Capítulo Trece: El Tema Nunca Fue Mencionado

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—Mirad quién ha llegado finalmente —canturreó mi madre alegremente al entrar al comedor.

—Por fin —oí que dijo una voz familiar.

Declan gruñó instantáneamente al sonido pero le estiré de la manga para que se mantuviera callado. Paró, pero su mirada se endureció. Entré al comedor después de mi madre, topándome con la mirada de Raymond. Llevaba la chaqueta azul del instituto sobre una camiseta blanca con alguna banda que no conocía. Estaba desplomado en su silla, escampando sus largas piernas, mostrando sus vaqueros negros que acababan con unas converse negras también.

Sonrió con suficiencia, apoyando uno de sus brazos en el respaldo de la silla.

—Empezaba a pensar que nunca aparecerí- —De golpe Raymond se atragantó en cuanto vio quién había entrado, casi cayéndose de su sitio.

Mi padre y los padres de Raymond, quienes estaban hablando, pararon. Curiosos por lo que había hecho que Raymond se atragantara, levantaron la vista hacia nosotros.

Sonreí inocentemente.

—Raymond, creo que conoces a mis amigos. Bennett, Declan y Jordan.

Ninguno de ellos había reconocido la existencia de Raymond, quien les miraba con la boca abierta.

—Raymond, cariño —regañó la Sra. Meyers—. No hagas eso, es bastante grosero tratar de esa manera a los amigos de Naomi.

Cerró la boca y sus mejillas enrojecieron.

—Sí, madre.

Declan sopló para sí mismo, sin decir nada. Jordan me miró y se burló de Raymond imitándole mudo, 'sí, madre'. Bennett no hizo nada. Solo miraba alrededor, contemplando sus alrededores.

Mi padre se levantó de su silla y se aclaró la garganta.

—Amigos de Naomi —dijo, inseguro—, por favor, tomad asiento.

Miré a la mesa e instantáneamente vi un problema. La mesa del comedor solo era para ocho personas, y éramos nueve. La mesa tenía tres sillas en cada lado de la mesa, mientras había sillas a cada punta. Mi padre se sentó al final de la mesa, ya que el anfitrión siempre se sienta ahí, de lo cual hicimos una tradición. Mi madre se sentó a mano derecha de mi padre, Raymond estaba a dos sillas de ella. El padre de Raymond estaba a la izquierda de mi padre con su mujer a su izquierda. Pero después me di cuenta de que a un lado de la mesa, mi padre debía de haber traído otra silla para que cupiéramos.

Los chicos me miraron. Yo les devolví la mirada. Esta había sido la única cosa que no habíamos pensado. No habíamos pensado en cómo nos sentaríamos. No te asustes, me dije a mí misma, y me senté justo delante de Raymond. Quiero sentarme lo más lejos posible de él por una vez, no como todas las veces que fuimos forzados a sentarnos juntos. Jordan se sentó entre mi madre y Raymond, probablemente queriendo darle una buena impresión a mi madre y controlar a Raymond. Bennett se sentó en la punta de la mesa, delante de mi padre. Y Declan se sentó a mano derecha de Bennett, a mi lado.

Si nadie ha entendido qué he dicho, de lo cual estoy bastante segura, lo pondré más fácil. Hay nueve sillas en una mesa rectangular. Hay una silla en cada punta, cuatro en un lado y tres en el otro. Mi padre se sentó en una punta mientras que Bennett ocupó la otra. En el lado de cuatro sillas, a la izquierda de mi padre, había el padre de Raymond, la madre de Raymond, yo y Declan. En el lado de tres sillas había mi madre, Jordan y Raymond.

¿Entendido? Bien.

Todos nos miramos incómodamente entre nosotros. Los padres miraban a los chicos, los chicos miraban a los padres y Raymond. Raymond miraba a los chicos. Yo miraba a todos. Y mi madre solo estaba feliz.

TRADUCCIÓN: The Good Girl's Bad Boys: The Good, The Bad and The Bullied.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora