24. Recuerdos del Omega

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Los ruidos característicos del Clan llegaron rápidamente a mis oídos. Parecía que la noche estaba llena de actividad ante los murmullos que resonaban en el aire. Me sentía cansado mientras avanzaba con mi mujer entre mis brazos. Al ver la Luna me di cuenta que su rojiza cara comenzaba a bajar su intensidad.

Aullé suavemente en señal de llegada, los árboles me devolvieron el saludo y se generó un suave eco, respondiendo la llamada. Mi gente exclamó de alegría al verme sano y salvo, podía notar algunos malheridos a mi alrededor. Los hombres dieron pelea al parecer.

Mamá se me acerca con los ojos llenos de alegría.

— ¡La Luna te trajo sano y salvo! — exclamó contenta para luego ver con cuidado a Lucía.

Sus ojos cambiaron a unos de sorpresa.

— ¿La has traído?

En cuanto dice eso veo a mis hermanos acercarse y mostrando una mirada tan sorprendida como la de nuestra madre.

Mis cuñadas estaban con ellos y la sorpresa de ambas es completamente transparente.

Rue es quien se me acerca primero, viendo a Lucía con preocupación.

— ¿Cómo está? — dice ante la mirada molesta de su esposo.

— Agotada, pero bien.

— Velkan, no debiste traerla— me dice con cuidado mi madre.

— Olvídalo mamá— le dice Fausto mostrando en su voz enfado mientras le pedía a Rue, con su brazo en su hombro, que retrocediera— Velkan no te va escuchar. Me lo dejó claro en el pueblo.

— Me disculpo por lo rudo que fui allá, Fausto— le hablo con cuidado. Tenía claro que actué de una manera no muy adecuada con él.

— ¿Rudo? — me interroga Fausto— A mí me da lo mismo como te comportaste conmigo. Pero por tu culpa muchos fuimos al pueblo y tuvimos problemas. Muchos lobos fueron heridos y golpeados, ¡papá apenas si pudo volver! Las palabras de Fausto hacen que me dé un vuelco en el estómago y me doy cuenta de que no se encontraba.

— ¿Qué le ocurrió a papá? — le interrogó

Mi madre baja la vista así también como Fausto.

— Un hombre lo atacó con un cuchillo — habla mi madre con cuidado y veo como toquetea el hombro con su marca de matrimonio de manera nerviosa.

—Juan y Lucas lo están atendiendo— habla Rue con cuidado y buscando relajar a su marido— parece que algo tenía la punta de esa arma porque lo tiene algo débil.

Un frío recorre mi espina al escuchar eso. Mi padre está así por irme a rescatar. Siento la mirada molesta de Fausto que me observa en silencio y manteniendo una de sus manos agarradas de la de su mujer ¡Debe estar muy sentido conmigo y con justa razón!

El Cortejo de VelkanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora