Ciudad de la muerte

920 105 33
                                    

Los meses parecían días, la brisa otoñal se transformó en un crudo y húmedo frío invernal que, con él, llevó al pueblo crudas lluvias transformándolas en nívea escarcha en el concreto de las calles de Blaze Ville, extrañamente los ataques y emboscadas se detuvieron durante las primeras horas. Habían pasado cuarenta y ocho horas Amanda logro recuperar sus armas con la ayuda de Christopher y Daniel, Tyler viajó a New York en busca de Melany, quien tuvo que irse dos meses atrás por cuestiones universitarias.

―¿Ya te dijo Tyler cuándo volverá? ―le preguntó Katherina a Daniel, mientras este se abrochaba los vaqueros, dándole la espalda a su novia, quien se mantenía observándolo desde la cama.

―Probablemente mañana en la mañana. ―respondió Daniel, poniéndose la polera de color negro―. ¿Ya hablaste con Sophie?

―Si, dijo que ya terminó sus exámenes y su mamá salió de la ciudad. ―comentó ella con alivio. La madre de Sophie era muy estricta con la joven morena y desde la muerte de su padre cuando ella tenía catorce años, su vida se transformó en una miseria, dado que, nunca tuvo una buena comunicación con la madre, quien también la obligaba a aspirar a ser perfecta, en todo el sentido de la palabra, provocando incluso, que Sophie no comiera más de una vez al día, con la excusa de que las mujeres debían ser perfecta y para lograrlo, no podían comer. Sophie con el tiempo formó un gran problema de desorden alimenticio. Sin embargo, gracias a eso, Katherina y Sophie se transformaron en grandes amigas, todo partió desde aquel momento en que Katherina, la descubrió vomitando en los baños de la secundaria de Blaze Ville hace cuatro años atrás, ayudándola a vencer su enfermedad, la bulimia―.  cualquier manera, iré por ella a su casa.

―Deberías, ¿Sabes? Su madre no la ha dejado salir desde hace mucho, y se ha esclavizado a la computadora para terminar su año en la universidad.

―No sabes cuánto odio a esa mujer. ―masculló Katherina, levantándose de su cama para buscar ropa en su armario.

―Creo que no eres la única. ―agregó Daniel al mismo tiempo en que se acercaba a su novia, pasando sus manos por la cintura de la chica. ―Tu padre quiere que lo acompañe a Nueva Orleans.

―¡¿Qué?! ¿Para qué? ―interrogó con sorpresa.

―Creo que habló con alguien para que enviara sus armas hasta allá, si la enviaban directo al pueblo alguien podría robarlas. Ya sabes, con esto de que ahora cualquiera puede ser un demonio.

―¡Armas! En serio a veces siento que no soy hija de ellos. ―comentó provocando la incomodidad de Daniel ante el comentario que hizo. Ya que él sabía la verdad. Que su novia no era una Warren. ―De cualquier manera, ahora necesitamos todo lo que con ello podamos defendernos, no quiero a nadie herido por mi culpa. ―comentó la chica, sin embargo, Daniel permaneció ido por unos segundos― ¡Daniel! ¿Estás bien? ―le preguntó observando el rostro afligido del muchacho.

―¡Si, si! Estoy bien. ―contestó transformando automáticamente su mirada a felicidad ante su novia. ―¡Anda! Vístete te esperan abajo.

―¿Entonces cuando te veré de nuevo? ―preguntó la joven con tristeza en la voz.

―Solo iremos por las armas y volveremos, tu padre no quiere dejarlas mucho tiempo solas, y la verdad yo tampoco soporto estar un día lejos de ti.

Katherina le dedicó una tierna sonrisa a su novio, pasando sus manos por la nuca de este.

―Te extrañaré demasiado.

―Estaré aquí antes de lo que crees.

―Eso espero.

El Susurro del Diablo Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora