Llevábamos toda la tarde "hablando". Digamos que él me sonsacaba la información, ya que la mayoría de las veces me negaba a hablar. Uno, porque tenía miedo de lo que pudiese pensar por algo que me gustara o no me gustara; y dos, porque simplemente, no podía hablar.
-Vale y... Si tanto te gusta la música, ¿porque no tocas algún instrumento o algo?- Preguntó curioso.
Esa pregunta me trajo dolorosos recuerdos, sin embargo, simplemente me encogí de hombros.
Recordaba aquella época en la que toqué el piano, era maravilloso, en el conservatorio podía ser yo misma sin que nadie se riera de mí, en el conservatorio era feliz. Amaba la música y amaba tocar el piano, pero mi madre no tardó en darse cuenta de que aquello me hacía inmune a sus insultos, provocando que aquel paraíso se esfumara en unos días.
-Si quieres... Te enseño a hacer mezclas...- Propuso rascándose la nuca.
Sonreí y negué en seña de que no hacía falta. Noté como se paraba a mirar mi sonrisa, como un niño pequeño un caramelo. Segundos después, subió su mirada hacia mis ojos y por alguna extraña razón no aparté la mirada, amaba sus ojos verdes, y más aun si me miraban fijamente. Ninguno dijo nada, y poco a poco, nos fuimos acercando, hasta unir nuestros labios, sellando un hermoso beso. Sentí algo extraño recorrerme mi estómago, algo que nunca antes había sentido. Disfruté el dulce sabor de sus labios, cada segundo que pasó. Pero de repente, un brusco sonido nos hizo separarnos, haciéndonos volver a la realidad.
-Mangel...- Logró decir Rubén.
En efecto, delante nuestra se encontraba Mangel, con una expresión rota y algunas lágrimas saliendo de sus inocentes ojos; y, en el suelo, un ramo de flores caído de sus manos.
-Ereh un hijo de puta.- Soltó cabreado y alejándose por el extenso muelle.
Miré sin comprender a Rubén, el cual solo se pasaba repetidamente las manos por su pelo.
-Las flores eran para ti, me dijo que te entretuviese mientras él iba a comprarlas.- Explicó mientras se le quebraba la voz.- Y ahora, yo... Te he besado y soy gilipollas.
-¡No eres gilipollas!- Grité sin saber cómo.- ¡Eres el chico más perfecto que conozco!
Él me miraba atónito, diría que en shock. Ni si quiera parpadeaba y tan solo me miraba fijamente con la boca abierta. Intuitivamente agaché la mirada muerta de pánico por lo que pudiera estar pensando de mí. Sin embargo, poco a poco fue apareciendo una gran sonrisa en su rostro, la cual me tranquilizó.
-¡Has hablado!- Gritó abrazándome, dejándome esta vez a mí en shock.- Sabía que podías hablar sin tartamudear ni tener que respirar profundamente, me alegro muchísimo de haber conseguido eso.
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Lo siento lo siento lo siento, podeis matarme si quereis, os he dejado muchisimo tiempo sin subir, pero es que no he pasado una buena semana y a parte cada vez que intentaba escribir me quedaba en blanco y por eso este capi tan meeeec
Un beso, Lola