Secretos revelados

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Los Arcángeles volaban a toda velocidad, podía escucharse el viento romperse a medida que batían con fuerza sus alas.

Recibieron un llamado de emergencia por parte de Alejandro avisando la presencia de los demonios. Iban por ella.

Miguel tenía la expresión seria, veía un punto fijo mientras su mente iba a mil por hora, pensando en un plan por si los habían capturado. El llamado de Gabriel lo sacó de su trance y se detuvo a ver qué es lo que sucedía.

-Allá- señaló un callejón y descendió con un batir silencioso.

Uriel lo siguió, analizando los alrededores en busca de un enemigo al acecho.

Gabriel puso los pies en tierra, y pudo ver un bulto junto a un enorme contenedor de basura.

-Santo cielo, ¡Alejandro!- exclamó dando zancadas hacia el ángel.

Alejandro toció, tenía la boca cubierta de sangre y diversos golpes. Estaba atado con un látigo que resplandecía, al percatarse Gabriel de ello, soltó una maldición.

-Jessica- susurró casi inaudiblemente.

-¿Qué pasó?- Uriel se acercó, tomó el látigo entre sus dedos he inmediatamente lo soltó.

Era un látigo con brujería. Especialmente para ángeles, debió a sus presencias demoníacas, los hacia letales para los seres de luz, quemaba su piel al grado de dejarla al rojo vivo. Eran armas creadas en el mismo infierno.

Uriel contempló sus dedos, se había quemado, pero necesitaban quitarle el látigo a Alejandro antes de que lo matara.

Miguel cayó de rodillas junto a él, y con desesperación tomó el objeto demoníaco en sus manos intentando arrancarlo. Gabriel miró como su hermano se tragaba el dolor eh intentaba ayudar al ángel herido.

Alejandro estaba semi-inconcienciente, soltaba algunos gemidos y balbuceos.

Los tres entraron en desesperación, no podían quitarlo sin lastimar aún más a Alejandro.

Antes de que pudieran idear un nuevo plan, un batir de alas llamó su atención. Fue en el momento justo que los tres volteaban que el hombre cayó elegantemente junto a ellos.

El hombre desenvainó una espada mientras se acercaba a los ángeles. Miguel al verlo saltó de su lugar y con voz furiosa rugió:

-¿¡Qué rayos haces aquí?! ¿Vas a matarlo y después a nosotros? ¡Eres un traidor!-

Gabriel y Uriel permanecieron al lado de Alejandro mirando con recelo al recién llegado.

Ish levantó su espada por encima de su cabeza ignorando las palabras de Miguel.

-Si no quieren que muera, apártense- exclamó con voz neutra.

Alejandro pareció recobrar el sentido al escuchar su voz.

-¿Qué vas a hacer con eso?- preguntó con la voz apagada. A diferencia de sus compañeros, su voz sonaba amistosa pese al dolor que el látigo producía.

-Te voy a rebanar cual jamón- respondió Ish irónicamente.

Alejandro soltó una leve sonrisa.

Lágrimas de un Ángel, La Agonía de un DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora