Asentí planeando en mi mente un pequeño plan de huída, ya que no podía dejar que Rubén me acompañase. Si me acompañaba, sabía perfectamente que intentaría protegerme y eso no sonaba a un buen final.
-Em... Rubius, se me ha olvidado la chaqueta dentro -Mentí-, ¿me la puedes traer?
-Claro -Dijo él con su cautivadora sonrisa.
Mientras él se adentraba de nuevo en el local, yo salí corriendo hasta quedar fuera de su alcance. Sabía que aquello me traería consecuencias al día siguiente, pero no tenía otra opción; hablar con él habría sido en vano. De todas formas, esta vez no iba a dejar que nada por parte de mi madre me afectara.
***
Desperté algo dolorida en el suelo del baño. La paliza del día anterior había sido algo más fuerte de lo normal, pero sus insultos no había tenido cabida en mi mente. No volvería a dejarme caer al fondo de aquel pozo en el que me encontraba; por Rubius, por Adriana, por Mangel... Ellos me estaban demostrando que yo no era aquella que creía ser y ya iba siendo hora de empezar a creer en ellos y en mí.
-¡Sophie! -Gritó mi madre, claramente cabreada-. ¿¡Por qué no me has despertado!? ¿¡Y el desayuno!?
<<No sé, ¿quizás porque alguien me pegó ayer hasta la inconsciencia y no pude poner el despertador?>>
Decidí calmarme y levantarme olvidando los pinchazos de dolor que me recubrían dirigiéndome hacia la habitación de aquella horrible señora llamada "madre".
-Lo siento... -Dije agachando la cabeza con cierto temor.
-De lo siento nada -Gritó ella-. Esto tiene un antes y después, te lo aseguro.
Dicho aquello, salió disparada hacia la cocina. Le seguí y preparé corriendo el desayuno, el cual le entregué en cuanto estuvo listo.
Después de una mañana bastante movida, me dirigí al instituto. Era Viernes, pero no uno cualquiera, era el último antes de que empezasen los exámenes de selectividad. Y no, no había estudiado nada hasta el momento. Tampoco era problema, era típico en mí dejarlo todo para el último día y, hasta entonces, me había ido bien.
Entré al gran edificio deseando encontrarme con Adriana para no tener que soportar demasiados insultos, por lo que caminé apresuradamente por los largos pasillos hasta su clase. Me coloqué en la puerta y observé hacia el interior.
-¿Qué mierda haces aquí, pringada? -Me dijo una de las que se encontraban diariamente en la puerta, esperando a que algún chico se fijase en ella.
-Yo...
-Venga, tartamudea -Dijo explotando de la risa en mi cara-. Nunca se entiende lo que dices.
-Estoy buscando a Adriana, idiota -Le solté con una sonrisa torcida.
Entré en el aula, dejándola boquiabierta. Era indescriptible lo que en ese tipo de momentos se podía llegar a sentir, máxime cuando te habías pasado años callando y dejando que tu mente se perturbase.
-¡Adriana!
-¡Sophie!
Se alejó de sus amigas y vino corriendo a abrazarme. Noté en sus ojos un brillo muy especial, algo que pocas veces se veía.
-¿Por qué tan feliz? -Pregunté curiosa.
-Como ya sabes, ayer estuve con Mangel... -Dijo sonriendo y dirigiéndose a su pupitre con una sonrisa de oreja a oreja.
-¿Y qué pasó? -pregunté mirándole quien sonrió aún más y se sonrojó.
-Fue todo genial, Dios, nunca lo pasé tan bien con un chico. Mangel es un amor y... madre mía, es demasiado bueno y... ¡aún no me lo creo!
-¿Pero qué pasó?
-Cuando Rubius y tú os fuisteis tan descaradamente, Mangel me cogió de la mano, ¡SÍ, ME COGIÓ DE LA MANO, ¿TE LO PUEDES CREER?! Bueno la cosa es esa, me miró y me dijo que si quería un helado o algo, yo le pregunte que si no iba a haber tonterías ni guerra de helados ni nada de esas cosas que tu sabes, haría Mangel con Rubén -Explicó haciéndome soltar una pequeña risita-, y me llevó a una heladería ¡Y ADIVINA QUÉ! Cuando estaba pidiendo dice, y cito textualmente a Mangel "Y para la hermosa chica que me acompaña un helado de kinder" ¡OH DIOS, AHÍ CASI ME MUERO DE LA EMOCIÓN! Bueno que sí que comimos el helado entre bromas y anécdotas y de repente me dice que le cuente algo de mí, que me quiere conocer mejor y que me quiere INVITAR A CENAR y a mi me estaba dando una taquicardia y le dije que sí, entonces me preguntó que si podía probar mi helado y le dije que sí y yo probé el suyo que no me gustó nada pero para no quedar mal le dije que estaba rico, tu sabes, Y ENTONCES ME DIJO QUE TENÍA UNA MANCHA DE HELADO, lo cual era mentira porque se nota cuando miente, Y ME ACARICIÓ LA MEJILLA, Y CREO QUE NOS IBAMOS A BESAR CUANDO A RUBÉN LE DIO POR LLAMAR DICIENDO QUE TE HABIAS IDO. ¿¡POR QUÉ TE TUVISTE QUE IR!? AY DIOS MÍO, ESTUVIMOS TAN CERCA.
Solté una sonora carcajada y me rasqué la nuca al ver su expresión de odio.
-¿Qué? -Pregunté aguantando la risa.
-A mí no me hace gracia -Dijo ella-. ¿A dónde fuiste? Rubén se quedó preocupado y Mangel estuvo rarísimo el resto de la noche, así que decidí volver a mi casa y me tocó noche sola pegada a la televisión.
-Lo siento -Dije aún con una pequeña risa por reprimir-, mi madre se estaba preocupando y tuve que irme rápido.
<<No es tan mentira, ¿no?>>
-Ah, bueno, tranquila. -Dijo echándose ahora ella a reír.
-¿Por qué ríes ahora?
-Por el numerito que he montado hace un momento.
Ambas echamos a reír.
-Se nota que te gusta -Dije pegándole un pequeño codazo.
-Sí, desde que éramos niños -Explicó con una sonrisa-. Recuerdo que jugábamos juntos todo el día, nos divertíamos con cualquier cosa. Pero poco a poco nuestras familias fueron dejando de verse, así que decidí que lo mejor era olvidarme de él, hasta que le encontré en YouTube, entonces empecé a pensar día y noche en él e intenté hacerme a la idea de que jamás volveríamos a conocernos hasta ahora.
-Vaya -Solté sorprendida-, pues se nota que a Mangel también le gustas.
-¿Tú crees?
-Ajá.
El profesor que le tocaba entró en la clase, así que tuve que irme resignada a mi aula. Cuando llegué, mi profesor ya se encontraba en el interior, pero con un poco de suerte no se dio cuenta de mi tardanza. Me senté en mi sitio con una radiante sonrisa, la cual fue desvanecida al ver que mi compañero de pupitre (el cual no solía ir a menudo a clases), se encontraba sentado en su sitio.
-Buenos días, zorra.
-Buenos días -Dije haciendo caso omiso a lo que me decía.
-¿Y esa tonta sonrisa que traías? -Preguntó él distrayéndome del profesor- ¿Rubius te dio placer anoche o qué?
Le miré incrédula y sorprendida a la vez; era sorprenderte que, a pesar de ser yo de las pocas vírgenes, me insinuara aquello.
-¿Perdona?
-Lo que has oído, imbécil.
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Holaa PreciosidadesALasQueMasAmoEnWattpad
Lo see lo see me odiais por haber tardado tanto en subir peeero tengo excusa, 1 he estado de viaje en Italia 2 Ando de bajom y sin ganas de nada, asiii que perdonadme pero bueno
Desde aqui quiero dar las gracias a @mysilenttears por ayudarme a escribir este capi y por ser tan maravillosa, te quiero <3
Y eso es todo
Un beso, Lola :D