El Susurro del Diablo Libro I

Valak

Amanda los observó con atisbo de sorpresa, luego de trastabillar en el último escalón provocando que la puerta se abriera de golpe al recibir su cuerpo.

―Kat, tenemos que salir de aquí, ¡ahora! ―comentó exaltada la pelirroja.

―¿Qué es lo que sucede? ―preguntó ella marcando distancia rápidamente de Demian.

―¡Demonios! Están aquí. ―respondió de inmediato.

La luz de la luna fue opacada por la niebla negra que aún permanecía en el lugar y esta vez, comenzó a cubrir todo el pueblo.

―¡¿Qué demonios es eso?! ―preguntó Amanda observando la niebla a varios metros arriba de sus cabezas. Lo que provocó que tanto Katherina como Demian, alzaran la mirada para observar lo que la nueva acompañante atestiguaba con sus propios ojos.

Relámpagos salían de la espesa negrura, acompañados del putrefacto olor a azufre. Los tres bajaron a toda velocidad las escaleras encontrando una estampida de hombres y mujeres que intentaban salir a como dé lugar por la única puerta de entrada. Otros, cuando vieron abrir la puerta que conducía a la azotea, corrieron escaleras arriba, lanzándose por el balcón, como si hubieran perdido la cordura. Varios de estos perdieron la vida.

Sophie y Melany estaban escondidas detrás de la barra junto a dos trabajadores del recinto.

―Bonita inauguración. ―dijo Demian tomando la mano de ambas mujeres para arrastrarlas hacia la barra en medio de la multitud. No obstante, el voluptuoso cuerpo de un hombre que parecía ser uno de los guardias del local, impactó en los tres muchachos en medio de la pista de baile.

―¡Marie Anne! ―habló el demonio observando a Katherina en el suelo. Este se incorporó con ligereza para agotar la distancia que lo separaba de la chica, Amanda por instinto sacó la daga que llevaba en su calzado y alzó esta hacia la garganta del demonio degollándolo en el lugar. Demian y Katherina observaron la escena con algo de impresión; no obstante, se levantaron sin protestar ayudando a las chicas a salir de la barra.

―¡¿Quién carajos es Marie Anne?! ―preguntó Melany a Katherina.

―Lo mismo quisiera saber. ―respondió ella.

―Menos cháchara y más acción. ―dijo Amanda, esta vez obligando a sus amigas a salir del lugar, al percatarse de que eran prácticamente solo ellos quienes quedaban dentro del bar.

Las puertas se cerraron de golpe, dejando ver el rostro de Tyler aparecer por la tenue oscuridad intermediaria entre la puerta y los pocos escalones hacia la pista de baile.

Demian y Amanda se pusieron por delante de las otras tres chicas.

―¡Man of Steel y Wonder Woman al rescate! La versión patética, eso sí. ―dijo la asesina y aterradora voz que provenía de Tyler. ―¿Debería asustarme con esa daga? ―preguntó a Amanda. Acto seguido, Demian sacó una pistola que llevaba sujeta en el cinturón de su pantalón. ―¡Oh, no! ¡Por favor, una pistola no! ¡Aléjala de mí! ―fingió temor el demonio, él que comenzaba a acercarse a ellos.

―Ni un paso más. ―advirtió Demian apuntándolo con la pistola. No obstante, Tyler hizo caso omiso y continuó su ligera y tranquila caminata hacia ellos.

―¡Hazlo, Demian! ¡Dispara! ―lo desafió.

La distancia se acortaba cada vez más, y todos empezaron a temer por su vida. El llanto de algunas personas escondidas en algún sector del lugar resonó en los oídos de todos. La silueta de varios demonios se fue formando de la nada como la misma niebla que tapaba el cielo.