Sábado.
Es el día de todos los días. El día después de los cinco intensos días de instituto, y el día antes del día que hará empezar esos cinco días de nuevo. En los sábados soy capaz de quedarme atrapada en mi habitación durante todo el día. Para estar segura de las risas, de los insultos, de las heridas. No tengo que ver a nadie del instituto, incluso en internet porque no soy tan tonta como para hacerme una cuenta de Facebook o Twitter solo para que la gente se apunte al cyberbullying. Incluso cuando tengo que hacer proyectos en pareja durante el fin de semana porque es obligatorio, lo acabo haciendo todo yo y mi compañero obtiene el crédito. Así que incluso si mis sábados tienen algo que ver con el instituto, no es verdad.
Hasta este sábado.
Jugué con el trozo de papel en mis manos. Arrugándolo entre mis dedos. Tentada a romperlo en pedazos. Sí, no tengo ni idea de por qué empecé a hacer estas aliteraciones. No sé por qué estoy tan preocupada, tan amenazada por esto. Es solo un trozo de papel, seguramente de algún papel en blanco de la impresora de clase. Firmado por tres personas diferentes en tres tipos de caligrafía de nada más ni menos que los Tres Mosqueteros.
Los Tres Mosqueteros es un libro escrito por Alexandre Dumas. Ambientado en París, Francia alrededor de 1800, va de un chico llamado d'Artangan y sus aventuras con los Mosqueteros de la Guardia: Athos, Porthos y Aramis. Irónicamente, el libro no es sobre los tres mosqueteros, sino sobre el personaje principal transformándose en uno de ellos aunque no lo hace.
Pero no estoy hablando de esos tres mosqueteros, estoy hablando de los Tres Mosqueteros. Los tres chicos más malos de Dartwell High: Bennett Frazier, Jordan Wallace y Declan Lynch. Todos están en el último año como yo, pero no han estado siempre.
Al inicio de las clases la semana pasada, ellos solo... aparecieron. Nadie sabe de dónde salieron o quiénes son. Lo único que sabemos es que el año pasado no estaban, pero este sí. Pero lo que vino con su repentina aparición fue su reputación. Nadie sabe si es verdad, pero los rumores viajaron a la velocidad de la luz. Los tres están en una banda criminal. Tienen antecedentes penales, son ricos, están en libertad provisional, se involucraron en droga, usaron armas y cuchillos. Todos tienen su propia historia, su propia reputación pero se conocieron y unieron fuerzas. Estos son solo un puñado de los rumores que he escuchado cuando la gente está demasiado ocupada cotilleando como para hacerme bullying. Pero una cosa es cierta, lo que vino con su reputación fue su nombre, los Tres Mosqueteros. Uno no se debe tomar su nombre en serio, obviamente alguien como yo, pero los rumores girando a su alrededor cambiarían su opinión.
Pero nunca me molesté en siquiera mirarles. No me importaban los rumores que había oído. Por alguna razón, ellos no me acosaban como el resto del instituto. A lo mejor pensaba que no valía ni la pena. Pero mientras no me hagan bullying y hagan ver que no existo, yo haré lo mismo.
Pero la pregunta en mi cabeza era: ¿Qué quieren los Tres Mosqueteros con Nerdy Naomi?
Ayer, viernes, fue la primera vez que los conocí en persona. La primera vez que en realidad hablé con ellos. Me choqué con Bennett en el pasillo y le reté. Jordan se convirtió en mi compañero en química y me deshice de él después de la clase. Después formé un equipo con Declan en fútbol, para después decirle que me dejara en paz cuando me había defendido. Eso es todo lo que hice, y a cambio recibí esta nota. Una nota que me dice que vaya a Starbucks al mediodía para encontrarme con ellos.
Me dejé caer en la silla, mirando al techo. ¿Qué tendría que hacer? ¿Debería quedarme o ir? Me quedé en silencio por un momento antes de coger el mando del estéreo y darle a play. "Should I Stay or Should I Go" de The Clash empezó a sonar de fondo.
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TRADUCCIÓN: The Good Girl's Bad Boys: The Good, The Bad and The Bullied.
Humor-Es bastante simple en realidad -me dijo Bennett. -Tú serás nuestra chica buena -dijo Declan. Jordan sonrió. -Y nosotros seremos tus chicos malos. Estuve en silencio por un momento. Los miré, a contrato y otra vez a ellos. Después, calmadamente pus...