El Susurro del Diablo Libro I

Expectativa Vs Realidad

Año 2014

Era el mismo sueño que cada noche ella tenía, la siniestra aparición de aquel caballo, tan rojo como el fuego. Los perros aullando; aullando como lobos perdidos en busca de su manada. Y el jinete pasaba. Recorría las silenciosas y pecaminosas calles nocturnas del pueblo de Blaze Ville, Luisiana. Entre fuego y ceniza, en medio de los cuerpos sin vida, el corcel de fuego se abría camino, junto al grito de sus próximas víctimas que corrían despavoridas encerrándose en sus casas.

El jinete desenvainó su espada y se precipitó a decapitar a aquellos que aún se mantenían en su camino. La chica miraba sus manos y aquel vestido blanco que llevaba puesto, estaban empapados de sangre.

―¡¡Corre!! ―dijo la voz de su madre, en un desgarrador grito mientras estrepitosamente, el jinete le arrancaba la cabeza con su enorme espada.

―¡¡Mamá!!

Gritó la chica con pánico. La cabeza del jinete se giró hacia ella sin prisa, como si tuviera todo el tiempo del mundo, antes de llegar a su última víctima.

―Ven, y mira.

Le dijo la aterradora y rasposa voz del jinete de irreconocible rostro.

―¡¡Corre!!

Le susurró la voz de un niño, y sin pensarlo dos veces, la chica corrió lo más rápido que pudo. El sonido de las herraduras del caballo le avisaba que estaba pronto a capturarla. Perdió el equilibrio cayendo al suelo. Se giró rápidamente para enfrentarse al jinete.

―¿Quién eres? ―le exigió ella, sin pudor alguno.

El jinete se detuvo frente a la muchacha, alzando su espada mientras el caballo alzaba sus patas delanteras al compás de un relincho.

―Ven, y mira ―susurró una voz muy cerca de su oído.

Paralizada observaba al jinete, quien aproximaba su espada hacia ella. Sus ojos siguieron el corto viaje que la espada hacía para llegar a su cabeza; su respiración irregular se fue apagando poco a poco.

―¡Despierta, Kat! ¡Despierta! ―se decía a sí misma, apretando los ojos, pero esto no daba resultado.

―Este no es un sueño ―le dijo aquella voz desconocida otra vez.

Y la espada rozó su garganta provocando un corte. El caballo relinchó y la chica se levantó del suelo, corriendo con su mano derecha en la garganta evitando que la sangre escurriera.

Con su espada, el jinete trazó una línea diagonal en la espalda de la chica, a lo que ella gritó del dolor. La espada volvió a tocar la piel blanca de la joven, sin embargo, esta vez, ella cayó al concreto; comenzaba a ahogarse con su propia sangre. El jinete bajó del caballo, arrastrando la punta de su arma en el cemento. La poca distancia que lo separaba de ella terminó, cuando la espada tocó la piel de los pies descalzos de la joven mujer.

―¡¡Despierta!! ¡¡Despierta!! ―replicó para sí misma.

El jinete la giró y luego de un largo segundo alzó su espada con ambas manos decidido a embestir a la chica, su rostro de pánico y sus lágrimas cayeron sin aviso.

―¡¡No!! ―gritó ella, al momento en que de manera abrupta despertaba con el remezón de una mujer desconocida.

―¡¡Katherina!! ¿Estás bien?, creo que estabas soñando ―dijo la enfermera.

Ella despertó con su respiración entrecortada, casi al borde del pánico, trató de levantarse, pero un agudo dolor en el estómago le impidió llegar más allá.

―No, no te levantes o se te abrirán los puntos de la herida ―pidió la enfermera.

―¿Dónde estoy? ―preguntó Katherina observando el lugar desorientada aún.