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Gustav no sabía si alegrarse o preocuparse. Cuando no vio salida, cuando lamentaba su debilidad, cuando se despedía de Anastasia y le pedía perdón por dejarla sola, unas vendas surgieron del suelo, atacando a Barras, mientras envolvían el cuerpo del joven, para luego llevarlo bajo tierra, lo último que vio antes de que las vendas lo taparan por completo fue a Barras disparando a las vendas.

La cabeza del joven no podía simplemente desconectarse, mientras sentía como avanzaba bajo tierra rodeado de esas vendas que parecían moverse por sí mismas, el chico luchaba con varias cosas en su cabeza, la principal era la sensación de ahogo que se hacía cada vez más latente estar bajo tierra con muchas rocas y sedimentos, separándolo del aire lo hacían sentirse sin aire, sin espacio. El chico trató de calmarse distrayendo su cabeza, sabía que fuera lo que fuera, esas vendas lo habían rescatado, quien estuviera destrás de ellas, no iba a salvarlo de morir en manos de Barras solo para dejarlo morir ahogado allá abajo. El racionalizar la situación le ayudó a bajar sus pulsaciones y cuando el ahogo ya no colmaba toda su cabeza, la rabia y frustración colmó su ser, el sentir que sin reliquias no podía hacer nada, esa diferencia de poder que provocaban esos artefactos lo enojaba, era injusto, pernicioso, frustrante, el no poder palear esa diferencia de poder que aquellas cosas generaban.

El cansancio y la falta de aire poco a poco se llevaban la conciencia del chico, que no tardaría en perder el conocimiento. Los últimos pensamientos del joven alto, amante de la magia, fueron en una dirección, volverse más fuerte, llevar la magia hacia un camino que pudiera frenar las reliquias, frenarlas y destruirlas.

Monster GirlsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora