Lamento

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NOTA: Se recomienda tener pañuelos a la mano, este capítulo puede que te haga derramar algunas lágrimas.




Estábamos de regreso en el auto, las vacaciones habían terminado dejándonos muchos momentos grabados.

Habíamos compartido muchas cosas estos tres días; nuevas experiencias, conocer más la naturaleza, anécdotas para contar en unos años, fotografías que eran la mejor evidencia de cuánto nos habíamos divertido.

Ambos íbamos riendo a carcajadas, la música de la radio sonaba y si aparecía una que los dos nos supiéramos cantábamos a todo pulmón.

Tomé la cámara y saqué otra foto. Sin duda habían sido los mejores días de mi vida.

El cielo comenzaba a tronar, posiblemente llovería.

Mientras la radio sonaba, lo miré fijamente. Creo que nunca habíamos estado tan felices como ahora, me sentía completa, él era todo lo que necesitaba.

-Te quiero pa'-

Apartó la vista de la carretera unos segundos y me miró con una sonrisa.

-Yo a ti pequeña- sus ojos expresaban dulzura.

El cielo relampagueó y gotas de lluvia empezaron a caer. Me pregunté si Chris y los demás estarían en el auto junto con las chicas.

Miré por la ventana, los riscos impedían ver algo más que la carretera que se extendía kilómetros y kilómetros por delante.

Seguí cantando con él hasta que la lluvia comenzó a caer con más fuerza.

-Será mejor que nos detengamos, es peligroso- se inclinó hacia adelante y miró los riscos que estaban junto a nosotros -Me detendré por allá- señaló un letrero a unos metros más adelante.

La lluvia aumenta poco a poco hasta que se volvió una tormenta con granizo. Comencé a sentirme nerviosa, en un intento de distraerme giré la cabeza hacía los barrancos, mi cara se transformó por completo al ver con horror que se estaban desprendiendo.

Las rocas caen junto con la masa de tierra y piedras, no encuentro mi voz para decirle a mi papá que frene, solo atino a gritar, él se da cuenta y dice algo, pero no logro entender qué.

Todo pasa en cámara lenta.

Soy capaz de escuchar el sonido del metal abollándose cuándo la tierra nos alcanza, lo cristales se rompen y el rechinido de las llantas confirma que en verdad está pasando. Escucho a mi papá gritar mientras la gravedad arrastra mi cuarto hacia adelante. Después de eso, todo queda negro.



Abro poco a poco los ojos con pesadez, miro a mi al rededor  para darme cuenta de que estoy de cabeza; el deslave nos volcó, pero eso no es lo que más me inquieta; papá no está en su asiento.

El parabrisas está roto, y sangre cubre el filo de los vidrios.

Con el terror colándose por mi sistema, desabrócho mi cinturón de seguridad y el impacto contra el suelo me hace soltar un quejido. Siento un líquido bajar por mi rostro, los cristales se me incrustan en las rodillas y en las palmas de las manos.

Estoy al borde del miedo, la adrenalina hace su efecto y no siento dolor, por ahora.

Pateó la puerta para abrirla, intento dos veces más hasta que se abre lo suficiente para salir a rastras del vehículo. Me arrastro por el suelo hasta que mis piernas salen, busco a mi padre con la mirada hasta que siento con mayor claridad que algo escurre por mi cara. Al tocarme con los dedos una mancha de color carmín los cubre.

Alzo la mirada recorriendo de lado a lado la carretera donde me encuentro. A unos pocos metros, veo a papá, tirado en el suelo y no se mueve.

El miedo gana terreno, me levanto como puedo y corro hacía él, me dejó caer al suelo, lo giro hasta que queda boca arriba y luego observo con horror el cuerpo sin vida de mi padre.

Lágrimas de un Ángel, La Agonía de un DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora