-Hola Mangel-. Saludó distante Rubius. Ambos estábamos nerviosos por la presencia de esa chica- ¿Quién es?
-Es Triana- Empezó explicar mientras Triana rodaba los ojos-. Perdón, Adriana.
-¿Te confundes al decir su nombre?- Pregunté ante la asombrada mirada de Adriana.
-A ver, es que se llama Triana, pero no le gusta y quiere que la llame Adriana-. Explicó más claramente-. Y bueno, nuestros padres se conocieron en sus viajes de bodas y desde entonces nos reuníamos todos los veranos, pero hace unos años perdimos el contacto y nos hemos encontrado por casualidad.
-Ya ves-. Dijo Adriana risueña-. ¡Qué bien nos lo pasábamos! ¿Te acuerdas del mal perder que tenías?
-Sí, pues yo me acuerdo del tomatito que eras-. Dijo Mangel riendo con ella-. Te ponías roja tan fácilmente.
Rubius y yo nos miramos y le rogué que nos fuéramos, y así hicimos, echamos a andar por la ajetreada calle. Aquellos dos estaban tan exhortos en sus viejos recuerdos que ni se dieron cuenta de nuestra partida.
-Conoces a esa chica, ¿verdad?-. Preguntó Rubén preocupado.
-Es de mi instituto-. Respondí agachando la mirada-. No es que me haga Bullying, pero tampoco la puedo considerar ni mi compañera.
-Puto Mangel...
-Déjalo Rubén-. Rogué mientras caminábamos-. Puede ser amigo de quien quiera.
-Pero no soporto saber que tanta gente hace daño a mi niña del mar y no me dejas hacer nada para remediarlo-. Explicó sacándome una pequeña sonrisa, colocándose delante mía y andando de espaldas-. Y mucho menos si es tu madre.
-Rubén...
-Vale, perdón-. Se disculpó andando aún de espaldas.- Solo digo que me gustaría ayudarte más.
-Pero es que ya lo has solucionado casi todo-. Le dije sonriendo-. Desde que te conozco soy otra, ahora hablo, soy fuerte y siento que ya tengo algo por lo que vivir, ¿es que no lo entiendes?
-¡Sophie!- Gritó alguien a mis espaldas.
Rubius alzó la mirada sobre mis hombros y yo me giré ante mi llamada, para encontrarnos con Adriana. Me di la vuelta, cogí la mano de mi novio y seguí andando.
-¡Sophie, para, por favor!
-¿¡Qué!?- Grité parándome de golpe.
-Escúchame por favor.
Me mantuve un rato en silencio, pensando en qué debía hacer. Podía pasar cualquier cosa.
-Tienes dos minutos-. Dije girando a verla y cruzándome de brazos.
Con Rubén a mi lado me sentía capaz de soportar cualquier paliza, de responder a cualquier insulto, me sentía fuerte; estaba preparada para cualquier cosa.
-Lo siento, ¿vale?- Dijo ella un poco nerviosa por la cara de enfado que desprendía Rubius-. No sabes lo mal que lo paso siempre que veo a todos mis amigos insultándote, soy yo la que intenta que no lo hagan, pero soy una contra todos y nadie me hace caso. Me gustaría poder estar ahí cuando te veo con la mirada gacha aguantando lágrimas; porque sé que las aguantas, soy como tú, nunca muestro como me siento realmente en público. De verdad que lo siento, me sabe siempre mal y Mangel me ha enseñado que no tengo que dejarme llevar por lo que ellos me digan, y es más, no pienso volver a hacerlo, a partir de ahora, ya tienes una amiga en el instituto, si me dejas serlo.
Me quedé anonadada por lo que acababa de decir. No sabía qué responder ante aquello, ¿realmente podía confiar en ella? ¿Realmente podía yo tener una amiga? Por su rostro, claramente entristecido, se podía observar que lo que decía, lo había dicho de corazón y no era mentira. Sin embargo seguía teniendo miedo, miedo a que me fallase.
-Si no quieres ser mi amiga, lo entenderé, solo quiero que me perdones-. Insistió ella mirando de reojo a Rubius, el cual estaba un poco más tranquilo y me observaba intentando descifrar en qué estaba pensando.
-Yo... No sé...
-Lo siento muchísimo de verdad.
-Está bien, te perdono-. Dije finalmente-. Y podemos intentar ser amigas.
-¿En serio?- Preguntó sorprendida.
-¿En serio?- Preguntó también Rubén, incluso más sorprendido que Adriana.
-Se ve que lo sientes de verdad-. Expliqué-. Y la verdad, me hace ilusión tener una amiga.
Eso último lo dije rascándome la nuca algo sonrojada. Adriana me abrazó mientras escuchábamos una pequeña risa por parte de Rubén. Al principio rehusé el abrazo, pero al final le correspondí con una sonrisa.
-Pero como le hagas algo te enteras-. Dijo Rubius.