36. Seis años después

8.4K 910 384
                                    

El ave no se ha enterado que la he seguido, ¡es tan extraño ver un pavo suelto en el bosque! Posiblemente se ha perdido de otro lugar y me ha dado la posibilidad de cazarlo para el día de hoy ¡Qué maravilla!

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El ave no se ha enterado que la he seguido, ¡es tan extraño ver un pavo suelto en el bosque! Posiblemente se ha perdido de otro lugar y me ha dado la posibilidad de cazarlo para el día de hoy ¡Qué maravilla!

Mi presa picotea el piso sin importarle nada en absoluto, dejándome tiempo para actuar. Es una presa fácil, pero quiero ser cauteloso en ese espacio del bosque donde hay vegetación y buena iluminación. Corro rápidamente y el ave no se da por enterado ni cuando vuelan las plumas y muerdo su pescuezo, dejándolo mudo para siempre.

Reviso el ave cuyas inertes alas caen por los lados y me percato que será una buena comida. Tal vez Lucía lo haga asado, hoy tiene muchas ganas de cocinar por ser un gran día. Camino donde antes estaba y me da un escalofrío.

¿Dónde está esa niña? ¡Le pedí a Lucero que se quedara sentada mientras buscaba el pavo!

— ¿Lucero?

Le llamo con cuidado pero no hay respuesta.

— ¡Lucero!

Está vez grito, generando eco alrededor mío, si está cerca me debe haber escuchado.

Escucho un ruido entre unas plantas que no están tan lejos de mí, al acercarme aparece una cabecita negra y rizada en junto a unos grandes y redondos ojos negros que me miran.

— ¡Papi!

Lucero me sonríe entre las plantas, su cara está sucia de tierra y su pelo enmarañado ha atrapado muchas ramas y hojas secas.

— ¿Qué te dije antes? — le interrogo, aguantando mi molestia.

Debo agradecer un poco que mi temperamento ha mejorado desde que la niña nació.

— Que no me moviera de mi lugar— dice la niña.

— ¿Y qué hiciste?

Lucero se mueve como buscando una respuesta a su alrededor.

— Lucero Isabel.

Cuando la llamo por sus dos nombres sabe que estoy enojado con ella o hizo algo malo. Me hace un puchero.

— Es que vi un conejo.

— ¿Y?

Lucero mueve sus manos y veo como las dos patas traseras de un conejo gris, luego el resto de su cuerpo.

Me agacho para verlo bien, sin creerlo.

— ¿Lo cazaste tú?

Ella asiente con algo de duda.

— Bueno Lucero— le comento— Felicidades.

Mi idea era que estuviera un rato en el bosque para enseñarle a escalar antes de la comida especial del día de hoy, pero ¡es impresionante! tiene dotes de caza muy buenos para su edad. ¡No sé como se lo explicaré a su madre!, aunque ella me ha pedido que la oriente en ese lado que heredó de mí, así que no creo que se impresione mucho, pero vaya ¡seis años y ya cazó un conejo!

El Cortejo de VelkanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora