Capítulo 30

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-Pero mira, ¡esta blusa te queda de maravilla! -Dijo Triana... Digo Adriana-. Con ese tipo que tienes te queda todo perfecto.

-Sí, tienes razón -Afirmé, a pesar de que pensaba que aquella blusa solo hacía marcar más mis kilos de sobra-. Me la quedo.

Ella pegó unos pequeños saltos de felicidad y tiró de mí hacia la caja de aquella tienda. Pagó y salimos a la gran calle, la cual se encontraba realmente transitada; algo normal, ya que nos encontrábamos a Viernes.

-¿A qué tienda vamos ahora? -Preguntó Adriana colocando bien las miles de bolsas que llevaba.

-¿Y si dejamos ya las compras? -Propuse sentándome en un banco y dejando mis bolsas en el suelo- Llevamos toda la tarde de tienda en tienda y estoy bastante cansada.

-Bueeno, vale.

Ella se sentó a mi lado y sacó a su móvil, llamando posteriormente a Mangel. Sobreentendí que quedaríamos con los chicos, algo que muy en el fondo no me molestó, aunque estaba realmente cansada y deseaba llegar a casa para poder llorar, llorar todos esos kilos de más los cuales daban lugar a tantos insultos, y los cuales no podía ocultar bajo una bonita blusa.

-Mangel y Rubius están por aquí -Comenzó Adriana-, llegarán en unos diez minutos.

-Guay.

Estuvimos riendo de estupideces hasta que los chicos llegaron a donde nos encontrábamos. La verdad es que el hecho de tener una amiga me hacía sentir "mejor". Aún así, ese miedo a que ella me fallara como tantas personas seguía ahí. No terminaba de confiar en ella, por ello, por mucho que ella me dijera que algo me quedaba bien, yo no lo veía.

-Hola mi niña del mar -Me saludó Rubius antes de robarme un pequeño beso-. ¿Qué tal esas compras?

-Muy bien -Dije con una radiante pero falsa sonrisa-, me he comprado muchas cosas.

-Bueno, nosotros vamos a ir a un restaurante de por aquí cerca -Dijo Mangel.

-Genial, os acompañamos -Dijo Rubius pasando su brazo por encima de mis hombros y provocando un pequeño sonrojo por mi parte.

Mangel miró con cara asesina a Rubius, el cual se asustó; pero pude entender el porqué de aquella reacción.

-Rubén, teníamos que ir a... Al Fnac a recoger un videojuego -Dije rápidamente- ¿No te acuerdas?

-Pues no la verdad.

Rodé los ojos, sorprendiéndome de lo tonto que podía llegar a ser y tiré de él alejándonos de Mangel y Adriana. Mangel me miró agradecido y se fue junto a la chica que ocupaba su corazón.

-Te juro que no me acuerdo de eso del videojuego -Dijo Rubén rascándose la nuca.

-No hay nada que recoger -Expliqué riendo-, Mangel quiere estar a solas con Adriana, le quiere.

-¿¡En serio!?

-¿No te habías dado cuenta?

-Pues no -Dijo riendo y observando a la pareja, la cual se alejaba por una pequeña callecita-. Soy chico, ¿vale? Nosotros no entendemos de esto, muyaya.

Reí un poco más y caminamos tranquilamente por todo el centro. Me encantaba aquella sensación de felicidad que Rubius me otorgaba. Me encontraba cogida de su mano, sintiéndome protegida, segura de mí misma. Tenía una sonrisa sincera.

-Sophie.

-¿Sí? -Pregunté prestando mi atención sobre él.

-Te quiero.

Pero no pude hacer caso a aquellas bonitas palabras, ya que una señora de unos cuarenta y pico años de edad chocó conmigo, haciéndome caer al suelo.

-¡Sophie! -Soltó Rubius al verme en el suelo.

-¡Oh Dios! ¡Cuánto lo siento! -Dijo la mujer.

-No pasa nada -Dije poniéndome de pie y limpiándome las rodillas, las cuales se habían ensuciado al rozar contra el suelo-, si ha sido culpa mía, por no mirar.

-¿Te conozco de algo?- Preguntó otra mujer quien acompañaba a la que se había chocado conmigo-. Me suenas mucho.

-Ni idea.

-Bueno, nos tenemos que ir -Soltó Rubius cogiendo mis bolsas.

-Encantada -Dijo la misma señora.

Jugando con fuego | Rubius #Book1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora