pasa? ‒preguntó Gustav.

‒Pues nos pasa que al parecer eres un agente de los Legionarios, uno que nos estaba espiando, llevamos meses teniendo que volver temprano a nuestro departamento por miedo a ser emboscadas ‒dijo la elfa con cierto enojo.

‒No, solo era curiosidad, quería saber un poco más de mi novia.

‒¿Qué? ‒preguntó la elfa, mientras levantaba una ceja.

‒Esa voz, ese aroma... ‒Anastasia de un salto salió de entre los arbustos y se interpuso entre la elfa y Gustav.

‒¿Pero qué te pasa? ‒le preguntó la elfa.

‒Ani, es mi novio, no es nadie de la policía y menos un legionario.

‒P-pero ese nivel de magia que siento...

‒Es que ha aprendido mucho por su cuenta, usó el Liberus, ¡y fue un éxito!

-Estás loca, es un humano y si maneja la magia, peor aún.

-Libéralo.

-NO, es peligroso.

-Ani, es mi novio, te estoy diciendo que no es un peligro, de hecho, es quien me cuida y protege en la universidad, libéralo.

‒Está bien ‒dijo la elfa, mientras deshacía el hechizo de mala gana y Gustav volvía a poder moverse.

‒Creo que comenzamos mal, mi nombre es Ani Waig, una elfa, amiga desde hace mucho de Anastasia. Un placer conocerte.

‒H-hola, soy Gustav, humano, novio de Anastasia, el gusto es mío ‒la chica se veía más linda desde cerca, sus ojos azules combinaban perfecto con su pelo rubio y sus orejas puntiagudas, el plus se lo daban sus curvas, muy pronunciadas.

‒Anastasia, tu novio me está mirando con ojos de lujuria ‒le dijo la chica, mientras reía.

‒Oh, por Dios, Gustav no sabes controlarte ‒dijo, riendo, Anastasia.

‒Em, Anastasia ven acá, tengo un favor que pedirte, este chico irradia mucha magia y bueno, ya sabes...

‒No, es mío, lo siento.

‒No seas egoísta, no es que me guste ni nada, pero ya sabes... además, me miraba, n-no es que me importe ni nada...

‒Cállate, le gustan refinadas y armónicas como yo, no con tanto volumen.

‒Sus ojos decían otra cosa...

‒¿Desde cuando puedes leer los ojos? Ni siquiera sabes manejar bien tus poderes.

-Vamos, Anastasia, no seas insegura, no te lo voy a quitar, solo pido que, como buenas amigas, lo compartamos.

-Mira, Ani...

‒Eh, disculpen... ‒dijo Gustav, no estaba entendiendo nada.

‒SILENCIO ‒le dijeron ambas al mismo tiempo.

‒Está bien... ‒replicó Gustav, sin entender que pasaba.

‒Bueno, como decía...

‒Espera Ani ‒detuvo a su amiga a media frase, su cara se tensó‒, siento algo raro, hay más presencias por el lugar, humanos que saben usar magia. ¡Nos han rodeado!

Monster GirlsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora