X. El Ángel de los caídos (Pt. 1)

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Dedicado a mi poeta favorita <3

Después de aquella conversación que mantuvieron con Pascual, pasaron un par de días para que este último decidiera seguir su camino merodeando por aquel desierto helado, de esta manera fue que se apartó de André y Carlos dejándolos solos. Desde entonces, este par, por alguna razón se mantuvo unido durante los meses siguientes; ya no volvieron a pelear, pero tampoco nació algún tipo de amistad en ellos, pues de tanto en tanto algunas discusiones volvían a surgir. André nunca podía dejar de lado todo el rencor que guardaba hacia Carlos debido a muchos y muchos recuerdos vividos en el valle; por otro lado, Carlos jamás pudo sentir alguna simpatía para con André, no había necesariamente alguna explicación para esto, pues en realidad, jamás sintió algún tipo de afecto o simpatía por nadie, jamás tuvo amigos debido a su grosera naturaleza y comportamiento. Pero pese a no admitirlo, ninguno de los dos deseaba estar solo en dicho "infierno". 

En el transcurso de la nevada, André y Carlos se animaban a caminar y hasta trotar por breves momentos, solo para evitar sentir el cuerpo congelándose al extremo, y así tratar inútilmente de conseguir algo de calor en el esfuerzo. La razón del por qué solo caminaban por pequeños ratos, se debía a que André había quedado bastante adolorido del tobillo, y desde aquel mordisco que le proporcionó Carlos, este quedó casi cojeando, por lo que, cuando André dejaba de caminar o trotar más por el dolor que por el cansancio, Carlos también decidía dejar de hacerlo, simplemente para no estar solo. En varias ocasiones; solo para matar el aburrimiento; de manera malévola, Carlos empezaba a recordarle a André, los días en el valle en que este lo empujaba por la espalda o de las ocasiones en que lo tomaba por sorpresa para darle un buen coscorrón en la cabeza, incluso se mofaba de que André era el único niño que no llevaba algún tipo de refrigerio a la escuela. André no le veía sentido discutir con alguien tan irracional como Carlos, aunque en una ocasión, ya bastante irritado, le pidió amablemente a este que por favor se apartase de él; Carlos, quien no era lo suficientemente tonto, pudo darse cuenta de que estaba siendo lo bastante irritable, por lo que muy de su estilo burlón le aclaró...

- ¡Pero si me voy... no tendré a nadie con quién divertirme esclavo!

Durante las semanas siguientes, André pensaba en que cuando llegase el momento descrito por Pascual, no podía fallar en el hecho de conseguir llegar hasta aquella fuente de luz; de lo contrario, tendría posiblemente que continuar soportando la irritante compañía de Carlos durante muchos años más, eso si es que Carlos tampoco lo lograba. Pero lo que más preocupaba a André, era su tobillo aún lastimado, no podría correr lo bastante rápido cuando apareciese dicha luz; sin duda Carlos había logrado morderlo demasiado fuerte, seguramente algún ligamento quedó muy dañado, pues hasta pudo sentir los dientes de su agresor llegándole hasta el hueso.

En una ocasión, André y Carlos decidieron tratar, a método de prueba, acercarse lo más posible a una de las montañas; ambos lograron caminar un poco más de 30 kilómetros sin descansar, pero aún sentían no haberse acercado ni 100 metros a su objetivo, y eso que habían dedicado muchísimas horas a dicho camino. Pascual no había especificado cuanto solía ser el tiempo que este "ángel" les brindaba para llegar hasta aquella luz; pero viendo la situación, André y Carlos imaginaron que debía tratarse de días, eso si es que existía la oportunidad de lograrlo. Cada vez que André caía rendido en la nieve por el cansancio, lograba dormir por casi una hora, y era nuevamente el frío el que lo despertaba, y lo hacía con el cuerpo totalmente cubierto por la nevada.

Así pasaron unos agónicos meses más de espera en aquel desierto de hielo, casi medio año calculaban, hasta que finalmente, la nevada parecía ir cesando. De vez en cuando André decidía ponerse de pie y comenzaba a dar brincos sobre su tobillo lastimado, como una especie de calentamiento o preparación para cuando el momento llegase. Carlos también notaba la nevada ir disminuyendo, por lo que decidía ir calentando el cuerpo como si se estuviese preparando para correr una maratón. Habían transcurrido más de 200 días nevando, pero sin una luz solar de por medio para contabilizar los días, André sintió como si hubiesen pasado años desde el primer momento en que llegaron.

Donde los deseos nacen // MADLV (2da. Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora