Me giré instintivamente, encontrándome con un tipo, vestido de forma bastante extraña y con muy mala pinta. Retrocedí con un poco de miedo. Cuando ese chico estuvo lo bastante cerca mía, descubrí que era Mangel, disfrazado.
-¿M-mangel?
- Sshh. Ven.- Susurró cogiéndome de la mano y tirando de mí hacía una de las oscuras calles que rodeaban mi colegio.- Ehpero que el plan de Rubiuh funcione y no noh sigan.
Le miré sin entender y debió de entenderme, ya que andamos un poco hasta estar suficientemente alejados del colegio.
-Te explico, el plan de Rubiuh eh ehtar en la puerta, cono ehta haciendo y dihtraer a todoh tuh compañeroh mientrah hablo contigo.- Me explicó sonriendo.- Quería decirte que ya lo hemoh solucionado todo, que no hay ningún tipo de mal rollo entre nosotroh, y sobretodo que no eh tu culpa.
Al rato llegó Rubén, con la ropa algo descolocada, seguramente por los tirones que mis compañeros le debieron de dar. Me dio dos besos algo cortado, a los que yo correspondí sin dirigirle la mirada si quiera.
-Bueno, la cosa, ¿te apuntah a hacer piardah con nosotroh?- Me preguntó Mangel.
Abrí mis ojos como platos. ¡Piardas! Jamás se me habría ocurrido saltarme las clase por nada del mundo. Perder las explicaciones, no poder coger apuntes y además, tenía un examen.
-Vamos, te vendrá bien.- Dijo como excusa Rubén.- Olvidarte durante al menos un día de esos idiotas que te acompañan día tras día, ¿no te suena bien?
Asentí tímida, la verdad es que me sonaba muy bien, pasar un día tranquila, con dos de mis ídolos y sin Bullying...
-Venga, Sophie, vente.- Suplicó Mangel. Acepté no muy convencida.
Ellos empezaron a andar, como si fuesen de Málaga de toda la vida, lo cual me produjo ganas de reír, las cuales guardé para otro momento en el que me encontrara sola. Caminamos hasta llegar a la playa. Sonreí al ver el sol apareciendo entre las olas del mar.
-Vaaale... Y...¿Qué hacemos?- Preguntó Rubius mirando a Mangel.
-No sé.- Respondió rascándose la nuca.- Había pensado en dar una vuelta en skate o algo.
-¿Te apetece muyaya?- Me preguntó Rubius con ese acento cubano que tanto me gustaba. Pero me surgió un problema, no sabía montar en skate.
-N-no sé...
-¿No sabeh el qué?
-Montar en skate, mira que eres retrasado Mahe.- Repuso Rubius recibiendo una colleja de su amigo.- Vamos, se que aún me amas.
Mangel rodó los ojos y se dirigió al SkatePark que había cerca. Rubius se encogió de hombros y le siguió, acto que yo imité. Cuando llegamos, Mangel se dio cuenta de que no había cogido los skates, así que se fue un momento, dejándonos de nuevo, a Rubius y a mí solos. Me pareció ver que Mangel, antes de irse, le guiñaba un ojo a Rubén, pero seguramente habían sido imaginaciones mías.
-Bueno, muyaya, ¿Qué tal te fue la tarde ayer?
Me encogí de hombros y me senté en el borde de una de las cuestas. Él se sentó al lado mía y bufó. Sabía que le molestaba que yo no hablase, pero nada más podía hacer. Ya había hablado varias veces, lo cual para mí era todo un esfuerzo enorme.
-¿Qué hiciste?- Preguntó sabiendo que a esa pregunta no podía responder sin hablar.
-Nada i-interesante...
-Bueno, pero qué hiciste.
Pensé rápidamente en algo que la gente normal y feliz solía hacer habitualmente, para usarla de excusa.
-V-vi la t-tele.- Sentía un gran nudo en mi garganta y me faltaba el aire. Pero también era verdad que ya que me estaban brindando su ayuda, debía de poner de mi parte para mejorar.
-Y ¿Qué viste?- Mierda, ahora sí que me había pillado, ¿Qué habían echado en la tele el día anterior?
-Hice z-zaping.- Bravo Sophie, tú lo vales, gran excusa. Nótese el sarcasmo. Él soltó una carcajada.
-Bien bien, ¿viste alguna polla?- Preguntó poniendo esa cara de violador del bosque tan graciosa. Casi se me escapaba una risa, pero la aguanté y negué roja de vergüenza.
Y no sabía cómo ni en qué momento, Rubén se había ido acercando cada vez más a mí, hasta encontrarse a escasos centímetros. Podía notar su respiración en mi nuca, ya que intentaba evitar su mirada mientras él buscaba la mía.