Rebeca era una Lamia, su raza, temida por los humanos, era una de las más antiguas, de la cintura hacia arriba era una chica común, pero en vez de piernas tenía una larga cola de serpiente. Su especie tenía un serio problema, solo eran mujeres, no nacía nunca un hombre, por tanto, la única forma de que no se extinguieran era teniendo que relacionarse con machos de otras razas.
Luego de un tiempo, las lamias se dieron cuenta que solo podían procrear hijas si es que la relación era con un humano, la razón, al parecer, era que el único ADN compatible para lograr fecundar el vientre de una lamia era el de los humanos. Así, por mucho tiempo, vivieron secuestrando hombres que mantenían en cautiverio y usaban para perpetuar su especie... y para fines recreativos.
Al ser una especie con ese tipo de relación con las personas, fue una de las primeras en ser cazada en la Guerra Oscura. Rebeca era de las pocas crías que habían sobrevivido. Gracias al hechizo mágico que aprendían todas las lamias cuando pequeñas de forma casi automática, podía transformar su cola en piernas humanas por cierto tiempo, así había vivido en el mundo humano, alejada de todos, esperando su oportunidad, ¿para qué? Para encontrar un humano digno de ser su pareja, con el que pudiera comenzar un nuevo linaje de lamias y formar una civilización escondida, en el bosque que había cerca de esa ciudad limítrofe.
Hacía tres meses, había encontrado a un humano perfecto, sabía de magia, era bien parecido y tenía buenos genes. Había tratado de acercarse, pero se topó con un problema que no tenía previsto y que venía de ella misma... era tímida, muy tímida. Muchas veces trató de hablarle, pero en todas se fue sin decirle nada, pues los nervios la mataban. En los momentos en que estaba planeando cómo hacer frente a este desafío, apareció una vampiresa y como si nada le robó a su futuro esposo, entonces, la joven lamia comenzó a planear qué hacer, pero de nuevo, otro obstáculo apareció... ahora, además, había una elfa. Cuando la pelirroja jovencita estaba viendo qué haría, aparecieron humanos tratando de atacar a su futuro amor...
"¡Paren ya!", había gritado, en su cabeza, pues jamás gritaría en frente de la gente, que vergüenza le daría hacer eso.
La chica quería a Gustav y lo quería ahora, pero todo el mundo parecía confabular en su contra, así que se comenzó a armar de valor y se preparó para ayudar a su Gustav cuando fuera atacado.
Llegó tarde a la pelea que tuvo por defender a esa suelta de la elfa y cuando se preparaba para ayudar al chico frente al tipo que disparaba, apareció una vieja momia con sus vendas blancas. Su paciencia tocó techo.
"¡OTRA MÁS!". Como si no fuera suficiente el hecho de que tuviera que lidiar con la murciélago, la elfa suelta y los humanos agresivos, ahora aparecía una momia. Rebeca siguió la esencia de su querido futuro esposo, lo que la llevó a las afueras del departamento donde estaban el par de sueltas que le estaban arrebatando a Gustav. Esperó en las sombras y lo vio salir, al parecer se iba a enfrentar a unos humanos de uniforme, esta sería su oportunidad de brillar, podría lucirse y enamorar a su esposo, pero cuando se preparaba para ponerse en acción, llegó un grupo de humanos, amigos de Gustav, y le robaron la gloria. El chico se fue, Rebeca se alistaba a seguirlo, pero vio como los amigos de su futuro marido eran apaleados por los tres uniformados, con un suspiro salió de su escondite para ayudar a los chicos, que ya estaban en el suelo.
‒Chica, sal de este lugar, estamos en pleno proceso policial ‒le dijo Cubillos a linda pelirroja que acaba de aparecer.
‒Y-yo, bueno ‒se había olvidado de su timidez y justo ahora, que era su momento para salvar a los amigos de su futuro esposo, no sabía qué decir.
‒¿Qué diantres te pasa? ¡Largo! ‒le dijo uno de los subordinados de Cubillos.
