Maldita Obsesión {Severus Snape}

*Capítulo 47: Fiesta*

/Laurine Selwyn/

El invierno estaba cerca, de hecho a punto de entrar y en el ambiente ya podía sentirse el frío calar nuestros huesos.

La buena noticia era que todas las tardes las pasaba en la habitación de Sevy, ambos siempre recostados sobre la cama, cobijados debido a las bajas temperaturas, normalmente bebíamos leche de dragón caliente y leíamos un poco.

Todo tranquilo después de esa agitada semana en la que no había logrado aparentemente nada.

Sevy se había quedado profundamente dormido a mi lado. Lo miré por un largo rato y memoricé cada una de sus facciones. Me gustaba tanto esa larga nariz que tenía, sus profundos ojos, su cabello oscuro, lacio y revuelto, su tez tan pálida y sus delgados labios. Todo él me gustaba demasiado.

Pareció sentir mi mirada así que despertó algo sonriente. Me acerqué y di un corto beso en sus labios.

-¿Por qué siempre me observas?- preguntó levantándose.

-No lo sé, eres lindo- se sonrojó y aproveché para volver a besarlo pero esta vez fue en su nariz, luego su mejilla, luego su mentón y comencé a bajar los besos por su cuello.

-No Laury, no hagas eso- se quejó separándome con dulzura.

-¿Por qué nunca quieres hacer algo?- pregunté un poco fastidiada por la espera.

-¿Por qué siempre quieres hacer todo?- se burló. Al menos aún conservaba su buen humor.

Le lancé una mirada asesina.

-Bien, te diré por qué. Es solo que....

-¿No me deseas?- pregunté temiendo lo peor.

-¡No!, ¡es decir sí!, siempre lo he hecho pero....

-No lo entiendo Sevy, no sé que es eso que tanto te molesta.

-No estoy listo sí, creo que te has vuelto loca al querer algo como eso conmigo.

-No lo entiendo aún Severus.

-Sólo no quiero hacerte daño.

-No lo harías, yo estoy más que dispuesta.

-Tal vez aún no sea el momento, deberías intentar otro día- suspiró con pesadez.

-De acuerdo- acepté finalmente, un poco decepcionada.

El silencio se hizo presente de nuevo, ninguno de los dos se movía mientras comenzaba a oscurecer.

-Habrá una fiesta en la torre de Griffindor, ¿vas a ir?

-No me invitaron

-Todos fueron invitados

-No iré Laurine, tengo trabajo que hacer- respondió a secas. Odiaba cuando se comportaba así tan repentinamente.

-Genial, yo sí lo haré.

-Bien, diviértete sin mi- finalizó sin siquiera mirarme.

Así que asentí y me fui.

Caminé decidida hasta el lugar mencionado. Al entrar la música resonó en mis oídos, miré a mi alrededor y me di cuenta de que no conocía a nadie realmente. Ahí fue cuando más extrañé a Lucius, el sabría qué hacer o nos empujaría a Severus y a mí a charlar para dejar de pelear, él sería mi compañía en este preciso momento, sin importar si Narcissa nos mirara celosa.

Decidí que sería mejor irme pero de inmediato apareció Sirius sonriente.

-Laurine, ¿cuánto tiempo sin hablar? Desde que me golpeaste de hecho pero no te preocupes te perdono y he decidido darte otra oportunidad, eres muy afortunada- sonrió mientras me guiaba a una mesa al centro, donde habían bebidas y me ofreció una.

La tomé sin pensarlo y continué así por el resto de la noche.