-Sophie -Escuché como un susurro en mi oído-, despierta por favor.
Abrí mis ojos, cuyos párpados estaban algo hinchados, y me encontré con Rubius mirándome fijamente a los ojos. Podía notar perfectamente la preocupación en sus ojos, así que sonreí para intentar calmarle un poco.
-Hola -Le saludé desperezándome-. ¿Qué ocurre?
-He escuchado ruidos, creo que tu madre ha vuelto.
Entonces fue cuando pude ver su piel erizada y un pequeño temblor por todo su cuerpo, tal y como me había encontrado yo tantas veces; así que hice lo que siempre había necesitado en aquellas situaciones: un abrazo.
Le abracé lo más fuerte que pude pues sabía que eso no le mejoraría pero le quitaría un poco de preocupaciones y, sobretodo, le haría sentir acompañado. Él me correspondió con sus fuertes brazos apoyando su cabeza sobre mi hombro e intentando respirar calmada mente, cosa que no terminó de conseguir.
-Tranquilo...
-¡No me digas que esté tranquilo! ¡No puedo!
Torcí mis labios ya que sabía cómo se sentía.
Quizás fue eso, o el cansancio de todos estos años atrás, o quizás solo era el momento; lo que sé con certeza es que aquel fue el momento en el maduré y me prometí a mí misma no volver a callarme el dolor. Y entonces, en lo que tarda una gota de agua caer durante la lluvia, me convertí en la fuerte del grupo. Mientras Mangel comenzaba a entender la mente de un verdadero suicida, Rubius comenzaba a entender la poca fuerza que se tiene en estos momentos; sin embargo yo acaté todo el peso sobre mí.
-Vamos a salir de aquí, ¿vale? -Le dije deshaciendo nuestro abrazo-. No pienso dejar que esa... Que te haga daño nunca más. Te lo prometo, Rubén.
Él me miró con los ojos aguados, como el niño pequeño que mira a su madre tras una caída, y me besó furtivamente. Me pilló por sorpresa pero eso no impidió que le siguiera.
Sus labios sobre los míos, ambos moviéndose al mismo compás; sus brazos rodeando mi cadera, mientras yo jugueteaba con su pelo; y todo un zoológico recorriéndome el estómago. Mordí juguetona mente su labio inferior y pude sentir una pequeña sonrisa en él. Minutos después separamos nuestros labios pero dejando las frentes unidas, mirándonos a los ojos; esos ojos verdes que hacía unos meses veía a través de una pantalla y con los que soñaba ver alguna vez en mi vida, esos ojos verdes que ahora me miraban fijamente provocando miles de sentimientos extraños y maravillosos en mi interior.
-Rubén -Dije cerrando los ojos y sintiendo el calor de su piel cerca de la mía.
-¿Sí?
-Te quiero.
-Y yo a ti, Sophie.
***
-¡Cogedlos! -Gritó mi madre entrando bruscamente en la habitación seguida de sus matones.
Rápidamente me puse delante de Rubén y Mangel, los cuales se hallaban sentados en una esquina, y luché por protegerles, pero aquellos hombres me sujetaron fuertemente y posteriormente me ataron a una silla, al igual que a Mangel.
-¿Dónde está la otra? -Preguntó mi madre refiriéndose a Adriana.
Yo forcejeé intentando soltarme, pero nadie respondió.
-¡Que dónde está, he dicho! -Gritó cabreada.
Se acercó a mí y tirándome del pelo volvió a repetirme la pregunta, pero me mantuve callada. Mi madre debía entender que nunca más iba a hacer lo que ella quisiese.
-Muy bien -Dijo finalmente-. Traedme al otro.
Los hombres levantaron a Rubén y lo colocaron de rodillas ante ella. Forcejeé cuanto pude para intentar evitar lo inevitable, pero todos saben que es imposible salvar lo que ya está perdido.
Ella lo miró provocando que su cuerpo fuese todo un mar de temblores y comenzó a pegarle como nunca lo había hecho conmigo.
-¡No!- Grité lo más fuerte que pude.- ¡No, por favor, para!
Pero ella seguía pegándole cada vez más fuerte sin remedio. Un día de estos se enteraría, pero mientras tanto, estaba haciendo daño a la persona a la que amaba, mientras yo, estaba en esta maldita silla, sin poder moverme debido a las fuertes cuerdas que me sujetaban. No sabía que más hacer para que parara, no sabía que más hacer para salvarle, todo lo que había probado había sido en vano.
-¡Hazme todo lo que quieras, pero a él no!
Entonces, me miró con esa cara de odio que siempre me daba, y sacó una pistola. En un intento fallido, me removí en mi sitio, pero no conseguí soltarme. Mi madre siempre me había planteado miedo, pero no la veía capaz de matar a alguien... ¿O sí?
-¡NO!
Hey hey heey
He estado 81736165381 años fuera y sí, últimamente digo siempre lo mismo... Pero sinceramente últimamente lo estoy pasando muy mal y mis ánimos de hacer cualquier cosa son prácticamente nulos. Además estoy en época de exámenes y ando muy ocupada pues mi instituto es de lo más difíciles de Málaga... Pero como, después de muchísimo esfuerzo, me he quedado sin poder hacer una de las cosas que más tiempo me quitaban... He venido a escribir un poco y pasar tiempo con vosotros, que la verdad es que os echo de menos <3Espero que os este gustando
Lola xx