‒E-es que, no pueden... ‒"¡VAMOS, MALDICIÓN!", no podía decir nada, estaba haciendo el ridículo, así que decidió ahorrarse la charla y se puso manos a la obra. Sus ojos brillaron, los cerró, se concentró y al abrirlos nuevamente su camuflaje desapareció. Allí estaba con su cola de serpiente a la vista, antes de que los oficiales tuvieran tiempo de reaccionar los miró uno a uno, los tipos con uniforme se fueron convirtiendo en roca, luego, cayó de rodillas un tanto aturdida, era un hechizo potente, pero al ser tan fuerte, la debilitaba mucho.
La chica se acercó con temor hacia los jóvenes que estaban tumbados por la calle, quería ver si estaban bien pero no quería asustarlos. Que les iba a decir, "Hola, los salvé, soy una lamia, no se asusten por mi cola de serpiente", ESTUPIDA, eso es lo que era, debería haberse mantenido concentrada para tratar de lanzar su visión de medusa sin perder su hechizo de camuflaje, ahora había pasado de héroe a bestia.
La chica se sobresaltó al ver que uno de los chicos, el único que parecía estar consciente la miraba con una sonrisa. ¿No le tenía miedo o repulsión?
‒Vaya, eres mitad serpiente ‒murmuró unos de los amigos de Gustav, Daniel, que estaba medio aturdido en el suelo‒. Gracias, de verdad, nos salvaste. Sabes, estoy soltero y si sigo vivo para el domingo, tengo unas entradas para el cine, no sé si te animas a ir.
¿De verdad, ahí medio muerto, estaba flirteando con ella?
‒N-no puedo, lo siento ‒"largo de aquí perdedor, solo me interesa Gustav", había pensado, pero no podía decir eso, aunque quisiera, no saldría de su boca.
‒No perdía nada preguntando ‒murmuró, mientras Daniel caía inconsciente con una sonrisa en la cara.
"Es hora de buscar a mi amado", se dijo la chica, aprovechando la forma de su cuerpo, salió a toda velocidad hacia donde sentía la esencia de Gustav.
Al llegar al lugar, lo vio luchando con su padre, ella lo había investigado todo y sabía quiénes eran la familia de su futuro esposo, no quiso intervenir, pues consideró que era algo que debía hacer Gustav como hombre, una pelea que sintió era de él, además, no se sentía preparada para hablar con su suegro... de solo pensarlo, se ponía colorada.
La pelea terminó y la chica salió tras Gustav. El joven que corría rumbo al bosque se topó con tres tipos de la policía que le impidieron el paso, estaba herido y cansado, no podría ganar esa pelea, y ese, justo ese, era su momento de brillar.
Rebeca salió desde las sombras y de un golpe de cola derribó a uno de los tipos, zigzagueó en el terreno y evitó los ataques de los otros dos, con otro golpe de su cola derribó a un segundo, su futuro esposo de un hechizo derribó al tercero.
‒Gracias ‒le dijo Gustav, con una sonrisa cansada. Rebeca se puso roja como un tomate, la primera muestra de cariño de muchas más que se vendrían‒. ¿E-eres una lamia? ‒estaba exhausto, necesitaba recuperar fuerzas.
‒S-sí ‒le respondió, tímidamente, Rebeca‒. Yo te ayudaré ‒ofreció. Mientras se acercaba lentamente a él, lo miró a los ojos y activó su hechizo encanto, el joven cayó dormido en sus brazos. Sin esperar más, Rebeca lo envolvió en su larga cola y salió a toda velocidad hacia la parte oeste del bosque, donde tenía listo su nido de amor.
En la entrada este del bosque, Cleo, que había seguido a la distancia a través de sus vendas todo lo que pasaba en la ciudad, maldijo en voz alta.
‒¿Qué pasó? ‒preguntaron al unísono Ani y Anastasia.
‒Tenemos un problema con un reptil ‒les respondió la bella momia, con un suspiro.
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Monster Girls
FantasyGustav es un chico común, estudioso de la magia en un mundo que ya no cree en ella, por considerar que esta y los seres que la hicieron posible ya no existen...o eso parece. Un día, conoce al amor de su vida, Anastasia, una chica que guarda más de u...