Capítulo Seis: Strike Uno Strike Dos

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—¡Espera! ¡Para!

Estaba corriendo por la acera. Mis pies golpeaban el suelo a un ritmo constante. Estaba sudando, gotas de agua rodaban por mi cara. Mi corazón palpitaba rápidamente, cada segundo más fuerte. Jadeaba a por aire en cada paso, agotando a mis pulmones cada vez.

—¡Por favor! —rogué—. ¡Para!

Abandoné la acera y empecé a correr por la carretera. Pasé por coches, y cambié de carril recibiendo unos cuantos bocinazos y pitidos. Algunos conductores cabreados sacaron la cabeza por la ventana y empezaron a gritar lo muy loca que estaba. A lo mejor lo estaba.

Quién hubiera sabido que esta era una mañana normal de Naomi Lorraine.

Solo debo mantener el ritmo. Tendrán que parar por un semáforo en rojo tarde o temprano. Pero entonces lo oí. Justo delante de mí, saliendo por las ventanas, hacia mí.

Es Nerdy Naomi, Naomi Lorraine

Corriendo a por el bus, por la carretera

Mira cómo corre, calle abajo

Qué pena que sea difícil ganar al bus.

No tenía la energía suficiente como para rodar los ojos. Genial, habían empezado a cantarla. La estúpida cancioncita que algún niño se había inventado en el bus. Después se volvió famoso, y ahora todo el mundo la canta. Es una nana dedicada a mí.

Si ya os habéis dado cuenta, esta soy yo persiguiendo al bus.

Cada mañana, después de haberme cambiado y comido un desayuno rápido. Ando hacia el sitio donde el bus me recoge. Inmediatamente me quitó las gafas después me pongo mis deportivas y me recojo el pelo. Es en ese momento donde diviso una mancha amarilla acercándose. Debido a mi mala vista de no poder ver a larga distancia, esa mancha tarda un poco en volverse un bus escolar. A veces me gusta imaginar que el bus va frenando y se para justo delante de mí. Las puertas se abren y yo entro y tomo asiento.

Como si eso fuera a pasar.

El bus siempre pasa por delante de mí. El viento sopla delante de mi cara, y, accidentalmente, inhalo un poco del humo negro que sale del bus, y veo el rastro de gasolina que éste arrastra. Entonces empiezo a correr y a hacer sprints entre las aceras. He memorizado cada grieta, roca y planta en mi ruta después de todas estas semanas, meses, años corriendo a por el bus.

A veces el bus frena un poco, dándome esperanza, pero de golpe vuelve a acelerar, rompiéndola. Otras veces mantiene el mismo ritmo, haciendo que los niños hagan apuestas sobre cuánto duraré o cuándo me rendiré. Entonces hay esas raras veces donde el bus realmente se para a por mí. Obviamente, tiene que haber una buena razón. No es como si hubiera un chico majo que le hubiera pedido al conductor que parase. Normalmente es para un chico majo que quiere un trozo de mí, al que le debo algún trabajo del instituto, o se está esperando con un pastel de crema para mí (en pocas palabras, olí a pastel durante el resto de semana).

De repente oí las ruedas chirriar. Los coches que estaban a mí lado también habían frenado un poco para un stop. Intenté frenar y parar, pero me di cuenta demasiado tarde. Inmediatamente mi cara se estrelló contra la parte trasera del bus. Todos los del bus seguramente habían oído el golpe, y pude oír sus risas. Oí las puertas laterales del bus abrirse. Me encogí y caminé hasta el lateral del bus.

Estaba a punto de subirme pero las puertas se cerraron justo delante de mi cara. Se volvieron a abrir y lo volví a intentar, pero se cerraron al momento. Finalmente se abrieron y entré. El conductor del bus era alumno de último curso en Dartwell High hacía cuatro años. Solo digamos que su sueño como un skater profesional fueron destrozados y ahora conducía el bus para Dartwell High.

TRADUCCIÓN: The Good Girl's Bad Boys: The Good, The Bad and The Bullied.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora