I. Memorias (Pt. 2)

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"Carlos siempre fue conocido, no solo en la escuela sino en todo el valle como el niño más grosero de su edad, era más de un año mayor que yo, robusto y muy alto para sus 8 años en ese entonces, fastidiaba y acosaba a todos en la escuela por igual, y por supuesto yo no me libraba de ello; los constantes apodos y manotazos era algo a lo que todos los niños e incluso muchas niñas en la escuela ya estábamos acostumbrados y debíamos soportar, inclusive algunos niños un par de años mayor que él le tenían cierto temor por su fuerza física. Hasta ese día yo era uno más al que fastidiar, pero al parecer la madre de Carlos habló de más; tal vez la señora no se lo contó directamente a su hijo, pero seguro lo había escuchado platicárselo al padre de este sobre la situación por la que atravesaba mi familia.

Desde esos días en adelante, pasé a ser el centro de burlas favorito de Carlos, y sus fastidios no mostraban piedad, "pobretón" fue uno de los primeros apodos con los que me catalogó, y conforme pasaban las semanas se daba cuenta de que, no había quién me defendiese ni quien lo reprendiese por sus burlas, por lo que sus acosos físicos, como los jalones de cabellos, puntapiés, coscorrones en la cabeza, pellizcos e interminables formas de agredir, iban en aumento; era obvio que el profesor tenía claro conocimiento del comportamiento de Carlos, pero corregir sus acciones ya era algo inútil y prefería ignorarlo.

Pasaban los meses y todo se volvió rutinario: la escuela, las burlas y el trabajo. Estar en casa junto a mi madre reposando en cama era uno de los momentos más tranquilos de ese mal tiempo; recuerdo decirnos mutuamente que papá ya volvería pronto, de lo genial que sería su regreso, y que seguramente me dejarían faltar a la escuela alrededor de una semana porque así me lo merecía. Recuerdo pasar las noches preparando té de hierbas para mamá y así dárselo junto con su medicamento, mientras que yo comía algo de pan, a veces con leche, a veces con el mismo té. Si bien yo "almorzaba" durante el trabajo tomando ciertos productos de la cosecha, me vi en la necesidad de robar ciertos alimentos de aquel lugar para dárselos a mi madre, ya que con aquella paga no podía costearme más que pan y leche.

Llegó el fin de año, y seguíamos sin noticias de mi padre; escuchar por boca de Carlos que seguramente mi padre ha de estar "bien muerto", por ende yo sería un "huerfanito", era de lo más desesperante y tétrico del momento; el profesor le pidió que no hiciera esos comentarios, pero Carlos afirmó que esto era verdad pues lo había escuchado de sus propios padres; poco después todo el valle opinaba lo mismo... era tenebroso caminar por las calles y escuchar murmullos de la gente señalándome con el índice y diciendo que "ahí va el niño que su papá lo abandonó".

Seguía corriendo el tiempo e iniciaba ya el siguiente año escolar, y no había manera de pagar mi costo de ingreso a la escuela. Mamá me pidió que hablase con mi profesor quien resultaba ser uno de las dos únicas autoridades del colegio: que por favor me permitiese seguir asistiendo, que cuando mi padre regresara se encargaría de saldar la deuda. Tal vez fue la lástima que el maestro sintió hacía mí, que terminó por aceptar sin discutirme nada; creo que él también fue uno de los que ya atinaba a que mi papá quizás sí estaría muerto.

Así pasé otro año más sin saber nada de mi padre, otro año más de optimismo desesperanzado junto a mi madre esperando su llegada, otro duro año de trabajo y otro año más de seguir soportando a Carlos. Durante la mitad de año recuerdo a Carlos decirme que talvez papá no se hallaba muerto, sino "bien metido en la cárcel" por alguna razón, ya que mi padre siempre tuvo "pinta de delincuente"... una vez más afirmó a que esto debía ser verdad, puesto que lo había escuchado de sus propios padres, por lo que eso me convertía en un "raterito". Ni siquiera trataba de defenderme por mi cuenta, las ganas ni la rabia me eran suficientes como para intentarlo. Durante este tiempo, cuidar de mi madre era lo único que me daba la razón de continuar en la vida; pero de no ser por Candry, en definitiva no sé si hubiera llegado hasta el final.

Donde los deseos nacen // MADLV (2da. Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora