3. El Cortejo

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Lucía se detiene de improviso, produciéndome un pequeño nudo en el estómago mientras sus ojos brillantes y azules analizaban aquel entorno que tanto conoce por su infancia y adolescencia

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Lucía se detiene de improviso, produciéndome un pequeño nudo en el estómago mientras sus ojos brillantes y azules analizaban aquel entorno que tanto conoce por su infancia y adolescencia.

— Velkan— ¡su voz diciendo mi nombre es lo más bello que he oído!— ¿En serio, vino por aquí?

— Si— sonreí ocultando mi nerviosismo inicial — Me mostró este lugar y luego fue un poco más adelante.

Le tomo bien la mano antes de continuar hablando.

— Ten cuidado— le advertí— la tierra está húmeda por el agua de la vertiente.

— Si, siempre ha sido así— comentó Lucía divertida— ¡Conozco muy bien este lugar!

— ¿En serio?— la interrogué haciéndome el interesado.

— ¿Sabes lo que es molesto de este lugar?— comentó con una voz muy extraña.

Había algo curioso en aquella entonación, nunca la había oído hablar así. ¡Oh, mi querida Lucía siempre me sorprende! Ya quiero saber que otras sorpresas tendrá cuando la lleve a mi Clan. Mi curiosidad me hace querer saber más.

— No, dime— le dije de manera curiosa, era delicioso hablar con ella.

— Que luego de pasar por aquí, uno llega con los pies muy sucios por el barro. ¡Ni hablar de las bastillas de los pantalones!

¡Eso es obvio! pienso para mis adentros, el barro te ensuciaría. Muchas veces he tenido que pasar por la tierra mojada al ir de cacería, dejando mis pies sucios y mi ropa también.

Luego entiendo a lo que iba esto.

Observo mis pies y ropa inmaculada antes de cruzar el barro, es un segundo largo en que me doy cuenta de todo y de como mi plan tan estudiado tenía una falencia ¡ Y Lucía lo notó!Volteo a verla, buscando darle una explicación, pero un dolor punzante en mi muñeca me lo evita. Grito de dolor y ya no siento su mano.

Con miedo y asombro observo que estoy herido, mi carne luce quemada y abierta. Es una sensación muy dolorosa. ¿Qué mierda había pasado?

— ¡Dónde está mi hermana, maldito!

La voz de Lucía me devuelve a la realidad, la observo con sus ojos desafiantes y en sus manos empuñando una pequeña daga manchada con mi sangre. Gruño al darme cuenta que está hecha de plata, ¡por eso el dolor fue tan insoportable!

Mis ojos negros la observan desafiándome. Su porte y sus ojos fijos en mí me hacen hervir la sangre de rabia al no percatarme de que estaba armada. Sí, Lucía era distinta al resto de mujeres que había visto en mi vida. ¡Debí preparar mejor mi trampa, tendré que estar más atento!. Si le dije que vi a Isabel aquí, debí haberme manchado los pies y la ropa. ¡Había descubierto mi trampa!

El Cortejo de VelkanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora