Nueva Vida

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Mi nombre es Jessica West, mis amigos me dicen Jess. Tengo 17 años, vivo en Inglaterra con mi padre; así dictó el juez que se hizo cargo del divorcio de mis padres. Soy originaria de Mexicali, Baja California.
Hace dos años que no veo ni hablo con mi madre, no es algo que me afecte mucho pues mi relación con ella no era precisamente buena. 
Nos mudamos aquí hace un mes, mi padre aceptó una oferta de empleo bastante llamativa, es gerente del mejor hotel de Londres, lo que implica dejarme sola bastante tiempo en casa. Vivimos en el décimo piso de un departamento ubicado en una zona tranquila y de buena residencia, no es grande pero tampoco pequeño, es lo suficiente para ambos. 

Mi vida es simple y patética; padres divorciados, hija única, etapa de la adolescencia, viviendo con un hombre que dice ser mi padre, sin amigos.
Por lo regular soy solitaria, callada y seria. De aspecto físico no soy fea pero tampoco guapa, estoy en un punto x. Mido 1.70, mi cabello es castaño, piel blanca, ojos castaños claros y curiosamente cambian de color dependiendo de mi estado de ánimo, si me encuentro triste cambian a un color gris, si estoy enojada se ponen azules como el mar. 

Desde hace tiempo me siento observada constantemente, no sé qué sea, pero aprendí a vivir con esa sensación. 

Mañana es mi primer día de clases, para mi suerte aprendí inglés en una escuela bilingüe cuando era pequeña.

Mi casa parece cómoda y práctica, desde la entrada principal puedes ver la sala, dos sofás grandes y uno individual color chocolate. La mesa de centro hecha de vidrio con filos plateados y patas de acero. El comedor cuenta con una mesa de dos metros de largo ovalada con ocho sillas negras alrededor. La cocina es espaciosa, tenemos dos baños para mi alivio, en la planta de arriba, subiendo las escaleras alfombradas y girando a la derecha, hay un pasillo, del lado izquierdo está la recámara de tv, del lado derecho un baño. Junto está la recámara de mi papá y en el otro extremo la mía con mi baño incluido.

Estando en mi habitación, observó con horror todas las cajas y bolsas que esperan a ser desempacadas. Pedí la habitación más grande con balcón incluido. Observo con atención como está ordenada, al fondo a la izquierda está el baño. Mi cama está pegada a la pared al fondo en el centro de la habitación, un baúl descansa en la piecera. Un armario enorme en la parte contraria a mi cama pegado a la pared. Un tocador de tamaño decente junto a la puerta, y un espejo de cuerpo completo junto a mi cama. Las ventanas del lado derecho, seguidas por la pequeña terraza; tiene puertas de cristal y dos cortinas sobre estas impidiendo que entre la luz, afuera hay una barda de acero pintada de verde, una mesa redonda de cristal, dos sillones pequeños y una sombrilla de mesa. 

Salgo y me recargo en el borde de la barda, cierro los ojos exhalando un par de veces, recordándome que todo esto es por mi papá y tengo que apoyarlo. De pronto siento una mirada intensa sobre mí, volteo a todos lados pero el edificio es el más alto por aquí, los demás solo tienen seis pisos y dudo que puedan verme estando yo en el décimo. Decido volver adentro cerrando las cortinas detrás de mi. 

Son aproximadamente las ocho de la noche, tengo mucha energía y decído utilizarla para empezar a acomodar este chiquero.

~|~

Tres horas más tarde termino tumbándome de espalda a mi cama, la energía que tenía se esfumó completamente y ahora siento que moriré de asma. 

Recuerdo esa sensación de antes, alguien me estaba viendo pero, ¿quién? Desde hace meses la siento pero nunca hay nadie. Eso me pone los pelos de punta y hace que dude de mi cordura. 
Sacudo la cabeza para alejar esos pensamientos y opto por dormir, mañana tengo clases y no quiero que en mi primer día paresca salida de la serie The Walking Dead.











Lágrimas de un Ángel, La Agonía de un DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora