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‒¡NO! ¡Me niego! ‒dijo, enojada, Anastasia.

‒Vamos, sé razonable, ya ves lo que pasó, de ahora en adelante debe ser en lugares privados.

‒¿Qué cosa en lugares privados? Pervertido, ji, ji, ji.

‒N-NO ME REFIERO A ESO ‒dijo Gustav, mientras su rostro se ruborizaba‒. Podemos seguir actuando como novios, pero la parte de la sangre, debemos hacerla en privado, en algún lugar cerrado.

‒¿Cómo escondidos en la biblioteca?

‒Sí, sería un buen lugar, si es que te dan ganas de beber en el campus...

‒¿Sabes? Estamos en la biblioteca, en una parte escondida ‒mientras decía eso, se acercó a Gustav, él podía sentir el roce de las curvas de Anastasia haciendo presión contra su tórax.

‒¿Qué haces?

‒No estoy rompiendo ninguna de las nuevas reglas ‒le hizo una zancadilla, ambos cayeron al piso.

‒¿Por qué te gusta tanto hacerlo de esta forma?

‒No sé, le da emoción ‒respondió con indiferencia, luego le dio un beso y se fue directo a su cuello, al pasar por su oreja le murmuró "te quiero", Gustav, tratando de controlar sus hormonas, le devolvió un "yo igual", luego de eso vino su rito, el pequeño mordisco, beber un poco de sangre y luego quedarse acurrucados uno al lado del otro, sin importar como el tiempo pasaba.

Luego del momento de intimidad entre ambos, Gustav volvió a insistir en lo que había bautizado como "temas de seguridad", un vampiro activo es detectable por alguien que sepa usar de forma correcta la magia y con "activo", se refería a un vampiro que consumiera sangre humana de forma periódica, como era el caso de Anastasia en esos momentos.

‒Si te llegan a atrapar... no quiero ni pensar en qué te harían.

‒Tranquilo, sé cuidarme.

‒Lo sé, solo digo que hay que ser precavidos.

‒Hay hechizos para poder de alguna forma camuflar mi presencia, algo así leí alguna vez en los pocos libros de mi raza que poseo.

‒¡¿En serio?!

‒Sí, si sigues siendo un buen novio te los traeré y podrás usarlos para que ande más protegida, ¿te parece?

‒Me parece ‒le respondió el chico, visiblemente más relajado, eso era un avance, con eso quizás podrían estar de verdad más seguros.

‒Hablar tanto me dio sed ‒le dijo la chica, mientras tumbaba de nuevo a su novio.

‒Me vas a dejar anémico, de verdad ‒le dijo, riendo, Gustav.

Monster GirlsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora