Maldita Obsesión {Severus Snape}

*Capítulo 17: Familia

/Severus Snape/

Desperté temprano aquella mañana y de inmediato se formó una sonrisa en mi rostro al ver cómo era que Laurine descansaba tan tranquilamente a mi lado. Estaba tentado a despertarla con un beso en sus labios, pero decidí hacer algo mejor, ya habrá más tiempo para ello después.

Salí de la habitación con extremo silencio y bajé las escaleras rumbo a la cocina. A decir verdad tenía bastante hambre por lo que aprovecharía para preparar algo. Claro que  como buen pocicionista que soy me resulta sumamente sencillo realizar cualquier tipo de platillo o labor de cocina con la misma precisión.

Lo primero que hice fue averiguar que era lo que Laurine tenía en casa, desde utensilios hasta los más mínimos ingredientes, aquellos que suelen dar un toque mágico a la comida.

Tomé lo necesario y los llevé a la barra donde comencé a preparar un buen desayuno. No tardé demasiado por lo que algunos minutos más tarde ya me encontraba sirviendo todo en tres platos diferentes. Y justo a tiempo.

-Buenos días- saludó aquella lindura que llevaba mi sangre.

-Buen día Claire, ¿tienes hambre?- pregunté mientras servía un poco de jugo en los tres vasos.

-Claro- tomó asiento y casi al instante atacó su comida, pero no sin antes dedicarme una sonrisa.

Me senté frente a ella y tomé el periódico que descansaba sobre la repisa para leerlo mientras esperaba a Laurine.

-Mi madre me contó que eres un excelente profesor de pociones- rompió el silencio que se había formado.

-Sí, lo sé pero hay muchos que no piensan eso- dije sin despegar mi mirada de la lectura.

-¿Qué dicen entonces?

-Que soy el malvado profesor de pociones- la miré de reojo y ella fruncía el ceño.

-Mi padre no es malvado- dijo más como un comentario para sí misma. Al escuchar aquella palabra una agradable sensación se instaló sobre mi, tal vez pueda acostumbrarme.

-¿Qué hiciste?- preguntó con sorpresa alguien en la puerta.

-El desayuno, ven a sentarte Laurine y únete a este momento en familia- me revolví en mi lugar de nuevo por esa clase de palabras.

Ella me miró no muy segura, luego miró el diario que aún tenía en manos y justo después se sentó a mi lado.

-Buen día, no sabía que podías cocinar- comentó en un tono ya más relajado y depositó un suave beso en mi mejilla.

Dejé a un lado la lectura y comenzamos a comer aquellos delicioso platillos que yo mismo preparé. Normalmente estoy orgulloso de mi trabajo y ese día no era la excepción.

Laurine se dedicó a mirarme con dulzura, apuesto a que jamás hubiera imaginado verme en un estado tan apacible. Durante ese corto transcurso de tiempo ninguno habló, solo disfrutábamos de la compañía del otro.

-¿Quién es esa tal Dolores Umbridge?- preguntó finalmente, antes de beber un poco de su jugo.

-¿Por qué?- la miré confundido.