Ani caminaba tranquila por el parque que dividía el campus de aquella universidad, sin saber que era seguida muy de cerca. Dos hombres ataviados con capuchas iban detrás, mismo peso y estatura, la única diferencia que se podía apreciar a simple vista era el color de su pelo, uno era castaño claro y otro negro.
‒¿Terminaste el conjuro, Pablo? ‒dijo el sujeto de pelo castaño.
‒Sí, no hay lugar a dudas, es una elfa ‒respondió el hombre de pelo negro.
Ambos desconocidos estaban ocultos entre los arbustos del parque. Que la chica eligiera esa ruta les había facilitado el trabajo, en este lugar era mucho más fácil acercarse, pasando inadvertidos.
‒Deberíamos volver a informar.
‒No lo sé, entre los dos podríamos contra ese demonio, aprovechemos ahora que está sola y que la podemos atacar por sorpresa.
‒No interpongas lo personal al trabajo.
‒¿Qué quieres decir? ‒le dijo, mientras seguía con el cuerpo tenso, su mirada derretía nieve en esos momentos.
‒Eso, todos sabemos la razón por la que te uniste al grupo, tu odio por ese grupo de elfos que destruyó el pueblo donde vivías. El gobierno lo disfrazó como una tormenta que arrasó con todo. Muy pocos saben la verdad.
‒Estoy pensando con claridad, no lo digo por venganza, ¡maldición! Ya he acabado con suficientes elfos como para poder dominarme, está sola y desprevenida, sabemos lo molestos que pueden ser los elfos... si están en guardia.
‒Bueno ‒el hombre suspiró, su compañero tenía razón‒. Un golpe directo y luego yo me encargo de hacer desaparecer el cuerpo... a la cuenta de tres. Uno, dos, tres.
El hombre de pelo negro murmuró un hechizo.
‒Espendio ‒de su varita salió un rayo rojo que fue directo hacia la chica, que caminaba sin notar la presencia que la acechaba.
‒¿Pero qué...? ‒Ani solo vio el rayo cuando lo tenía encima, era imposible reaccionar. El rayo estaba a centímetros de golpearla en el vientre, cuando rebotó, su cuerpo comenzó a brillar y un segundo después, apareció frente a ella Gustav. La cara de Ani no daba lugar a dudas, se sentía tan perpleja como sus atacantes.
‒Perdóname, Ani, luego te explico, fue un hechizo protector que te puse ‒le dijo Gustav.
‒Vaya, luego hablaremos de eso, poner hechizos sin consultar es algo muy feo ‒le dijo Ani, fingiendo estar molesta‒. Pero ahora lo importante es ver quién me atacó.
‒¡Malditos sean, ustedes dos! ‒les gritó el hombre de pelo negro.
‒Ese hechizo protector es bastante fuerte, tiene talento ‒comentó el de pelo castaño.
‒Es nuestra oportunidad de acabar con el mocoso.
‒Ahora saben de nuestra presencia, da lo mismo, son una elfa sin experiencia y un novato, aunque sea talentoso, sigue siendo un novato.
Ani no podía creer que alguien la hubiera estado siguiendo sin que ella se hubiera podido dar cuenta, debían haber usado algún hechizo de camuflaje bastante poderoso para pasar inadvertidos ante los agudos sentidos de los elfos.
‒Lanzaré una señal de auxilio, está prohibido atacar a otras personas con magia ‒dijo Gustav, mientras levantaba su varita al cielo y comenzaba a recitar el hechizo que invocaba una pequeña bengala azul.
‒¡Cuidado! ‒mientras Ani lo advertía, Gustav pudo ver como un rayo verde iba directo a su pecho. Trató de bloquearlo, acumulando energía en su varita y usándola para repeler el ataque, pero cuando el rayo chocó con la varita de Gustav, este salió despedido hacia atrás, cayendo de espaldas.
‒¡Muestra la cara, cobarde! ‒gruñó Ani.
De entre los matorrales, surgieron dos hombres con capuchas que hacían que sus caras no fueran reconocibles.
‒¡Cállate bestia, este parque será tu tumba! ‒quien le respondió a Ani, el tipo con un acérrimo odio a los elfos, le lanzó un hechizo, una bola de energía color rojo fue con dirección a la joven elfa, la chica lo esquivó con gracia y comenzó a cantar. Sus cuerdas vocales encantaron el lugar, la magia élfica comenzaba a brotar, esa era la forma de invocar hechizos de los elfos, una muerte que se volvía musical.
‒Buen intento, monstruo, pero estábamos preparados contra los trucos de tu raza ‒le dijo le tipo de pelo negro, su odio se incrementaba con cada palabra que cruzaba, las escenas de las atrocidades que había visto en manos de elfos se volvían vivas, aparecían de nuevo ante sus ojos, la había atacado lanzando el mismo hechizo. Ani esquivó de nuevo la bola de energía. Estaba atónita, era la primera vez que su canto no paralizaba a los humanos, ni siquiera los había confundido o al menos ralentizado, seguían como si nada hubiera pasado.
‒¡Te tengo! ‒el segundo hombre había avanzado y lanzó el mismo hechizo que estaba usando su compañero, ¿era quizás algo antielfos? La chica esquivó el nuevo ataque, a su derecha venía otra bola de energía de su primer atacante, tuvo que saltar para esquivarla. Aún no tocaba el suelo, cuando su segundo atacante ya había lanzado otro de esos molestos proyectiles, estaba en el aire, no podía esquivarlo, la bola avanzaba directo hacia ella. La chica cerró los ojos esperando lo peor.
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Monster Girls
FantasyGustav es un chico común, estudioso de la magia en un mundo que ya no cree en ella, por considerar que esta y los seres que la hicieron posible ya no existen...o eso parece. Un día, conoce al amor de su vida, Anastasia, una chica que guarda más de u...