*Capítulo 4: Compartir

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/Severus Snape/

Antes de poder ir a descansar, aquella noche teníamos una junta con el resto de profesores de los otros colegios, según Albus debíamos ponernos de acuerdo en la organización de las casas, así que todos nos dirigimos a la antesala que se encontraba detrás de nuestra mesa en el gran comedor.

Cuando entré la mayoría ya se encontraba ahí, me limité a quedarme de pie en una de las esquinas, junto a Lupin quien no dejaba de mirarme divertido.

-Espero que sea de su agrado la estadía. Si hay algo que pueda hacer por ustedes no duden en pedirlo- dijo Dumbledore.

Ambos directivos agradecieron y dejé de prestar atención en cuanto divisé a Laurine entre todos. Estaba justo al extremo contrario, junto a una joven de Beauxbeatons, al parecer ambas reían.

-Severus, veo que aún babeas por ella- se burló Lupin a mi lado.

-No sé de qué hablas- lo miré molesto y volví a dirigir mi atención a Dumbledore.

-Tenemos habitaciones para todos los pequeños y para ustedes, si me permiten yo aconsejaría que cada grupo profesores se encargan del cuidado de una casa- sonrió. Todos estuvieron de acuerdo aunque a mí me pareció una gran tontería, podía controlar  perfectamente a un grupo de Slytherin, no creo que las cosas cambie si se le suman un par de princesas francesas y esos chicos de Durmstrang.

Y era que los chicos y chicas que habían llegado habían sido enviados a diferentes casas al azar, según Albus esto los obligaría a todos a convivir al máximo, además que había agregado habitaciones extra por lo que no había problema alguno. Y ahora, lo que planeaba hacer para cuidarlos era mezclar también al grupo de profesores para su cuidado.

La sala comenzó a vaciarse conforme Albus formaba los grupos y se retiraban a sus respectivas habitaciones, justo al final solo quedábamos Lupin, Minerva, el mismo Dumbledore, Laurine y yo.

-Severus- dijo el viejo. -Espero que le des la bienvenida a nuestra vieja amiga- sonrió.

-¿Es una broma?- pregunté molesto.

-Tampoco me alegra verte- contestó Laurine de inmediato.

-Tranquilos, ¿te molestaría compartir tus aposentos con la señorita Selwyn?

Yo abrí los ojos de inmediato, no sólo debía cuidar a los chiquillos con ella, ¿también debía compartir mi espacio personal y mi tiempo?

-Si él no quiere yo podría hacerlo- intervino Lupin de inmediato.

No, no, no, preferiría ser yo a que ella estuviera con ese estúpido licántropo.

-Esta bien, lo haré, hay una habitación extra al fondo de las mazmorras- dije en un tono frío. -Acompáñeme señorita- hice un ademán para que me siguiera y salí de inmediato, con ella tras de mí.

El transcurso se realizó en completo silencio, por el rabillo del ojo pude darme cuenta de que miraba a su alrededor como una niña pequeña.

-Así que....- intenté romper el silencio, esperaba que no me fallara la voz o me temblaran las manos más lo que ya hacían y ella se diera cuenta. -¿Cómo te ha ido?- pregunté sintiéndome un tonto.

-A decir verdad excelente, después de graduarme y volver a casa trabajé un tiempo con mi padre, años más tarde me ofrecieron un puesto en la academia y lo acepté- dijo sorprendiéndome por la naturalidad con la que hablaba, su acento estaba más marcado de lo que recordaba.

-¿Qué puesto te dieron?

-¿Cuál crees?- me giré para mirarla de frente por primera vez. Me estremecí ante la cercanía.

-Emmm...no lo sé ¿pociones?- pregunté con lo primero que se me vino a la cabeza.

Ella sonrió, al parecer le había divertido mi respuesta.

-¿Curioso que pienses eso no? Reprobé el último año ¿lo recuerdas?

La miré confundido, ¿a caso me estaba reclamando?, creo que ya era un poco tarde.

-Si Severus, diecisiete años tarde- dijo con el semblante totalmente serio.

-¿A caso leíste mi mente?

-No debería sorprenderte lo que una persona aprende a hacer en tantos años- me inspeccionó y se adelantó. Caminé tras ella hasta llegar al fondo de las mazmorras.

-Es aquí- dije abriendo la puerta con mi varita. Ambos entramos a mi amplio despacho. -Esa puerta es mi habitación, aquella otra el baño, ese es un armario que te aconsejo no tocar y esa última puerta será tu habitación, que lo disfrutes- dije rápidamente.

La escuche bufar molesta.

-No sé porque te comportas así- me quejé.

-¿Así cómo Severus?

-Cortante, fría, egocéntrica....

-¡Basta!, ni siquiera debería seguir hablando contigo- se cruzó de brazos sin responder mi pregunta.

-Yo debería estar molesto, tú fuiste quien me abandonó- fruncí el ceño ante el drama que la señorita Selwyn estaba creando.

-¡Eso también fue tu culpa!

-No Laurine, eres una egoísta y debes admitir que jamás te importé.

-¡Mentira!, dejaste que Lily nos separara- me miró firmemente.

-Abre los ojos Laurine, ¡ella ya no está! Y eso no debería alegrarte.

-No me hables como si yo fuera la mala, también perdí personas importantes en mi vida con aquella guerra.

-¿Cómo a quién?, ¿a Black?, ¿a caso él es el padre de esa niña que vi?, no me sorprendería, los vi muy juntos la última vez....

-¡Eres un idiota!- gritó mientras me arrojaba el cojín que había alcanzado de aquel oscuro sofá. Lo había esquivado y más tranquilo me giré para levantarlo.

Miré de reojo como era que aquella mujer se internaba en su habitación bastante enfadada. Acomodé de nuevo el cojín y después me senté frente al escritorio principal, aún debía preparar muchas cosas para mis clases y ella no debía suponer una distracción. Pero no pude evitar darle vueltas al asunto.

¿A caso Dumbledore se burlaba de mi?, ¿prácticamente nos había arrojado al rincón más aislado de todo Hogwarts, como si tuviéramos asuntos pendientes. Justo entonces recordé la vez que Lucius nos encerró en su habitación para reconciliarnos, pero aquello no funcionó del todo.

Finalmente, ya entrada la noche y cuando terminé mi trabajo decidí ir a dormir, entré en mi habitación, me preparé y justo cuando me dispuse a hacerlo ella apareció en mi mente, cayendo rendido mientras me daba cuenta que efectivamente había sido un idiota.

Maldita Obsesión {Severus Snape}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora