El Susurro del Diablo Libro I

Cuando los ángeles lloran

La peste se había esparcido por gran parte del país. El tercer jinete había tomado el control con la ayuda del jinete de la guerra. La frontera del país permaneció abierta, permitiendo que la peste se propagara más rápido.

Mientras tanto en el pueblo de Blaze Ville, el hospital colapsaba, la histeria aumentó con el paso de los días. Y con ella las muertes, y es que esta, no era una simple peste.

―¿Tienen ya un análisis de la enfermedad? ―preguntó Christopher a Amanda y Daniel, quienes ojeaban en el mesón de la cocina, carpetas clínicas con el expediente de las últimas muertes en el pueblo.

―Esto es más complicado de lo que parece ―contestó Daniel.

―Pues en comparación con otras ciudades del país, Blaze Ville no presenta las mismas anomalías ―agregó Amanda.

―Entonces eso es bueno, entre comillas ―acotó el padre de Katherina.

―Quisiera decir lo mismo, pero no es así ―Daniel lo observó con un además de preocupación.

―Sarampión, influenza, un acelerado brote de ébola, cáncer, es lo que me enviaron desde Washington, se esparció por gran parte del país ―comentó Amanda.

Christopher tomó la carpeta que Amanda soltaba en la mesa de la cocina.

―Pero aquí...aquí no ha ocurrido algo similar ―habló Christopher.

―En efecto, se diferencia en varios lugares ―explicó Daniel―. Marie Clarie, quiero decir, Peste, dejó esas enfermedades en algunas ciudades solo para despistar del verdadero brote.

―El brote es desconocido, reacciona distinto en cada individuo ―dijo la pelirroja―. Hay muertes por sobredosis, pacientes con historial de haber sufrido depresión severa y su recuperación, se han suicidado en menos de 48 horas, personas con VIH, diagnosticados hace menos de cuatro meses, también murieron.

―Pero hay algo más raro aún ―interrumpió Daniel―, también el número de asesinatos aumentó en todo el estado de Louisiana. El reporte médico dice que comienza con la pérdida del control, el paciente pierde la noción del tiempo. Hay algunos que cometen auto-canibalismo, sin embargo, hay algo que une todos los casos.

―¿Qué? ¿Qué cosa? ―inquirió Christopher con ansiedad.

―Tanto el atacante como el agredido, y asimismo, los reportes de canibalismo, terminan perdiendo el uso de sus facultades físicas al mismo tiempo en que espuma sale por la cavidad bucal del afectado.

Se llegó a una conclusión: en que el individuo es afectado por una gran cantidad de ira, hacia ellos u otras personas.

―Es un brote de rabia ―dijo Christopher.

―¡Exacto! ―exclamó Amanda― Marie Claire, como Nicholas la están orquestando.

―¡¡Christopher!! ―se escuchó un alarmante grito de Charlotte desde el segundo piso.

Los tres se observaron con pánico y corrieron al mismo tiempo subiendo las escaleras.

Christopher entró a la habitación encontrando huellas de sangre en el piso.

―¡Charlie! ―exclamó su marido al entrar al baño y encontrarla sentada junto al lavabo con su blusa manchada en sangre― ¡Charlie! ¡Amor, ¿Qué te ocurrió?!

―Chris...Christopher ve...ve por nuestra hija ―habló Charlotte con dificultad.

―Hay que llevarla al hospital ―advirtió Daniel.

―¿Por qué no me llamaste antes, cariño? ―inquirió su esposo con desespero.

―Búscala. Él...él está aquí ―dijo Charlotte con sus pupilas dilatadas al borde de perder el conocimiento.