Encuentro

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El lunes llegó, y con eso las clases. Había pasado la noche pensando en él, pensando en la manera en que se había marchado.

No sabía si podría decir; rompió mi corazón.

No sabía porque no tenemos nada oficialmente, pero la manera en que me miró antes de dejarme sola, fue un golpe directo al corazón.

Me levanté antes de que la alarma sonara, me metí al baño y tomé un baño de esponjas para relajarme. Terminé justamente cuando mi alarma sonó.

Salí sin ánimos y tomé algo sencillo, no tenía ganas de arreglarme. Fui a mi armario y saqué un sweatpants blanco con una franja negra, sudadera negra, me calcé unos Adidas negros también y por último tomé mi habitual chaqueta de cuero negra. Me hice una coleta alta y salí hacia la cocina.

Papá ya se había marchado, por lo que tomé llaves, celular, mi mochila y partí hacia el Instituto.

Me puse los auriculares mientras caminaba por las calles de Londres, como buenos londinenses la gente ya estaba en la calle rumbo hacia sus oficios.

Comencé a preguntarme, qué sentido tendrían sus vidas. Todos creemos que viviremos hasta que seamos viejos, pensamos que tenemos comprado el tiempo que estaremos aquí, me preguntaba si supieran que el final está cerca, si pasarían más tiempo con su familia; jugarían más con sus hijos, darían más afectó a su pareja, o simplemente pasarían tiempo con sus padres u hermanos. El futuro es incierto, no sé lo que vendrá, ni sé qué cosas tendré que hacer por el bienestar de la humanidad, lo más importante para mí, es mi papá. Nadie más.

Absorta en mis pensamientos, llegué a la puerta de mi Instituto.
No puse atención a la música que sonaba en mis orejas, caminé por los pasillos hasta que el cuchicheo de varias chicas llamó mi atención.

A lo lejos ví a Angélica, una de las guerreras que llegaron a salvarme cuando me atacaron en el baño. Ella parece la más agradable de las tres, caminé hacia ella hasta que por fin me vió.

-Hola- me saludó con una gran sonrisa en su rostro.

-Hola- traté de devolverle la sonrisa lo mejor que puede -¿Sabes por qué tanto alboroto?- pregunté mié tras ella sacaba unos libros de su casillero.

Echó una rápida vista hacia las féminas que murmuraba sin parar.

-Hay dos chicos nuevos- cerró el locker y rodó los ojos.

Fruncí el ceño.

-¿Sabes quiénes son?- pregunté.

Ella negó con la cabeza.

Ambas empezamos a caminar hacia nuestra primera clase. Aproveché para verla de reojo.

Su piel blanca contrastaba con su cabello castaño, sus ojos verdes reflejaban una gran alma, y su sonrisa mostraba lo linda que era, y no me refiero precisamente a belleza física.

-¿Y las demás?- me atreví a preguntar.

Ella me sonrió.

-Pronto llegarán, por ahora tú estás a mi cuidado- dijo sin parar de sonreír.

¿Ella va a cuidarme? La chica parece totalmente inofensiva, no creo que mate nisiquiera una mosca.

Su estatura era promedio, le calculaba 1.65, no era tan alta como yo.

Dió una carcajada al tiempo que negaba con la cabeza.

-Puedo parecer inofensiva e indefensa, pero las apariencias engañan Jess- me dirigió una mirada -Soy perfectamente capaz de cuidarme y cuidar de ti, ya te lo demostré una vez- me guiñó un ojo.

Lágrimas de un Ángel, La Agonía de un DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora