Cábala Demoníaca

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―Sus ojos ―advirtió Demian, petrificado ante el chico. Pero luego de unos cortos segundos, los ojos de Tyler volvieron a la normalidad.

―¿Qué sucedió? ¿Dónde estoy? ―preguntó Tyler.

―No lo sé, ¿No recuerdas nada? ―le preguntó Demian― Solo te encontramos aquí tirado. Más bien, tropezamos contigo ―aclaró el hombre.

―¿Tú y quien más? ―preguntó Tyler incorporándose lentamente mirando hacia todos lados.

―Pues con Melany, hombre ―explicó girándose para encontrarse con la mujer, pero ella no estaba a su lado―. ¡¿Melany?! ―la llamó aún arrodillado ante Tyler, alumbrando con la linterna hacia su alrededor― ¡¡Melany!! ―gritó fuerte está vez, levantándose de su lugar.

―¿Estás seguro de que vino contigo? ―le preguntó Tyler, trastabillando al incorporarse.

―Claro que sí ―respondió sin titubear―. ¡hasta tomó mi mano! ―exclamó con el ceño fruncido mirando a Tyler.

―Entonces, vamos a buscarla. ―aconsejó Tyler, arqueando una ceja.

Por otro lado, más al fondo del espeso bosque, se encontraba Daniel, quien no corrió con la misma suerte, al caer por un pequeño barranco que, la linterna de su teléfono no logró advertirle. Estaba herido, mas esto no le importaba.

―¡¡Katherina!! ―vociferó, con la esperanza de que lo oyera. Gritó una y otra vez por un largo rato, pero no tuvo respuesta―. Amor, por favor, contéstame, no me hagas esto. ―dijo casi en un susurro.

Daniel cayó de rodillas al barro, tomando su hombro izquierdo, el cual se había dislocado. La batería de su teléfono estaba casi por acabarse, así que, decidió apagar la linterna por unos minutos. En ese momento, un leve ruido cercano lo alertó.

―¿Quién está ahí? ―preguntó aturdido aún por la caída. Aquel sonido volvió a presenciarse cerca de él, como un movimiento sosegado, raspándose en el suelo de lodo. Decidió encender la linterna una vez más, apoyándose en la pequeña pared rocosa que indicaba el inicio del barranco.

El estruendo de un árbol caer lo estremeció en su lugar. En ese instante el sonido de la débil voz de Katherina le devolvió el alma al cuerpo.

―¿¡Kat!? ¡Amor! ¿Dónde estás? No puedo verte. ―dijo desesperado.

―Dani. ―susurró la débil voz de su novia― ¡Ayúdame! ―suplicó la chica.

La desesperación de Daniel por encontrarla, aumentó. Se levantó tan rápido que ni siquiera recordó su brazo lastimado. Deambuló en el estrecho lugar ahuecado por unos segundos; hasta que la luz pudo mostrarle el cuerpo de Katherina, tirado en posición fetal en el barro. Desnuda de pies a cabeza, con ciertas huellas de sangre, rasmilladuras en sus brazos y espalda, pero cuando corrió hacia ella, pudo distinguirlo. Eran rasguños, marcas de garras por todo su cuerpo― Amor, ¡¿Qué te han hecho?! ―comentó con pesar, mientras sentía la piel fría de Katherina. Se quitó la chaqueta y tomó a Katherina en sus brazos, dispuesto a salir del lugar.

―Katie, ¿puedes oírme, cariño? ―le preguntó, depositando un dulce y aliviado beso en la frente de su amada―. Amor, abre tus ojos, por favor. Necesito que despiertes. ―suplicó, pegando el torso de Kat al suyo, entregándole calor― No sabes el infierno que tuve que atravesar para encontrarte. ―le dijo acunándola.

―¡Dani! ―susurró― Quiero...creer que...eres tú. ―entre espasmos corporales, dijo ella.

Detenidamente, observó sus ojos entreabiertos y con la yema de sus dedos rozó la piel del rostro de su chica, llegando finalmente hasta sus labios y posar los suyos.

El Susurro del Diablo Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora