*En este capítulo existen muchos detalles que explicarán más a fondo las actitudes de los pasajeros del barco.
Finalmente lo había logrado; André ahora se hallaba del otro lado de la puerta, tenía la adrenalina y el pánico a tope; el tiempo no era eterno, pero seguramente las consecuencias persistirían y llegarían en cualquier momento, arrepentirse sería sumamente ridículo a estas alturas, las acciones estaban hechas y los golpes estaban dados; no había tiempo que perder, debía alejarse y esconderse, así que comenzó a correr por el único camino que tenía en su delante: un estrecho y largo pasillo. A lo largo de este pasillo, se hallaban algunas habitaciones a los costados, estaban señalizadas por puertas de madera, que a diferencia de la cabina, estas sí tenían perillas y cerraduras. Muchas habitaciones habían, mas André ni siquiera se molestó en inspeccionarlas.
Tras correr por casi un minuto, André logró salir de ese pasadizo; ahora se encontraba con lo que parecía ser un peculiar vestíbulo previo a la cabina de manejo; André ya podía sentir en sus recuerdos el haber visto este lugar las dos veces que subió al barco; aunque le parecía un poco más pequeño de lo que recordaba. El tamaño de este salón era casi del doble que el de la cabina de manejo; había un gran y muy viejo reloj de pared ubicado en la pared de enfrente; en el centro de la sala se encontraba una larga mesa cubierta por un gran mantel blanco cuyo largo llegaba hasta el suelo, sobre este habían algunas copas de champagne a medio tomar con algunas migajas de comida sobre platillos de porcelana; cada esquina del salón estaba ocupada por sillones reclinables con espacio para dos personas, hechos de cuero marrón que hacían perfecta combinación con la madera de las paredes; pero un candelabro colgando del techo cambiaba el tono elegante de la sala a un ambiente más tétrico. A todo esto había un notable detalle... y es que el lugar se encontraba aparentemente deshabitado; por otra parte, en cada pared de esta sala, había una entrada sin ninguna puerta cubriéndola, y a simple vista, cada una daba el acceso a un pasadizo muy similar al que André acababa de recorrer.
André casi sufre un infarto cuando vio por sorpresa y perfectamente alineado a su derecha, a dos ancianas sentadas en uno de los sillones; ambas se encontraban observando de pies a cabeza al pequeño niño uniformado, y es que no era para más, pues ninguno de los típicos sirvientes del barco portaba un uniforme similar al que él llevaba puesto. Sin saber cómo debía reaccionar, André creyó escuchar unos pasos acercándose por el pasadizo de la izquierda; rápidamente se escondió debajo de la mesa que estaba toda cubierta por el gran mantel.
Una vez debajo; sentado en el piso y abrazado a sus rodillas, André trataba de recobrar la calma, se hallaba muy agitado y su respiración era muy acelerada, tenía las palmas temblando, se tocaba los cachetes para darse cuenta de lo frío que se encontraba; el frío sudor causado por los nervios se le había secado. Aquellos 'pasos' que André juraba haber escuchado, llanamente dejaron de sonar; André puso sus dedos índices dentro de cada oreja y empezó a agitarlos como "tratando" de descartar si los pasos escuchados habían sido reales... y al parecer no; al parecer la paranoia lo había engañado.
Tomó un largo suspiro para apaciguar su descontrol y poner un poco de orden a sus pensamientos; "¿Qué hago ahora?, ¿qué estará ocurriendo en la cabina?", era lo que se preguntaba a sí mismo; "¿Cómo habrá reaccionado papá?, ¿habrá despertado ya el jefe?, ¿qué fue lo que hice?, ¿qué explicaciones daré?"; por momentos André se agarraba de los cabellos y hasta se mordía las uñas. Recordando haber roto sin querer la palanca de velocidades, pero convirtiéndola intencionalmente en su particular e improvisada arma agresora para con el jefe, le nacía la inquietud... "¿y ahora cómo se conducirá el barco?". El salón en el que André se encontraba, estaba situado muy en el interior del barco; no habían ventanas y era claro que no se podía ver desde allí las vistas que ofrecía los viajes de la nave, pero seguramente aún seguirían navegando por el espacio; el ambiente en el lugar parecía controlado, todo estaba muy pacífico y cada cosa quieta en su lugar, y así tenía que ser... de lo contrario, cada giro, anclaje, zarpazo o aceleración que hiciera el barco, provocaría una especie de terremoto en el interior de la nave.
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Donde los deseos nacen // MADLV (2da. Parte)
FantasySegunda parte de la saga "Más allá de la Vida" Después de los trágicos sucesos ocurridos en el valle donde vivió, André finalmente encuentra un momento de paz junto a su padre, siendo ahora ambos responsables de un trabajo muy especial en el 'cielo...