IX. Un infierno de hielo (Pt. 3)

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Ni André ni Pascual se preocuparon en tranquilizar a un Carlos que se hallaba fuera de sí, por lo que Pascual pidió una explicación a André...

- ¡¿Qué le ocurre al gordito?!

- ¡Lo que pasa es que ambos llevamos aquí solo una hora! – aclaró André.

Pascual se sorprendió, y afirmó...

- ¡Oh, ya veo!... ¡Entonces creo que debí ir más despacio!

André aprovechó el hecho de que ahora el diálogo sería de a dos, y sin saber cómo iniciar, le pidió a Pascual ciertas explicaciones...

- ¡Pero... no... no entiendo... ¿cómo es que tú llegaste aquí?... ¿y por qué dices que estamos en el infierno?!

- ¡Pues porque no veo otra forma de llamarlo a este lugar!... – tanto Pascual como André, aún permanecían con los brazos cruzados por el frío - ¡Todo es oscuro, no hay un maldito sol, el frío nos jode!, ¡este lugar es el mismísimo infierno!

- ¡Creo que tienes razón! – afirmó André, sin tener que enloquecer - ¡Pero aún no me has dicho ¿cómo es que llegaste aquí?!

- ¡Ya te dije que yo pregunté primero! – refutó Pascual.

André tomó un largo suspiro y se animó a narrarle toda una historia, aunque a diferencia de otras veces, este no compartió detalles tan precisos de su vida, solo habló a gran escala: reveló sin explicaciones el hecho de que él y Carlos murieron en el valle donde vivían al caer por "accidente" de un acantilado; y que ambos fueron asignados como sirvientes en un barco al que solo se les permite subir a personas con "cualidades especiales"; pero tras desear ver nuevamente a su madre quien también se encontraba en el lugar, él mismo provocó un osado incidente que dio como consecuencia una pelea con Carlos, por lo que finalmente ambos habían sido sancionados por la autoridad de aquella nave, y como castigo, ambos fueron enviados a este extraño lugar. 

Pascual no pidió detalles del porqué ambos no eran "tan amigos", incluso André había omitido las otras pruebas bizarras que ocurrieron en su vida; simplemente, a Pascual le pareció graciosa y extrañamente reveladora la existencia de un barco como el cielo.

- ¡Así que un accidente, un barco, una cabeza golpeada... y bum!... ¡atrapados aquí en el infierno! – Pascual reía un poco - ¡y un barco que recoge muertos!.... ¡que me lluevan las balas... creo ya lo escuché todo! – exclamaba vacilante.

Mientras Carlos aún permanecía caminando de un lado a otro con una actitud de desquiciado, tanto Pascual como André lo ignoraban. Este último ahora pidió a Pascual que le contase el motivo de que estuviese en este "infierno". Al ver que mantendrían una charla, Pascual se cansó de estar parado, por lo que le pidió a André que se sentase si lo que quería era escuchar su historia, este aceptó mientras que Carlos continuaba en su irracionalidad. Pascual empezó a narrarle su motivo:

"Rondaba el siglo XVII... no tenía familia, no tenía amigos y no cargaba responsabilidades, así que decidí unirme al ejército de mi nación... y en esos tiempos, ser aceptado en el ejército era algo bastante sencillo, pues lo que más se necesitaban eran soldados, así que empecé a llevar una vida bastante pesada como militar. Nuestra base se localizaba cerca de una frontera muy conflictiva con otra nación...". Aquel estilo de vida que solían llevar las personas en aquel tiempo, era muy similar al del valle en que André vivía. "Un día, tras varios conflictos políticos entre naciones, incluida la mía; la guerra estalló, por lo que yo y todos mis colegas de la armada, fuimos enlistados para una complicada batalla... La valentía y el honor, nunca fueron algo que me caracterizó ¿de acuerdo?... lo admito, casi siempre solía buscar el camino fácil y evitarme los problemas a toda costa... la única razón por la que decidí unirme al ejército, fue porque ahí obtenía refugio y alimentos gratuitos.... 

Donde los deseos nacen // MADLV (2da. Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora