EXTRA : El cortejo de Fausto I

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Lo último que vi de Zeeb, aquel día, fue su rostro lleno de dolor

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Lo último que vi de Zeeb, aquel día, fue su rostro lleno de dolor.

Sus ojos negros, que siempre fueron brillantes, estaban opacos y su piel morena como la de mi padre se veía extrañamente pálida. Era un muerto en vida.

Yo tenía dieciséis años de vida cuando mi hermano mayor salió corriendo lleno de tristeza y nunca más lo vi.

Los lobos alfas que fueron en su búsqueda dijeron que era muy tarde.

Había ido hasta un clan rival de manera violenta haciendo que lo mataran.

No pudieron recuperar su cuerpo y nunca tuvo una despedida digna.

Recuerdo a mi madre llorar y mi padre consolarle en nuestra casa, la que compartíamos todos juntos como familia.

Mi pobre mamá, era su primer cachorro, el que inició su familia, y se lo habían quitado sin despedirse de él.

Yo perdí a mi hermano mayor y mi amigo.

Zeeb siempre fue amable y jugaba conmigo cuando era niño, me cuidaba y me enseñaba cosas, mientras mis otros hermanos mayores, los gemelos, pasaban el tiempo juntos; como siempre desde que fueron concebidos.

Velkan, mi hermanito menor, tenía pocos años y no entendía porque mi mamá lloraba, me tomaba del pantalón pidiéndome alguna explicación.

— ¿Qué le duele a mami? — me decía Velkan de manera asustada al ver a nuestra mamá, mientras los gemelos, ya mayores de edad, se encargaban de traerle algo de beber a nuestra madre y parecer adultos en medio de toda esa oscuridad.

Yo veo a mi hermano menor de manera muda, me duele verlo. Heredó lo mismos rasgos de Zeeb, su cabello negro y rizado, piel oscura y unos ojos negros que me miraban con curiosidad.

¿Cómo le iba a explicar a Velkan que nuestro hermano no pudo controlar ese lado animal y asesinó a la persona que juró proteger? ¿Qué su locura lo llevó a cometer algo tan loco como ir a morir de la peor forma posible por la culpa?

El tiempo pasó ¿días, semanas? ¡no tengo idea! Yo no hablaba y no podía hacerlo. Estaba vacío por todo lo ocurrido ¿Zeeb, qué se te pasó por la cabeza?

Papá siempre nos inculcó cuidar esa parte animal que tenemos, esa que la Luna nos dio pero es una carga. El lobo que todos los hombres tenemos en nuestro interior.

Zeeb no lo contuvo y Camila, la mujer que había dicho amar, sufrió las consecuencias.

¡Todo fue culpa de Zeeb de no tratar a su mujer! Camila era linda, de piel más oscura que la de mi hermano, parecía que la hayan hecho de la misma tierra de lo bonita que era con ese tono oscuro, sus labios y ojos negros, pero también tristes.

No se si vio venir su destino y por eso sus ojos vacíos y sombríos cuando quería saludarla y sacarle una sonrisa, me la devolvía la sonrisa, pero no de manera sincera. Lo sabía bien.

El Cortejo de VelkanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora