El enemigo de mi enemigo, es mi amigo

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 ¿Qué esperar a perder cuando ya has perdido todo? ¿Qué dolor más fuerte puede existir que aquel que se experimenta cuando se muere en vida? Qué difícil es contestar cuando aún no se experimenta el vacío real al cual estás destinado a llegar.

―No hay mucho que puedan perder ―anunció Valak abriendo sus brazos con expresión de júbilo, mientras la familia permanecía reunida en medio de la calle, siendo rodeada por los demonios que emergían de la niebla.

―¿Qué quieres de nosotros? Ya tienes todo lo que querías ―replicó Christopher―. ¡Déjanos en paz!

―Me encantaría, pero...―Valak hizo una pausa―...las circunstancias en las que estamos...el infierno desunido, las legiones divididas por defender sus convicciones. Una mala administración puede causar el quiebre de todo un imperio, y eso no puedo permitirlo.

―¿Y dónde entramos nosotros en eso? ¡No tenemos nada que ver con el infierno! ―habló Charlotte.

―En eso te equivocas ―aclaró el demonio―, ustedes son muy valiosos. Solo... ¡mírense ustedes mismos! ―exclamó Valak―Demian es un brujo de seiscientos años con un alma rota y poderosa a la vez, ¡imaginen todo lo que podría hacer con él! Con ese poder bajo mi mando, puedo crear una legión de jinetes y los Michaelson no alcanzarían a ser una espina en el trasero ―terminó paseándose entre los padres de Katherina y los demás.

―Luego está ella ―inició de nuevo mirando a Melany―. La moneda tiene dos caras ―soltó una pequeña risita diabólica―, tu padrastro golpeaba a tu madre, la golpeaba tanto que una noche, la asesinó dándole siete puñaladas en el torax. Tú tenías quince años.

Siempre suplicaste por venganza, pero aquella noche todo cambió, la sangre de tu madre escurría por tus manos, uno de mis hermanos llegó y se presentó ante ti, en ese momento lo entendiste; habías sido escuchada, tu desesperación y odio era más grande que tu raciocinio mental. Le entregaste tu alma, a cambio de fuerza; y no cualquier fuerza. Necesitabas inteligencia, y destreza física, querías ser más fuerte que él para acabarlo. Engañaste al jinete aquella mañana en la bodega ―Valak se acercó a ella quedando a pocos centímetros de su respiración―, porque no lo mataste con una 45, lo mataste a golpes. Le quebraste las costillas, el cráneo, pero antes de que diera su último respiro, le pediste al demonio que te diera la oportunidad de mostrarle a tu padrastro, todo el dolor y el miedo que tu madre y tú sufrieron en manos de él, y fue cuando terminaste por quebrar su alma, condenándola a vivir en las sombras por la eternidad.

Sin embargo, aceptaste un pacto que pudo ser para tu beneficio, y ahora te queda tan poco para que vengan por ti. ¡Pobre niña! ―la compadeció Valak― Debiste hacer un mejor contrato. Es una lástima que la única que podía salvarte, esté muerta―concluyó.

―Luego tengo a Sophie y Daniel ―soltó un suspiro de frustración al ver a la morena―, sinceramente tú no me sirves mucho, pero eres un alma, y toda alma es poderosa ―dijo para luego mirar a Daniel, observándolo por dos largos y desesperantes segundos―, eres digno de recibir el mayor de los poderes, tu alma es tan poderosa en fuerza y valentía que, hasta el más fuerte de los demonios temería enfrentarse a alguien como tú ―le dedicó una mirada de triunfo―, hasta podrías ser mi mano derecha o la izquierda ―añadió con sarcasmo acercándose por último a los padres de Katherina.

―Christopher Warren ―lo llamó con desprecio―, no puedo poner en duda tu gran destreza, tu alma vieja servirá de todas formas en el infierno, pero tendrás que arreglártelas para escapar de mis hermanos, hay muchos con quienes tienes cuentas por saldar después de los exorcismos que hiciste ―se cruzó de brazos―. ¡Quién sabe! Quizás encuentres a tu pequeña Katherina por ahí.

El Susurro del Diablo Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora