Los Visitantes

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Ya era más de medio día, el hombre tomó asiento cuando el patriarca se lo sugirió. Charlotte quedó algo confundida, llevándose la mano al pecho cuando sintió una especie de angustia. El timbre volvió a sonar, pero solo al escuchar la voz de su marido ella logró reaccionar.

―Cariño, están tocando el timbre. ¿Puedes abrir? ―ella asintió con la cabeza girándose nuevamente hacia la puerta, encontrando fuera de su casa a Daniel en compañía de Tyler.

—¡Hola Señora Warren! ―la saludó Tyler, con una gran sonrisa en el rostro. Como si nada malo estuviera pasando en el pueblo.

―¡Hola, Chicos! ¡Pasen, por favor! ―invitó la mujer. Tyler topó su mirada con el inesperado visitante. Era como si de algún lugar lo conociera, lo observaba con detenimiento; al punto de ponerlo incómodo.

―¿Nos conocemos de algún lugar? ―preguntó Tyler.

―No, no lo creo. Aunque es un pueblo pequeño, nunca te había visto.

Un portazo se sintió en el segundo piso.

―Te dije que no hicieras ruido. ―le dijo Katherina a Demian una vez dentro de su habitación.

―Se cerró sola. Ni siquiera alcancé a tocar la manilla. ―contestó Demian al mismo tiempo en que dejaba su libro encima del escritorio de Katherina.

―Necesito saber si puedo confiar en ti cien por ciento. ―se dirigió Katherina hacia su acompañante.

―Sabes que sí. Nunca haría nada para dañarte. Creo que te lo he demostrado estos últimos días, ¿no? He puesto mi vida en riesgo por todo esto. ―Katherina lo observó con expresión de agradecimiento.

―Esto que te voy a mostrar nadie más lo puede saber. ―aclaró ella con determinación. ―¡Nadie! ―Demian asintió con tranquilidad. Katherina por su parte, se disponía a correr su cama, para dejar a la vista la abertura de una tabla, la cual deslizó hacia atrás para sacar de ahí, los diarios que Amanda poseía en su casa―. Estos diarios, pueden respondernos muchas cosas, y quiero creer que hablan de los jinetes.

―¿Qué es eso? ―preguntó con curiosidad acercándose a la muchacha quien se sentaba en la cama.

―No preguntes que es, solo te diré lo que tengas que saber. ―contestó ella, a lo que él respondió con ademán de sumisión ante la chica, mientras ella comenzaba a buscar, página por página, hasta detenerse en una en particular. Los Herederos de los Últimos Días.

La caída de Lucifer fue solo el comienzo. El comienzo de una nueva era. Miles fueron los que siguieron al Príncipe, mas su reino no comenzó, hasta que la princesa fuera desterrada del paraíso.

Será mejor que te adelantes unas páginas, querida. ―solicitó Demian. Ella lo observó con incredulidad. Todo era importante de leer, pero también el hombre tenía razón. Katherina adelantó una página, y se dispuso a leer nuevamente.

2.000 años esperaron los jinetes para cumplir su deber. Y 600 años esperaron ambos hermanos para volver a la tierra y terminar con la venganza que no pudieron terminar.

Anticristo. Guerra. Peores que ángeles, más poderosos que el mismo Dios. Poderosos, más que los elementos regentes. El primero ya estaba en espíritu, antes de que el primer sello se abriera, pero no fue entonces hasta el sacrificio del elegido, cuando el primer jinete piso la tierra por tercera vez.

Solo el poder de un brujo de 600 años pudo destruir el sello de encierro que la Druidesa puso en él. Nadie podía averiguar sus nombres, sin embargo, y de alguna manera...están alojados en mi mente, los cuatro hermanos, eran los descendientes de las cuatro dimensiones, mas cuando él mayor de ellos cerró el pacto demoniaco, su linaje quedó maldito.

El Susurro del Diablo Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora