*Capítulo 22: Estilo

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/Laurine Selwyn/

Había un creciente rumor sobre un supuesto grupo de chicos que formaban una especie de ejército en Hogwarts. Pocos sabían al respecto pero en cuanto Umbridge se enteró tomó algunas molestas medidas.

No logré ver a Severus en un par de días ya que se encontraba bastante ocupado creando Veritaserum para aquella cruel mujer. Afortunadamente Claire tenía su visto bueno y el hijo de Lucius se había encargado en cuidarla de buena manera.

El fin de semana llegó y los chicos no pudiera salir a Hogsmeade o hacer cualquier otro tiempo de actividad, al parecer los decretos educacionales lo prohibían, en su lugar hizo un enorme interrogatorio respecto a las supuestas actividades ilícitas en el colegio.

El lugar poco a poco se convertía en un sombrío castillo, las pinturas fueron quitadas, toda la diversión se había esfumado y la mayoría de cosas estaban fuera del alcance de los alumnos.

Y todo empeoró el día en que Albus me llamó, justo después de pasar las vacaciones navideñas. Cuando llegué a su oficina me entregó un largo pergamino con instrucciones, me pidió que lo ocultara y más tarde lo entregara yo misma a la Orden. No entendía nada de aquello hasta que alguien tocó la puerta.

Dumbledore me lanzó una mirada tranquilizadora y me pidió abrir. Me sorprendió ver al Minsitro Fudge, Umbridge , un par de aurores y ese chico Potter siendo arrastrado hasta el lugar.

-Los vigilé por semanas y ¡mira! el ejército de Dumbledore, eso demuestra lo que te había dicho desde el principio Cornelius- dijo ella con su voz chillona. Los miré adentrarse bastante confundida. -Su campaña de mentiras sobre quien-tú-sabes no nos engañó mí un momento, vimos sus acciones por lo que son: Una cortina de humo para poder obtener el control del Ministerio- sentenció.

Yo seguía sin comprender la mitad de lo que decía pero no me exalté pues el hecho de que Albus se encontrara completamente apacible me hizo confiar en la situación. Esperaba lo tuviera todo planeado.

-Desde luego- admitió con un tono calmado.

-¡No profesor!, él no sabía nada, ¡yo fui!- intervino Harry quien al parecer estaba desesperado por salvarlo de aquella situación.

-Es noble que trates de defenderme pero como lo han mencionado, el pergamino dice claramente ejército de Dumbledore no de Potter- comentó de la misma manera que antes. Luego se dirigió hacia Fudge. -Le pedí a Harry que formará esa organización. Yo y solo yo soy responsable de sus actividades- recalcó. Pero incluso yo que no sabía demasiado al tema supe que aquello era mentira. ¿Por qué hacía todo esto?, ¿qué propósito tenía?

-Envíen una lechuza al Profeta tal vez esto pueda salir en la edición matutina- indicó el Ministro al chico que venía con él. -Ahora, escolten a Dumbledore a Azkaban a que lo enjuicien por conspiración- sentenció. A esas alturas miraba atemorizada la escena y recordé el pergamino que el mismo Albus me pidió guardar. Lo oculté de inmediato o podría terminar en problemas yo también.

-Supuse que tendríamos esta pequeña discusión- caminó detrás de su escritorio. -Al parecer están bajo la idea de que no voy a oponerme, pero les diré esto no tengo intención de ir a Azkaban- sonrió por primera vez desde que ellos habían llegado.

-¡Ya basta!- pidió Umbridge. -¡Deténganlo!- le apuntó y el par de aurores comenzaron a subir los escalones para ir por él.

Pero Dumbledore realizó algo que ninguno de nosotros esperaba. Su siempre confiable Fenix voló hacia él y con un rápido movimiento lo tomó, haciéndolos desaparecer a ambos en medio de una ráfaga de luz y dramáticas llamas de fuego.

Miré a mi alrededor con una sonrisa burlona, él se había escapado y no había nada que pudieran hacer.

-Wow, ufff- resopló uno de los aurores. -Tal vez no le agrade Ministro, pero no negara que Dumbledore tiene estilo- comentó divertido, tuve que reprimir una risa.

-Bien, puedes irte Potter pero te mantendré vigilado- Umbridge soltó al chico y antes de salir del despacho me dirigió una molesta mirada. Lo único que hice fui guiñarle un ojo tal cual lo había hecho Dumbledore minutos atrás.

Pero eso no fue todo pues la mala suerte nos golpeó a todos de nuevo, esta vez aquella rosada horrenda mujer fue nombrada directora de Hogwarts mientras que el Ministerio se hacía cargo de buscar en todas partes a Dumbledore para arrestarlo y llevarlo a Azkaban.

Ella aprovechó al máximo el puesto que yo tenía, ordenándome tareas inútiles para mantenerme ocupada. Pasé incluso la mayor parte del tiempo mirando cómo era que torturaba a la mayoría de chicos con una extraña pluma.

Cuando finalmente tuve un descanso fui directamente con Severus, debía informarle sobre aquel pergamino que Albus me había confiado. Afortunadamente logramos hacer que llegara a las manos de Lupin sin ser interceptado.

Al despertar aquella mañana lo primero que hice fue dirigirme al Gran Comedor, Sevy ya estaba ahí leyendo el diario que acababa de llegar.

-Buenos días- saludé limitándome a hacer un gesto con la mano.

-Buenos días Laurine- sonrió de lado sin mostrar demasiadas emociones

Comimos con tranquilidad y cuando estábamos a la mitad del limitado banquete, él me tendió el periódico que antes leía. Al inicio lo miré confundida pero cuando leí entendí todo.

"Azkaban: fuga de diez prisioneros de máxima seguridad"

-Debemos darnos prisa- susurró para que solo yo pudiera oírlo. -Esta noche la Orden se reunirá en las Mazmorras- finalizó y se puso de pie para emprender su camino al aula de pociones. Lo miré alejarse con una última idea en mente.

Maldita Obsesión {Severus Snape}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora